Capítulo 12. Un forastero en Weide D'Arcy

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4:19 AM. Estación central, D'Arcy, Brandemburgo, Alemania.

—Es de suma importancia que me cuente todo lo ocurrido señorita Murphe —reitera el detective en un tono calmado.

Asiento con la cabeza todavía temblando.

En los rollos que te metes Peace.

—Lo haré —trago saliva por vez enésima—. Solo dígame por donde comienzo.

—Por el inicio ¿no? —Se cruza de brazos—. Empiece diciendo que hacía a las dos de la madrugada en el bosque.

—No me fui al bosque a esa hora, salí de casa más temprano, como a las diez y tanto.

Alza las cejas sutilmente.

-—La escucho.

Suspiré.

—A esa hora que suelo pasear a mi mascota, puede confirmarlo con los vecinos —el asiente mientras toma notas en una agenda.

—¿Pasea a su mascota por el bosque?

Le sostengo la mirada.

—No.

—¿Entonces?

—Mi mascota es un Husky Siberiano de cuatro años. Llevaba alrededor de media hora de paseo por las calles cuando mi perro pareció ver algo entre los árboles, no estoy segura si era un roedor o algún lagarto, Ruse tiene mucha fuerza, desprendió a correr y no pude retenerlo. Corrí tras el hasta que se adentró a la maleza, sucedió todo demasiado rápido.

El detective presta suma atención a cada uno de mis gestos y movimientos.

—Así que fue tras él, ¿no le era mejor pedir ayuda?

Imaginé que diría algo como eso.

—No lo consideré en ese momento, y tampoco imaginé que Ruse se fuera a adentrar demasiado en el bosque.

Entrecierra un poco los ojos.

—Entiendo —asiente—. ¿Qué sucedió después?

Engullí de manera ruidosa.

—Tropecé mientras corría y me golpeé en la cabeza con una roca, después de eso no recuerdo más nada, solo... cuando... desperté ya él estaba ahí —balbuceé.

Se reacomoda en su silla y coloca sus manos en la mesa que nos divide.

—¿Dónde te has golpeado? —interroga revisando la carpeta que le entregó el médico segundos antes de iniciar el interrogatorio.

Aparto con mis dedos el cabello de mi frente mostrándole la herida no muy grande, ya saturada por los paramédicos hace un rato, está justo al lado de la coronilla de mi cabeza, muy cercana a la raíz de mi cabello.

—Por suerte no ha sido grave, así se afirma en el informe médico —me escruta cauteloso—. ¿Recuerdas su rostro?

Vuelvo dejar mi pelo libre sobre la herida.

—No mucho, estaba demasiado oscuro, pero parecía un tipo de unos treinta y pocos años, creo que el cabello era castaño, estatura media y corpulencia delgada.

—Un hombre joven —se quedó pensativo-. Pero lo que más llama la atención es la razón que habrá tenido para dejarte con vida, ¿por qué no te ha asesinado como a las demás chicas?

Me encojo de hombros.

—Al parecer ese no era su objetivo, de ser así lo hubiera hecho mientras estaba desmayada, pero no, todo lo que hizo fue decirme cosas sin sentido mientras amenazaba mi cuello con un cuchillo.

Danger ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora