Capítulo 1

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Bruce Black Night

Un nuevo día comienza. Después de la horripilante experiencia con los zombis y de pasar TODA la puta noche atrapado en la óptica por culpa de los zombis, por fin podré regresar a la casa que he ocupado. Estoy deseando poder descansar tirado en el sofá o en la cama y dormir a gusto. Cómo ya os he contado antes, pasé toda la noche en la óptica porque los zombis están más activos por la noche que por el día, por lo que salir al anochecer es una malísima idea. Sobre todo contando con los zombis que antes eran vampiros. Sí, antes de los zombis, en este mundo había vampiros, también hombres lobo o, como los suelen llamar algunos, licántropos. También existen otros tipos de seres de la noche, pero eso ya os lo contaré en otro momento. Lo que importa es que los zombis-vampiro son especialmente buenos cazando en la noche, todos sus sentidos son más agudos que los de la mayoría de los zombis normales. Y no, no solo te chupan la sangre y no transforman a los zombis normales en zombis-vampiro. Este tipo de zombis solo aparecen cuando es de noche y en cuanto empieza a salir el sol se esconden en el lugar más oscuro que encuentren. Por suerte, la óptica no es un lugar oscuro, pues como tiene un gran escaparate, esos zombis no deciden esconderse del sol en este lugar, por lo que tuve algo de suerte. Y con un poco de suerte, el arma de aquel hombre que se suicidó tendrá el cargador casi lleno y podré quedarmela.

Bueno, parece que ya no se escuchan los gemidos de los zombis, es hora de volver a casa.

Me asomé por encima del mostrador, esperando no ver ningún zombi cerca de la puerta y por suerte, así fue. Lo único que había era el cadáver descuartizado de aquel que decidió quitarse la vida y atraer a un montón de caminantes hacia donde estaba. Al acercarme un poco al cadáver, pude observar manchas de sangre por el suelo que indicaban que los zombis habían movido el cadáver de aquel desgraciado en una batalla para ver quién era el que se quedaría con aquella deliciosa carne "fresca". De manera que seguí un poco el rastro y llegué a donde realmente el hombre se había muerto, que en realidad estaba a cinco metros, y allí encontré el arma. Era un revólver negro de cargador rotatorio de 8 balas. No pesaría más de dos kilo. Removí el cargador para ver cuántas balas le quedaban y no me gustó lo que vi. Solo le quedaban dos balas. Al menos tenía dos oportunidades de librarme de algún apuro, lo malo es que atraería a un grupo de caminantes y eso no sería bueno. Se me ocurrió la estúpida idea de buscar en el cuerpo de aquel hombre si tenía alguna bala más que pudiera valer para este revólver, pero al instante me di cuenta de lo estúpido que era. Si aquel hombre hubiera tenido más balas, es muy probable que a la pistola solo le faltará una o dos balas, aparte, no me apetecía mancharme las manos de sangre. Así que me puse en marcha. Bajé la calle en dirección a la cabeza del cadáver, que es la dirección en la que queda mi "hogar". El trayecto fue de lo más tranquilo, lo único que cabe señalar es que tuve que cambiarme de calle o tomar algún callejón en más de una ocasión porque uno o, en algunos casos, varios zombis habían decidido echarse una breve siesta en mitad de la calle. Al cabo de un rato, llegué a la puerta de la valla de lo que yo llamaba hogar. Aquella casa que había tapado las ventanas con madera ahora me servía de base provisional. Era muy práctico tener un lugar al que volver después de una larga exploración. Para no hacer mucho ruido, salté la valla metálica y luego abrí con mucho cuidado la puerta para hacer el mínimo ruido posible. No quería despertar por error a todos los zombis de la cuadra. Una vez que estuve dentro, cerré la puerta con llave y me tiré en el sofá del salón, que es la primera habitación que uno se encuentra nada más entrar y mirar a la derecha. Entraba la luz por la pequeña rendija que me había dejado sin tapar aposta. Ahora que no tengo forma alguna de saber la hora, me las tengo que ingeniar para saber si es de día o de noche. Y gracias a las rendijas que dejó en todas las habitaciones sin tapar lo puedo saber. A parte, así entra algo de luz solar, aunque sea poco, es suficiente para poder hacer ejercicio y cocinar alguna cosa.

Ya estando tumbado en el sofá, me dispuse a observar con más detenimiento la pistola que acababa de conseguir, aunque no descubrí nada nuevo. Luego, me senté en el sofá y la dejé sobre la mesa que estaba enfrente del sofá. Fue entonces cuando me di cuenta de que ahí había algo que no estaba la última vez que salí de casa. Era un libro. Parecía ser algo antiguo y tenía algo raro escrito en la portada. Por mucho que lo intenté, no logré descifrar qué era lo que ponía en la portada. No era japonés, tampoco inglés, y mucho menos español. Eran más como rayas esparcidas por la portada, aunque tenían cierto patrón. Decidí abrir el libro por la primera página para ver si todo el libro estaba escrito en ese idioma, y para mí suerte no fue así. Estaba en español. Entonces, leí lo que decía.

- Hechicería para principiantes.

¿Esto es en serio? ¿Alguien ha entrado en "mi" casa y me ha dejado un libro para aprender magia? Bueno, realmente no pierdo nada intentando ver si tengo aptitudes para la magia así que ya tengo algo que hacer cuando no esté haciendo ejercicio, "cocinando" algo, o simplemente no tenga nada que hacer. Pero ahora no me iba a poner a leer eso. Ahora es hora de descansar como Hipno manda.

El Señor de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora