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Jaemin libró una guerra silenciosa dentro de él. Su primer instinto fue correr hacia Renjun, asegurarse de que su compañero no sufriera ningún daño. Lo siguiente fue llamar a Chan. Gritó una maldición y marcó el número de Chan.
Chan contestó al primer tono.
—Estamos comprometidos. Saca a todos de aquí, —dijo, y no proporcionó otra información.
—Jaemin, espera... —comenzó Chan, pero ya había terminado la llamada.
Ya había actualizado a Mark anoche en caso de que vinieran a buscarlos. Ya discutieron los protocolos si ocurría un escenario como este.
El primer paso fue dispersar a todos, los Alfa Cautivos y sus respectivos compañeros formando un equipo. Ya habían establecido métodos para mantenerse en contacto, dejando atrás mensajes ocultos.
Una vez que la costa estaba despejada, irían por los que quedaron atrás. Fue lo mejor, porque los científicos habían estado interesados en tener en sus manos una pareja apareada durante años.
Jaemin no se molestó en vestirse. Empujó la puerta, alcanzó a su lobo y corrió. A través de los lazos de pareja que lo conectan con Renjun, sintió por su pareja. Había terror en el extremo de Renjun, lo que solo lo irritaba.
Lo que fue aún más alarmante fue el hecho de que Renjun estaba sorprendentemente cerca. Jaemin corrió más rápido, oliendo a Renjun en el aire. El olor de la comida del desayuno golpeó su nariz primero, y recordó que Renjun salió esa mañana.
Mierda. Jaemin nunca debería haber dejado a su compañero fuera de la vista, pero ¿quién sabía que algo así sucedería tan rápido?
Podía oler a Renjun ahora, el jabón que Renjun usaba y el aroma distintivo de Renjun. Al ver a dos hombres armados en el camino delante de él, gruñó. Uno estaba colocando esposas en las muñecas de Renjun. Su compañero parecía magullado, pero por lo demás ileso. Todavía. Jaemin sabía lo que los científicos hacían a los traidores. Cuando estaba bajo su correa, fue desplegado en misiones para recuperarlos. Lo que les sucedió a esos hombres y mujeres, uno solo podría suponer.
El segundo le lanzó su rifle, pero Jaemin fue más rápido. Saltó, golpeó al humano en el suelo, cerró las mandíbulas sobre el rifle y lo tiró. No quedaba piedad en él. Sabía que estos hombres no se detendrían ante nada para obtener lo que querían. Renjun era un activo valioso, por lo que no lo matarían por accidente. Sin embargo, Renjun, no podía soportar ver a su compañero humano en una jaula, no después de todo lo que Renjun había pasado.
Pasó sus garras sobre la garganta del hombre, matándolo instantáneamente solo para escuchar un rugido de arma. Una bala le golpeó la espalda un segundo después. Gruñendo, se dio la vuelta, con la intención de hacer un breve trabajo del segundo y liberar a su compañero.
—¡Jaemin, ten cuidado! —Renjun gritó.
Desde su izquierda, Jaemin vio algo moviéndose a una velocidad sorprendente. El aroma familiar de Jeno lo golpeó un segundo después. Mierda. Escuchó de Hyunjin cómo Jeno casi logró maltratarlo. Lo que era peor, Jeno siempre había sido más grande y más fuerte que todos ellos, pero la vida de Renjun estaba en peligro.
