C A P Í T U L O 1

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NARRA SANDRA

Otro día más... 

Mi alarma sonó durante un buen rato hasta que me dispuse a apagarla y levantarme, fui al baño y me maquillé, no quería que se vieran los moratones en mi cara por culpa de mis compañeros, que cuando Alexia no está me hacen la vida imposible. Ya quedaba poco, unos días mas y todo acabaría, no saldría de mi casa en todo el verano.

Intenté cubrir el más grande que ocurrió ya que me pusieron la zancadilla el lunes y me golpeé con la puerta del aula, cuando lo tuve tapado ya que no quería que mis padres me preguntaran acerca del tema, bajé a la cocina.

Últimamente no comía nada, asique cogí un bollo y cuando salí de casa lo tiré a la papelera más cercana.

***

-Yo creo que no ha dicho nada- Dijo el rubio riéndose a carcajadas.

-Pues si no dice nada, entonces no le devolvemos la mochila- Dijo el moreno que  sostenía el objeto.

-Devolvédmela- Dije yo con un hilo de voz, y lágrimas retenidas en los ojos

-Oh... ¿Vas a llorar?- Dijo otro rubio con falso asombro burlándose.

-No es para tanto niñata- Habló otra vez el moreno.

Al final después de divertirse me metieron la mochila a la basura, al sacarla me tropecé y me caí. Luego fui corriendo  al baño, me encerré en un cubículo y empecé a llorar, me puse como loca, no podía respirar, intenté hacerlo pero no podía. Noté como si me ahogara, oí un murmullo pero no le di importancia, seguí con la tarea de conseguir respirar. Fue un ataque bastante largo comparado con los anteriores, duró casi 10 minutos por lo que me dijeron, por que yo apenas podía respirar. Llegado un punto en el que el oxígeno ya no entraba a mi cuerpo, tiraron la puerta abajo, resulta que Alexia me había escuchado y había avisado a la directora. Cuando abrieron me encontraron en una esquina en el suelo llorando y tirándome del pelo por la inútil idea de conseguir respirar.

Llamaron a mi madre, ella se sorprendió un poco porque el ataque era más largo que de costumbre pero me obligaron a ir al psicólogo, ya que desde hace un tiempo lo decía pero yo la contestaba que no era necesario, en ese instante vió que verdaderamente sí era necesario.

Sinceramente lo único que me mantenía a flote era mi hermana pequeña Laia, tenía apenas 14 años y ya me hacía más feliz que todo lo demás. No es que yo estuviera muy feliz pero toda mi felicidad iba dirigida a ella.

-¿Qué ha pasado?- Me preguntó Laia 

-Nada- La dije.

-A ver ya soy lo suficientemente mayor como para que me cuentes las cosas, ¿no crees? Te vi saliendo de clase antes de la hora a la que termina el horario...-

-Esta bien... No es fácil para mí decirte esto... bueno... en el colegio unos chicos se han burlado de mí y me ha dado un ataque de ansiedad.-

-¿Cómo los que te pasaban cuando éramos pequeñas?-

-Siguen pasando, no lo sabía nadie... pero me van a llevar al psicólogo y no sé si tengo el valor de contarle toda mi historia a un extraño para que entienda que un ataque o incluso morir no es lo que más me preocupa ahora...-

-¿Y que te preocupa?-

Esa era una pregunta a la que tenía respuesta pero no me atrevía a responder, me preocupaba ella, ¿Por qué? Bueno pues porque mis padres estaban separados, mi padre cuando yo tenía 6 años maltrataba a mi madre, mi hermana tenía 3 asique no sabía nada de esto, a mí me lo contaron unos años después pero a Laia decidieron no contárselo. Por lo que sé mi padre se fue ya que se separaron y se llevó a mi primo y a mi tía ya que ellos eran su familia aparte de nosotras. Desde los 7 años no volví a ver a mi tía y a mi primo, a mi padre no lo quería ver ni en pintura pero a ellos los echaba de menos. Ahora mi padre se había puesto en contacto con mi madre para exigir ver a mi hermana y amenazaba con denunciarla por no dejarle ver a su hija, he ahí el por qué de mi ataque. 

Pasaron unos segundos y no contesté.

-Vamos a comer- La dije yo



Primos ProhibidosWhere stories live. Discover now