-Nerima-

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2.

—Nerima—

La familia Tendo vivía en un lugar llamado Nerima, que estaba a unas horas de viaje en tren del lugar donde Ranma y sus padres vivían.

Era media mañana cuando el niño y sus padres llegaron a la estación de trenes y tomaron uno. Su madre había comprado unos billetes muy buenos, en un vagón propio y con derecho a almuerzo; el viaje sería largo y tedioso para un niño tan pequeño como él así que Nodoka procuró que viajara lo más cómodo posible.

Ranma nunca había montado en tren así que las primeras horas del trayecto estuvo muy emocionado. No dejaba de mirar por la ventana, entusiasmado por la gran velocidad a la que iban, admirando un paisaje de campos fértiles, pueblos rurales y después... las montañas. ¡Incluso algún lago! Todo aquello le llamaba tanto la atención porque nunca había salido de la ciudad y por más que su madre intentó explicarle algunas cosas que debía saber para su encuentro con los Tendo, el pequeño no le prestó mucha atención. Ni siquiera se dio cuenta del momento en que su padre desapareció del vagón pero no volvieron a verle hasta que llegaron a la estación de Nerima.

Nodoka resoplaba una y otra vez mientras miraba con fastidio las puertas del compartimento. Ranma se dio cuenta del enfado de su madre y decidió intentar portarse un poco mejor; se sentó en su mullido asiento junto a ella y le prestó toda su atención cuando volvió a hablar.

—Tienes que ser muy educado cuando lleguemos al dojo —le decía su madre—. Nada de desaparecer como sueles hacer, ¿entendido? Te quedarás a mi lado todo el tiempo.

—Entendido.

—Y serás respetuoso con el señor Tendo y sus hijas. ¿Entendido?

—Entendido.

—Piensa que cuando te cases con su hija, el señor Tendo será también tu familia y debes causarle una buena impresión —insistió Nodoka—. Por eso debes ser simpático y bueno con tu prometida, ¿entendido?

—Entendido...

—Ranma, ¿seguro que estás entendiendo de lo que te hablo?

El niño asintió con la cabeza, aunque no era del todo cierto. No es que Ranma quisiera mentir pero entre el balanceo del tren y el suave tono de voz de su madre se había ido adormeciendo poco a poco y sin remedio. Todavía oía los susurros de la charla mezclados con el monocorde sonido de los raíles cuando Ranma no pudo resistirse más y cerró los ojos.

Sin embargo, todo lo que la mujer le había contado quedó registrado en su mente. Todos los conceptos y detalles que, aún sin comprender del todo, permanecieron ahí cocinándose junto con los escasos conocimientos que cualquier niño de seis años pueda tener sobre lo que es un matrimonio o las relaciones.

Y cuando su madre lo despertó con una suave caricia, Ranma estiró la cabeza y se frotó un ojo al tiempo que bostezaba. Seguidamente, se le escapó la pregunta.

—¿Qué pasará después, mamá?

—¿Después de qué?

—De que me case con esa niña...

Los ojos de Nodoka se iluminaron.

—¡Ah! Bueno, pues que viviréis juntos y seréis muy felices —Le respondió con gran regocijo. Pero Ranma entornó los ojos.

—¿Y dónde viviremos?

—¿Eh? Pues, en el dojo Tendo, claro...

—¿Qué? ¿Por qué?

Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora