-Rabia-

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Nota: Os advierto que para cuando acabe este capítulo sentiréis un profundo odio hacia uno de los personajes...

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7.

—Rabia—

Un par de días antes de la partida de los Saotome del dojo Tendo, Soun reunió a las dos familias en su jardín e insistió en que se hicieran una bonita foto de recuerdo de aquellos días que habían pasado juntos.

Soun se colocó en el centro junto a Genma, mientras que Kasumi se puso al otro lado de su padre y Nodoka, al otro lado de su marido. Los pequeños Ranma y Akane se colocaron delante de ellos, sonrientes y con el sol dándoles en la cara. De fondo estaba el jardín y el bonito estanque con los peces, podían verse algunos de los árboles y las plantas. Y también se veía otra cosa; segundos antes de que el disparador automático de la cámara saltase, Akane agarró la mano de Ranma y en la foto podía verse claramente las dos pequeñas manos unidas flotando en el aire y un ligero rubor en el semblante del niño.

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Cuando Ranma y sus padres estuvieron de regreso en su casa, Genma no tardó en cambiarse de ropa y salir por la puerta alegando unos asuntos pendientes y sin molestarse en especificar cuánto tiempo estaría fuera. Nodoka, que podía adivinar sin problemas las intenciones de su marido enmascaradas por sus palabras no tuvo duda alguna de que pasarían varios días antes de que el hombre volviera a pisar aquella casa. Al principio resopló molesta por ello, pero en seguida se dio cuenta de que en realidad no le importaba tanto.

La casa estaba más tranquila sin su marido dando voces por allí y los días que habían pasado en el dojo habían resultado tan deliciosos que lo que menos le apetecía a Nodoka era empezar con las discusiones rutinarias. Estaba muy satisfecha por cómo habían salido las cosas y tenía, ahora sí, la firme esperanza de que había construido los cimientos de la que sería una vida feliz y tranquila para su querido hijo. Nada de andar perdido en absurdos viajes de entrenamientos, nada de vagabundear por las ciudades y pueblos buscando pelea o recurriendo a viles trucos para conseguir algo que llevarse a la boca, no habría torneos peligrosos ni desafíos sin retorno. Si Ranma quería convertirse en un artista marcial como su padre, lo haría; pero tendría una familia, un hogar, un oficio respetable que le permitiría mantener a su familia y permanecer a su lado.

Sí, Nodoka respiraba un poco más tranquila pensando que había salvado a su pequeño de una vida arrastrada e inestable como la que su marido se empeñaba en llevar a pesar de que no era necesario.

La mujer se había dado cuenta también de que todas las excusas baratas que su marido le había ofrecido para conservar ese estilo de vida disperso y disoluto no eran ciertas; y lo había descubierto gracias a Soun. Un padre de familia responsable, dueño de un dojo y sin esas condenadas ínfulas de superioridad por ser artista marcial. Sin duda, Nodoka prefería mil veces que Ranma fuera como ese buen hombre antes que como el sinvergüenza de su marido.

Puede que, incluso, ella pudiera arreglar las cosas para que Soun fuera el maestro de Ranma y no su padre. Podría pasar alguna temporada en el dojo aprendiendo, un verano por ejemplo. Así tomaría a Tendo como ejemplo, imitaría su filosofía de vida y su relación con Akane también se desarrollaría mejor y de un modo más sólido si podían pasar juntos más tiempo.

Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora