Capítulo 19

369 27 21
                                    

—¿Meliodas? —el pequeño dragón dio un salto en la cama por el repentino llamado y se dio la vuelta de inmediato ante la dulce voz femenina. Elizabeth estaba cepillado su húmedo cabello con su ceja levantado y los labios curveados hacia abajo, al parecer estaba algo confundida. Meliodas sólo suspiro un poco intentando calmar su cuerpo que temblaba ante la presencia de la mujer y luego se dio la vuelta para recostarse sobre la almohada—¿Por qué sigues despierto? —

—Eh, por nada—se excuso como si no importara el hecho de que tenía insomnio por no poder dejar de pensar en ella. Aveces maldecir el momento en el que se volvió hombre y sus sentimientos explotaron en su corazón—Tú duerme ellie, descuida, dormiré cuando sepa que tu estas segura—la joven solo sonrió un poco dejando el cepillo en uno de los muebles de la habitación, se recostó en la cama con la cara somnolienta y luego miro a su mejor amigo con esos ojos azules tan brillantes.

—Esta bien—se quedaron mirando por un largo rato cada uno sumido en sus propios pensamientos que los ahogaban. Meliodas no podía dejar de repetir la ceremonia de mayoría de edad, no por que haya sido especial para él, sino porque no podía evitar pensar en el momento en el que elizabeth entró en shock y parecía a nada de tener un ataque de pánico severo. Eso le daba algo de miedo, no podría soportar el saber que ella había temido de ver cuáles son sus orígenes, que había llegado a temer de él y ni su diminuto tamaño había sido de ayuda para lograr calmarla.

Elizabeth, en cambio, pensaba en su familia. Ban había cambiado mucho a lo largo de los años, la nobleza seguía en su sangre, pero ahora parecía un verdadero príncipe de sangre azul. Se había vuelto dedicado a seguir estudiando para ser el próximo monarca, había aprendido lenguas, esgrima, artes, literatura y poesía. Incluso aveces ellos dos tenían una que otra clase de matemáticas en la que se unían más como hermanos. Por otro lado, liz seguía sin soportarla, le hacía caras y muecas cada que la veía llegar al comedor real, se burlaba detrás de su caro abanico cuando cometía alguna tontería o incluso la había escuchado murmurar con sus sirvientas sobre cuanto la detestaba y lo estúpida que la consideraba.

Suspiro algo decaída, esperaba en algún momento que sean hermanas de verdad y los odios queden atrás, pero parecía algo muy lejano.

—Elizabeth—la dama levantó la mirada para prestarle atención al joven—¿Quién fue el desgraciado que te dejó traumada? —le soltó la pregunta de la nada dejándola ligeramente sorprendida. Antes no había querido hablar de eso y meliodas le había dado su espacio hasta que ella estuviera lista de querer contarle, sin embargo, parecía que el shock momentáneo que sufrió durante la ceremonia le había despertado esa curiosidad otra vez. Su pequeño dragón curioso, el ceño del hombre estaba realmente fruncido por lo furioso que parecía estar, sus ojos desprendían esa chispa de odio hacia aquel que la había maltratado de joven y parecía temblar un poco.

Suspiro levemente, los recuerdos llegaron a ella con la sola mención de aquel degenerado. Los golpes, los gritos, la sangre en su labio, la basura que consideraba comida, lo infeliz que era...

Se le formó un nudo en la garganta de solo pensarlo un poco, pero meliodas merecía saberlo, era su mejor amigo así que ella debía de ser abierta con sus sentimientos e incluso con sus recuerdos más tristes y dolorosos. Al fin y al cabo sabía que él joven haría cualquier cosa para que lo pudiera superar, él la hacía tan feliz que apenas podía soportarlo. Solo pudo acercar un poco su mano para acariciar la cabeza del animal mágico el cual aceptó la caricia con gusto y cerró los ojos para disfrutarla.

—Mel—comenzó—Tú sabes que crecí en la pobreza. ¿No? —el dragón asintió con la cabeza prestando atención y acercándose al cuerpo femenino—Pues yo decidí trabajar en una posada para poder sobrevivir, perdí a mi madre a los 8 años así que era trabajar o que me vendieran a algún pervertido—una pizca de odio sacudió el cuerpo del dragón. ¿Por qué el ser humano era tan cruel con la gente vulnerable? —Yo prefería morir a permitir que algún degenerado me tocará o que me utilizará para cumplir sus deseos enfermos, el tabernero lo sabía así que por eso me maltrataba, sabía que yo no iba a irme por más que me maltratara y por eso me golpeaba como si pateara una piedrita en la calle—

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 27, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Domando a una bestia encantadora (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora