Fragmento 4

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Era lunes otra vez y a diferencia del resto de mis compañeros yo estaba retozando de alegría, parecería este un pasaje romántico, pero no hay que dejarse engañar, que de eso no va.

Las clases transcurrieron normales, o sea, una hueva.

Pero por fin sonó la campana del recreo, turno de la tarde, la hora: 2:15. Yo estaba en la clase 2-C y él estaba en el 2-B, así que solo tenía 30 minutos para verlo, pero esa media hora, para mí era una eternidad, como si tuviéramos todo el tiempo del universo, como si fuéramos todo el universo.

Subí al cuarto piso por la escalera oeste, que estaba abarrotada de material de construcción pues estaban remodelando el piso; él subía por la escalera este y saludaba a los trabajadores, les llevaba algo de comer y de mi lado dejaba unas caguamas, parecía un trato justo por guardar nuestro secreto.

Entraba al baño que afortunadamente estaba en servicio y como todos los días en el  quinto cubo estaba el paraíso.

Entre y Kyle ya estaba allí, nos conocíamos tanto que las formalidades pasaban a segundo plano, directamente pase a besar sus labios, me encantaba la frescura que su saliva producía en mi boca, de inmediato empecé a bajar por su cuello, hacía un poco de succión y finalizaba con un ligero mordisco, me excitaba de sobremanera dejar las marcas de mi presencia y saber que, si alguien veía su escote, vería que yo estuve allí.

Mientras yo entretenía mi boca con su parte superior y mis manos recorrían sus muslos y trasero, él descaradamente masajeaba mi miembro viril, lo habíamos hecho tantas veces que ya no se necesitaba consentimiento verbal, el solo leer nuestras acciones eran suficientes y bien sabía Kyle que estaba haciendo adecuadamente su trabajo, por lo que no quise quedarme atrás y metí la mano en el pantalón ajeno imitando las acciones de mi acompañante. Poco a poco nos fuimos acercando a tal punto que nuestros miembros se frotaban, obviamente elimine la distancia que los separaba y como mi mano era la más grande, tenía el deber se masturbanos a la vez.

De Kyle solo podía escuchar su respiración entrecortada que, hacia sinfonía con sus ocasionales jadeos, porque no podíamos darnos el lujo de gemir, de otra forma los trabajadores dejarían de pensar que éramos dos chicos rudos que se drogaban entre clases, cuando claramente éramos un par de no-heterosexuales que venían a cachondearse porque al parecer teníamos una especie de adicción

-Y... Ya- Fue lo único que atino a decir mi acompañante porque estaba a punto de terminar y eso a su vez me llenaba de satisfacción a mí, por lo que como de costumbre, terminamos a la vez, pero no antes de que Kyle me diera la vuelta y rociara su jugo de pasión en mi entrada, un truco que habíamos aprendido un día que olvidamos el lubricante.

Como nuestros cuerpos estaba acostumbrados a este trato rápidamente iniciamos con la acción, Kyle jalaba de mis cabellos mientras yo disfrutaba en silencio ahogando cada uno de los sonidos que hacía, o al menos eso intentaba.

-Más- Le susurré a Kyle y claro que me escucho o si no lo hizo, estamos verdaderamente sincronizados, porque de inmediato las estocadas se volvieron más fuertes y rápidas, yo ya no aguantaba, por lo que sin pena termine.

-Ah, así que ahora no esperas a tu novio- me dijo con malicia, yo ya satisfecho le deje mi cuerpo para que siguiera complaciéndose, aunque claro también que lo seguía disfrutando.

Mis pensamientos se nublaban, prácticamente lo que pensaba se hacía blanco, cuando escuche la maldita chicharra que nos decía que había que volver a clases. Naturalmente Kyle también la escucho y apresuro su proceso para por fin poder terminar.

Nos apresuramos a vestir y bajar a nuestras respectivas aulas.

Estábamos, sudados y recién cogidos y aun calientes, por supuesto que me colaría en su casa en la noche.

La bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora