Capitulo 2: Reina

15 2 0
                                    


Las uvas fueron un manjar que aun sentía en su boca. Algo que recordaba con cariño. Con anhelo incluso.

Las cosas no salieron tan bien después de eso. Sentía sus labios rotos, sus dedos rotos, sentía que su cuerpo había perdido todo el líquido que tenía. La suciedad de su celda se hacía cada vez más insoportable. Viviendo alrededor de la suciedad. De la mugre. De la mierda.

Al menos no había más personas ahí dentro, o tendría que soportar además el olor putrefacto de unos desconocidos.

Su ropa estaba completamente desgastada. Ya no se soportaba a sí misma. Ya no soportaba el aislamiento. Solo quería salir de ahí, tirarse en algún lago o rio, y dejar ir toda basura que tenía en su cuerpo y alma. Estaba harta.

Sus manos estaban temblorosas. Su vientre estaba aplastado. Su carne empezaba a ser una con sus huesos. Sus costillas dolían. Su estómago dolía. Todo dolía.

Mataría por un vaso de agua y por una carne de res.

Mataría por salir de ahí.

Sin embargo, no quería aceptar la solicitud de la reina. Tenía que seguir cuerda. Sus problemas y debilidades físicas no debían seguir influenciándola. No podía terminar siendo una perra de la corona. No podría perdonárselo a sí misma.

Sintió ruido de repente. Muchas botas sonando con fuerza. Bajando deprisa por las escaleras.

Sintió miedo, no pudo negarlo.

Solo vio a los hombres entrando abruptamente en la celda. Los guardias la sacaron de ahí y la esposaron. No vio nada, le habían puesto un saco de patatas en la cabeza. Se sentía como una muñeca de trapo, siendo movida de un lado a otro.

No pudo defenderse. Estaba cansada. No tenía la fuerza para protegerse ni nada. Se sentía débil.

Estaba débil.

Sus agarres quemaban en su piel abandonada de musculo alguno.

Sus pies descalzos sintieron el calor abrasador de la piedra, así como las asperezas en el camino. Podría estar pasando por el patio de armas. Luego el frio suave de lo que podría ser el interior del castillo.

Se sentía confundida con ese cambio drástico. ¿Estaba entrando a la residencia? Lo creía difícil.

Una puerta fue cerrada y se vio rodeada de silencio.

Se sacó la bolsa del rostro y se vio encerrada en un cuarto con mucha luz del día. El brillo rebotaba por los azulejos, y la dejó ciega por unos segundos. Había extrañado la luz del día, pero eso realmente era doloroso. ¿Cuánto tiempo llevaba sin ver la luz del sol?

En medio de la habitación había una tinaja llena de agua, parecía caliente por el vapor que salía de ella. Parecía otra trampa de la reina, pero había pasado tanto tiempo en la suciedad que no iba a pensar en lo absoluto. Solo quería darse un baño en esa agua cálida. Había otros baldes con agua cerca que usó para quitarse la tierra del cuerpo antes de meterse al agua caliente. Quería disfrutarlo al máximo.

Sus manos seguían esposadas, pero no era un problema.

Era extraño ver su cuerpo desnudo, ahora ya con luz. Se veía a si misma sin la grandeza que tenía antes. Solo veía los huesos notorios y la carne palideciendo. Olvidó todos sus problemas en esos segundos cuando el agua cálida acaricio su cuerpo lánguido. Se sintió completamente plena. El agua caliente era un regalo de los dioses. La reina la estaba recompensando por el sufrimiento que le hizo pasar, no tenía duda. Cerró los ojos, sintiendo su piel llenándose de esa satisfacción húmeda mientras algunas de sus heridas se calmaban con el calor.

Cursed Kingdom (Reino Maldito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora