-El Plan-

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5.

—El plan—

La visita de los Saotome se alargó durante al menos cinco días más. Pero aquello no molestó ni angustió demasiado a Ranma porque el niño ideó un plan genial.

A su corta edad los conocimientos que pudiera tener sobre chicas, matrimonio y en general, las relaciones románticas o sentimentales eran de lo más reducidas. Se podría decir que lo poco que sabía, si es que sabía algo, era producto de algún episodio que hubiera visto en un anime por la tele. Pero Ranma era un muchacho de recursos, así que pensó un plan infalible a pesar de esos inconvenientes.

¿Cuál era la forma más fácil de conseguir que la novia de uno se enfadara y le dejara? ¡Pues teniendo otra novia! Y Kasumi, que no era su novia pero sí su futura prometida, tenía que enfadarse con él y dejarle. ¿Cómo? Ranma necesitaba otra novia, o al menos, necesitaba alguien que lo pareciera. ¿Y lo tenía? ¡Por suerte sí!

Akane.

Su plan maravilloso consistía en ignorar a Kasumi y a cambio, prestarle toda su atención a Akane. Y así lo hizo durante los dos primeros días en el dojo Tendo. Allá a donde Akane iba, él la seguía. Le decía que sí a todo lo que la niña le propusiera y se aseguraba de reír siempre que Kasumi andaba cerca para que los viera divirtiéndose sin ella.

Parecía el plan perfecto. Él ya había visto lo sorprendidos y (en su opinión, contrariados) que parecían cuando se mostraba hosco con Kasumi. Y no había dejado de notar, igualmente, el modo curioso, cuanto menos, en que los vigilaban a Akane y a él cuando estaban juntos. Todo ello, él quiso interpretarlo como la señal inequívoca de que si hacía ver que prefería a Akane, Kasumi se enfadaría y entonces los adultos tendrían que disolver el dichoso compromiso.

¡Y él sería libre!

¡Era perfecto!

Solo que... algo no salió como él esperaba.

Al tercer día Ranma se dio cuenta de que a la hermana mayor no parecía importarle demasiado que solo jugara con Akane. No parecía triste ni enfadada cuando los veía ir y venir por la casa o corretear entre risas por el jardín; al contrario; solía sonreírles, animarles a divertirse y les preparaba galletas con gran ilusión.

Por otro lado, sus padres parecían más satisfechos que nunca con él y Ranma, que tampoco entendía eso, empezó a inquietarse. O lo que hacía no servía de nada o había algo que no comprendía de aquella situación. Por más que se esforzó en llegar a alguna conclusión sobre lo que estaba pasando no lo consiguió y empezó a frustrarse.

El tercer día por la tarde, Ranma se resignó pensando que no había más que él pudiera hacer salvo intentar huir de nuevo; pero descartó esa posibilidad rápidamente, pues no quería morir atropellado tal y como su amiga vaticinaba sin parar.

Así que empezó a concentrarse en pasar aquellos días de la mejor manera posible. Por suerte, la temible idea de que sus padres se irían dejándole a él allí desapareció de su mente. Y esto se debió a que descubrió que no se estaba tan mal en ese dojo.

Para empezar, era una casa tan enorme que había miles de posibles juegos y formas de divertirse en ella. Allí no tenía tareas como en su casa y si quería, podía pasarse el día jugando con Akane. Aunque también hacía otras cosas.

Por las tardes su madre, la pequeña Tendo y él salían a pasear por el barrio y Akane les explicaba, animada, todo lo que sabía de Nerima. Les enseñó su escuela e incluso el instituto al que iría cuando fuese mayor. Además ocurrió algo aún más increíble; su tío Soun le permitió asistir a algunas de las clases que le daba a Akane y se animó a enseñarle algunas de las nociones básicas del Arte.

Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora