-Prometida-

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1.

—Prometida—

—¿Qué voy a tener una qué, mamá?

—Una prometida, Ranma.

—¿Qué es una prometida?

Su madre le sonrió como hacía bastante tiempo que no lo hacía, estirando bien sus finos labios y mostrando un poco los dientes. Ranma se sintió bien al verla, incluso un poco satisfecho, como si hubiese sido obra suya.

Había notado que su madre no estaba muy contenta últimamente. Se mostraba seria y apagada, ya no le buscaba para jugar sino que le sugería jugar con sus amigos fuera de la casa mientras ella se escabullía a su dormitorio y se quedaba allí, largas horas, en silencio. Y las discusiones, sí; Ranma había oído discutir a sus padres durante las últimas noches encerrados también en su dormitorio, pero no había logrado descubrir el motivo por el que esto ocurría.

A fin de cuentas solo tenía seis años.

Había oído frases sueltas que no acababa de entender, y aunque tenía la vaga sospecha de que tenía algo que ver con él, su mente era aún demasiado inmadura como para unir las piezas correctamente y descubrir la verdad.

Pero aquel día las cosas habían sido distintas desde primera hora de la mañana. Hasta un niño pequeño puede sentirlo cuando hay un sentimiento de expectación tan grande llenando su casa. Lo soportó durante el desayuno y siguió con sus tareas habituales hasta que decidió preguntar a su madre.

Y esa fue la respuesta que ella le ofreció: Vas a tener una prometida.

—Una prometida es... la persona con la que te casarás algún día —Le explicó.

Ranma torció la cabeza.

—¿Casarme?

—Cuando seas mayor, claro.

—¿Cómo... papá y tú?

La sonrisa de Nodoka se hizo más pequeña, fue casi imperceptible pero su hijo notó el cambio de algún modo.

—Sí, Ranma. Así es.

El pequeño caviló sobre ello, aunque no demasiado. Las peleas entre sus padres eran una novedad demasiado desagradable para él, y por eso fue lo primero que se le vino a la cabeza al pensar en matrimonio. Negó con todas sus fuerzas y apretó los puños a la altura del pecho para dar énfasis a su rechazo.

—¡Yo no quiero casarme! —exclamó, decidido—. ¡No quiero ninguna prometida tonta!

Su madre se movió a la velocidad del rayo y le dio un capón en la cabeza.

—Tu prometida no es tonta, así que no hables así de ella —le indicó, severa—. Un auténtico hombre jamás insulta a una mujer.

—Pero...

—No, Ranma. Esto es muy importante. Pide disculpas.

—¡Pero si ella ni siquiera me ha oído!

—Pide disculpas como un hombre.

Al niño no le quedó más remedio que obedecer a su madre; no por el capón, ni porque le interesara ser un hombre como ella decía; lo hizo porque quería que su madre volviera a sonreír.

Después de eso Nodoka le explicó que ese día irían a visitar la casa de su futura prometida. Al parecer se trataba de la hija de un amigo de su padre con el que había entrenado durante su juventud; el susodicho ahora tenía un dojo donde enseñaba el estilo libre "todo-vale" que también practicaba Genma.

Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora