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Narra Sunghoon.

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Me había despertado en mi habitación, como de costumbre. Mi cabeza daba vueltas, de pronto los pensamientos de ayer llegaron a mi cabeza haciendo que mis cachetes se pinten de un color rosa.

Moví mi cabeza hacía la derecha y ahí estaba, Sunoo durmiendo plácidamente acurrucado entre las sábanas.

Tapé mi boca en signo de sorpresa ¿De verdad lo había traído a mi casa?

Me senté en el borde de la cama y pensé por unos segundos tratando de aclarar mi mente. Tenía un plan.

Me dirigí al baño para lavarme los dientes y hacer mis necesidades fisiológicas -obviamente lavando mis manos después-.

Mientras me dirigía hacía la cocina sonreía como tonto al pensar que tenía al chico que me gusta entre mis sábanas.

Suspiré volviendo a la realidad.

Hacer el desayuno.

Puse música para distraerme mientras buscaba unas tostadas para meterlas en el tostador, y poniendo la pava con agua en la hornalla para que hierva y poder servir el té en tacitas de un color azul pastel para luego dejar la mermelada, el dulce de leche y el queso untable en la mesa acompañado de las tostadas y el té.

— Buenos días —apareció el pelirosa en el comedor con un remera mía que le quedaba un poco grande, frotando sus ojos y teniendo su pelo alborotado.

— Hola —sonreí para sentarme en la mesa y echarle dos cucharadas de azúcar a mi té.

— ¡Hiciste el desayuno! —dijo emocionado pero con un tono adormilado.

— Sí... Es que ayer me sentí culpable porque parecía que estabas muy cansado —dije con un tono de culpa— Apenas llegamos y te dormiste en el sillón.

— Bueno, no es cosa de todos los días tener sexo en un auto —sonrió agarrando el pote de dulce de leche para untarlo en su tostadas.

Yo solo me digne a mirarlo atentamente mientras el no borraba la sonrisa de sus labios, tarareaba un poco al seguir la letra de la canción de fondo y su vista estaba en el lindo paisaje de edificios que dejaba ver el balcón.

El rock nacional de Soda Stereo retumbaba en la habitación. Sin mentir, amaba los ojos de Sunoo, tan amorosos que me transmitían paz, creo que los miraría por minutos, horas, días y meses.

Había algo lindo rara vez que nos veíamos o estabamos juntos, ese sentimiento de no querer dejarlo nunca por miedo a que no lo vea más, ese sentimiento me hacía sentir vivo y me hacía entender lo que realmente era estar enamorado.

— Dios, me olvidé de preguntarte algo —dejó su taza en la mesa.

— ¿Eh? Contame, tengo todo el día —me crucé de brazos dispuesto a escucharlo.

— Primero —me miró inclinando la cabeza un poco, como un perrito, cosa que me hizo sonreír— ¿Desde cuándo te gusto? ¿Por qué te gusto?

Sus preguntas eran fácil de responder para mí porque me las había repasado cada vez que dudaba que me había enamorado de él.

— Creo que me gustas desde que viniste a comer a mi casa y estaba mi vieja y los chicos —respondí asintiendo con la cabeza— ¿Y el por qué?...

Asintió.

— Ah decir verdad no me llamabas la atención, todos hablaban de vos pero yo no tenía motivos como para hablarte —negué con la cabeza viendo al piso— pero desde ese sábado que me propusiste ir a pasear por el barrio de Changbin... Creo que ya había caído ante "tus encantos".

Hice comillas con los dedos al final, a lo que el me miró levantando una ceja.

— ¿"Encantos"? —imitó mis movimientos— perdón por ser encantador naturalmente, ya es parte de mí —bromeó con una sonrisa en sus comisuras.

Reí levemente al ver como presumía sus dotes de enamorar a los demás.

— Aparte, tenemos la misma forma de pensar —agregué— Nunca te quejaste o burlaste por mis gustos o como pensaba.

El empezó a jugar con sus manos nerviosamente.

— A mi me gustas desde que te ví —declaró con las mejillas rosas— era raro que te haya aceptado que me acompañes a buscar un tacho... Si hubiese sido otro desconocido le hubiese dicho que no.

Sonreí al oír eso.

— A mi me pasó algo parecido con vos —suspiré— soy muy reservado con todos, no tengo la necesidad de ayudar o ser empático con gente que no conozco... Pero algo en mi interior decía que tenía que ir detrás de vos.

Sunoo soltó un risita y junto sus piernas hasta su pecho y me volvió a mirar.

Hubo un silencio en dónde solo nos sonreímos y se escuchaba el sonido de los llamadores de angeles que tenía colgado de en mi balcón y se movía debido a la leve brisa que corría.

— Me dijiste que no habías cogido con un varón pero me duele mucho el orto —se masajeo su espalda baja con una de sus manos y arrugando la nariz— ¿Cómo puede ser?

— Pero eso no significaba que sea un inexperto —dije con un tono egocéntrico y a la vez gracioso.

Sunoo se rió por mis acciones y tapo sus labios dulcemente con una mano.

— Ya basta —me tiró una servilleta— vamos a lavar lo platos que quiero que me des mimos.

Yo solo asentí con una sonrisa y observé como se paraba con dirección a la cocina, mientras caminaba movía sus caderas, y cantaba Trátame suavemente de Soda Stereo que sonaba de fondo.

Por favor, Diosito ¿Podrían ser todos los días así?

Por favor, Diosito ¿Podrían ser todos los días así?

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tarado ! sunsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora