¿𝖢𝗎𝖺́𝗇𝗍𝗈𝗌 𝗆𝗎𝖾𝗋𝗍𝗈𝗌 𝗁𝖺𝖻𝗋𝖺́ 𝗉𝗈𝗋 𝖾𝗌𝗍𝗈?

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El señor Thorn los movía como si fueran piezas de ajedrez en un juego contra la sociedad, y lo que se debía de mostrar

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El señor Thorn los movía como si fueran piezas de ajedrez en un juego contra la sociedad, y lo que se debía de mostrar. Nadie había hecho tanto como él en la historia de la compañía, pero su ambición y exigente superación le hacía volverse loco sí sus hijos no subían como él. Como si fueran muñecos, los pulió y los enceró.
A diferencia de lo que sus hijos, y muchos creían, el señor Thorn amaba tanto a sus hijos que sabía que no deberían de pasar por sucesos catastróficos, donde se implicaba que la prensa acosara sus intimidades, y que comentarios innecesarios llenaran sus cabezas de dudas.
Lo que él estaba por hacer era mayor que cualquier otra cosa. Sabía que se necesitaba tener el suficiente valor para mantener tu postura firme y no trabarte al hablar con ese tipo de cosas.

—¿En serio quieres esto? –preguntó el hombre de mediana edad.
Thriline estaba tan asustada que no comía ni dormía de forma placentera, al igual que sus hermanos. Thrindell estaba cambiando su apariencia física de forma agresiva, y Thrindall estaba siendo preparado para cumplir un contrato.
En sus adentros, Thriline no sabía que quería, sentía que todo era poco y que nada era mucho. Se sentía tan confundida pero tan segura a la vez: aunque ese sentimiento de confusión no era nada más que ansiedad recordándole que no está en movimientos familiares, sino unos que jamás tuvo, pero eso dejó de importarle cuando su padre se encargó de cambiar hasta lo más mínimo de su esencia. Le vendaron el pecho hasta lo imposible, le programaron cirugías y firmaron papeles. Más que un castigo, contratos estarían dispuestos a firmarse, la compañía se elevaría más y alguien seguro y consciente seria propuesto como presidente de la compañía. Y una vez más, no mujeres en el mando.
Y sí Thriline tenía que hacer eso por sus hermanos, por ella y por el futuro que quería, lo haría, sin pensarlo dos veces.

Salvas con tus salvavidas a los demás pero, ¿Quién te salva a ti de la fuerte marea que arrastras contigo?

Salvas con tus salvavidas a los demás pero, ¿Quién te salva a ti de la fuerte marea que arrastras contigo?

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𝐸𝑙 𝑚𝑎𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑦 𝑝𝑟𝑖𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑟𝑎 𝑚𝑒 𝑎𝑡𝑎. - lesb (𝐂𝐅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora