Esta es mi primer historia omegaverse y es de uno de mis ships favorita.
Konoha es la única aldea que tiene como lider a un omega y es que no se trata de cualquier omega, sino de uno de los ninjas mas fuertes el apodado relámpago amarillo, esta casa...
El alfa azabache observaba aquél hermoso campo de lirios blancos, después de regresar por Zetzu, este le dijo que debían ir al país de Las Flores, el enmascarado sujetó uno de aquellos lirios en su mano, observandolo fijamente, ¿porqué le era difícil dejar de pensar en él? ¿Porque deseaba tanto volver a verlo?
— ¿Estás pensando en él? —Preguntó Zetzu.
— Tsk por supuesto que no. —Contestó tirando el lirio.— Mejor recuérdame, porque debemos matar a ese tipo.
— Porque nuestro cliente, necesita sus tierras.
— Bien, los civiles y su ambición.
— Los shinobis también tienen ambiciones.
— Pues yo no soy un shinobi y no tengo ambiciones... —Se quedó pensativo un momento, ¿cuál era su ambición? ¿Qué lo motivava a hacer todo? ¿Venganza? No, eso lo había dejado atrás.
— ¿Crees que tu omega si tenga ambiciones?
— ¡Qué no es mi omega! Deja de mencionarlo.
— ¿Porque? ¿De verdad ya no te importa? —El alfa azabache no respondió, solo volteó a ver aquella figura que se acercaba.— Entiendo, entonces no te opondrías a que él tenga otro alfa.
Al escuchar aquello Tobi solo gruñó, el objetivo ya estaba frente a él, al cuál no le dio ni tiempo para reaccionar, ya que terminó atravesandolo con su mokuton, causando que los lirios blancos se tiñeran de rojo.
— Kakashi no tendrá otro alfa. —Dijo viendo a Zetzu.— No hasta que yo muera. —Se dio la vuelta y empezó a caminar en sentido contrario.
— Eso es egoísta... —Dijo Zetzu.
— ¡Ya te dije que dejes de meterte en mi vida!
En eso se escuchó un grito, un joven beta se acercó llorando, volteó a ver a ambos alfas con odio.
— ¿Quién de ustedes fue?
— Yo, ¿algún problema? —Preguntó Tobi.
— ¡Voy a matarte! —Se acercó velozmente pero no logró tocarlo, volvió a intentar golpearlo y nada.
— Hazte un favor y quédate tranquilo. —Mencionó Tobi desapareciendo.
— ¡Juro que me las pagaras, maldito alfa! ¡Te daré donde más te duela!
— Yo no tengo punto débil, idiota.
Aquél beta abrazaba el cuerpo de su amigo, mientras lloraba lleno de rabia, haría pagar aquél alfa por su crimen.
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