Capítulo 5

2 0 0
                                    

Al entrar a su departamento todo está en silencio, solo se escucha el ruido de las olas a lo lejos. No es la primera vez que vengo aquí. Aquí solía venir cuando quería estar solo. Nunca huyó de mi, siempre me traía con él.

Jamás fuimos esas parejas que hacían escándalos, la verdad que nunca peleábamos. Llegué a pensar que nuestra relación era aburrida por eso. Que le hacía falta discusiones pero ninguno de los fuimos criados de esa manera. Nuestros papás casi nunca peleaban entre ellos. Así que esa opción me fue totalmente descartada.

Pensé un montón de opciones por las cuales no le fui suficiente. Nunca estuvo entre ellas el que yo no sea lo suficientemente atractiva. Sabía que estaba dentro de los estándares de belleza, ni más ni menos.

No voy a mentir, pasé muchas noches en vela tratando de entender. Mamá viajó conmigo al principio para que pudiese adaptarme a mi nuevo hogar temporal. Me vio llorando noches pero jamás me cuestionó nada. Supongo que ella sabía todo lo que estaba pasando y todo lo que yo sentía. Dicen que las madres son brujas.

Mientras los recuerdos seguían abrumándome, escucho la puerta ser cerrada detrás de mi lo que hace que pegue un saltito en mi lugar.

-Ponte cómoda, igual no es como que no hayas venido nunca- me sonríe amablemente pero no le creo nada.

Paso al living y me siento sobre el sillón que da vista al mar. Es por eso que eligió este lugar. Por el gran ventanal con vista hacia el mar.

Pasan unos minutos hasta que siento sus pasos y veo como una mano me acerca una taza de café.

-Ten, tiene escencia de avellanas- sabía lo que me gustaba obviamente.

-Gracias- acepto su hospitalidad, si vamos a tener una charla amarga que sea con algo rico.

El pasa enfrente de mi para sentarse a mi lado pero se sentó muy cerca por lo que me alejo un poco. Escucho su suspiro y veo como baja la mirada hacia su café, tiene una apariencia derrotada. Los hombros caídos, la cabeza baja mirando la taza sobre sus manos. Es notorio que está cansado.

Hasta ahora no me había puesto a analizarlo. Por su barbilla que tiene pequeños crecimientos, dan indicio de que lleva 2 o 3 días sin afeitarse. Siempre dijo que quería llevar una pequeña barba de grande.

-No sé por dónde empezar- tuve que correr mi mirada rápido antes que me descubra viéndolo.

Carraspeo para disimular que no estaba analizándolo fijamente. -Podrías empezar por decirme porque dijiste esas cosas enfrente de los periodistas- ya estaba empezando a reaccionar y el enojo volvía a mi.

-África, lo que escuchaste fue todo verdad. No sé qué quieres que te explique, ¿qué no entendiste?- me responde como si estuviese cansado.

-Primero, deberías fijarte en que tono me hablas. Y segundo, no entiendo cómo de un día a otro estoy comprometida si ni siquiera recuerdo haber aceptado- no puedo creer que aún se digne a hacerse el ofendido, yo debería estarlo.

-Estoy contestándote como puedo, es difícil para mi también hablar contigo después de tantos años y aún seguir sintiendo el desprecio que me tienes- ¿Cómo dijo? Esta charla no tiene un buen camino.

-Ahora yo soy la culpable de que me hables mal por consecuencia de los errores que tú tuviste- no pienso callarme esta vez. Si la última vez que lo vi me fui huyendo como un perrito mojado, esta vez sería diferente. Yo vine para quedarme.

-¿Cómo podría solucionar mi error si nunca me diste la oportunidad? Ese día quise explicarte todo pero lo único que hiciste fue correr de mi y hacer pública la ruptura. Para después huir del país y no volverme a dirigir la palabra, ni la mirada- enserio se está abriendo y no quiero seguir con este tema, no es lo que importa ahora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Caso MirtogluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora