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Estamos reunidos con la reina Amidala y su guardia, además del capitán Panaka y el astrodroide que nos ayudó con los escudos durante la huida de Naboo. Para ser sincera no sé qué hubiéramos hecho de no ser por este.

—Un astrodroide sumamente eficiente, sin duda, salvo la nave y nuestras vidas— explica el capitán mientras que nosotros nos mantenemos apartados.

—Hay que agradecerles como se merece ¿Cuál es su serie? — pregunta la reina.

—R2D2, su alteza — responde Panaka.

—Gracias, R2D2— dice esta mirándolo con una sonrisa, el androide emite unos zumbidos a modo de respuesta —Padmé — llama la reina a una de las chicas que la acompañan, ella se acerca al astrodroide de inmediato —Límpialo lo mejor que puedas, merece nuestra gratitud— la muchacha asiente —Continué, capitán.

—Disculpe — interrumpe Qui-Gon —Alteza, con su permiso, nos dirigimos hacia un remoto planeta llamado Tatooine, está en un sistema más allá del alcance de la federación.

—Pensamos que es lo mejor para reabastecernos y reparar la nave de manera segura. — a completa mi maestra.

—No concuerdo con la idea de los Jedis— acota el capitán Panaka.

—Debe confiar en nuestro juicio, alteza— insiste Qui-Gon —La maestra Alysa y yo estamos seguros de que es la mejor opción.

La reina vuelve la mirada hacia sus doncellas, y sus ojos van de un rostro a otro para acabar posándose en el de Padmé. La joven no se mueve, pero de repente parece recordar que se le encomendó una tarea. Notó que Padmé dirige una rápida inclinación de la cabeza a la reina antes de disponerse a ocuparse de la unidad R2. La reina Amidala nuevamente mira a Qui-Gon.

—Estamos en sus manos —dice finalmente, para poner fin al asunto.

En la cabina, el piloto dirige el transporte hacia un voluminoso planeta amarillo que va llenando el ventanal a medida que nos aproximamos a su superficie. Observo el planeta con curiosidad, nunca me han gustado los planetas áridos y calurosos, pero este en particular, al contemplarlo a medida que nos acercamos hace que sienta una especie de calosfrío recorriendo mi espalda. Hay algo que no me termina de gustar y sé que no tiene nada que ver con los Hutts.

—Tatooine —confirma Obi-Wan, sin dirigirse a nadie en particular.

—Ahí hay una población que debería tener lo que necesitamos... —murmuro—. Se llama Mos Espa —añado mirando a mi maestra.

—No debemos llamar la atención— responde ella.

—Aterriza en las afueras— pide Qui-Gon.

El piloto asiente antes de iniciar la trayectoria de descenso. Unos momentos bastaron para que guiara al transporte a través de la atmósfera del planeta hacia una extensión desértica junto a la ciudad.

La nave aterriza en medio de un torbellino de polvo, quedando suspendida sobre sus soportes de descenso. Mos Espa brilla tenuemente en la lejanía, a través del reverbero del calor del mediodía. Obi-Wan y yo nos dirigimos a revisar el hiperpropulsor, para poder determinar qué es lo que debemos encontrar en la ciudad de un poco más allá.

Para ser sincera eso de las naves nunca fue lo mío y se lo básico, pero aun así me gustaría ser de ayuda en algo. Al final me mantengo un poco apartada observando cómo trabaja Obi-Wan, me limito solo a pasarle cualquier cosa que necesite para continuar con su tarea.

—Hare las pruebas— digo de repente, no quiero ocultárselo más y además necesito sacarlo y poder desahogarme con alguien, no se me ocurre alguien mejor que él.

En cualquier lugar de la galaxiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora