Afrodisíaco

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Los minutos trascurren. Itachi trata de contener sus feromonas, el aire es caliente, su respiración se esta volviendo frenética. El silencio junto con sus pensamientos son lo único que le recuerda que están lejos de la fiesta, cualquiera que los haya visto pensara que solo trata de aprovecharse de Deidara.

El omega vuelve a sentir otra oleada de calor. Su respiración es agitada, su olor de está volviendo pesado hasta el punto de hacer soltar algunos gruñidos del alfa.

El efecto de la droga se ha activado. Itachi siente su cuerpo calentarse, desabrocha los botones de su playera.

Deidara se replantea el no haber demostrado su habilidades con aquel grupo de alfas. Contiene un gemido al sentir su entrada lubricar.

Cierra sus ojos. Un recuerdo aparece. Se encontraba viendo discutir a su padre con una mujer de cabellera azabache, los gritos de escuchaban hasta la planta superior.

Los adultos se insultaban. La Omega, por sus feromonas, tenía algunas heridas visibles en su cuerpo, la sangre escurría. Hasta un punto su nombre fue mencionado, chillo tapando su boca antes de que pudieran escucharlo.

Aquella mujer quería llevárselo, lo cual su padre prohibió y exigió que no volviera a pisar su casa. Su madre aparecía usando su voz saco a la Omega de su hogar. Fue la primera y última vez que la vio.

Itachi suspira. Lleva la mano a la frente limpiando parte del sudor, su respiración se vuelve frenética e intenta contener su aroma. Mira a su costado, ver al Omega temblar por los estamos lo frustra.

No debería de estar cercas, es más, no debería ser el quien lo cuide. Ruega que Konan llegué antes de que la situación se vuelva irreversible.

— ¿Qué mierda te hicieron? —gruñe.

— No es nada—susurra apretando sus manos en el vientre.

— Deidara, apestas. Tus feromonas son fuertes.

— ¿Entonces que haces aquí?

Guarda silencio. Discutir no solucionará nada. Trata de mantener una distancia prudente, su instinto araña para poder salir y tomar a su Omega. Su cabeza duele, lleva su mano derecha al brazo izquierdo enterando sus garras, así es, su razonamiento lo está abandonado.

Los segundos pasan. Por más que intente mover sus piernas para salir a tomar aire, estás no lo obedecen. Se tensa al escuchar un gemido, mira asombrado a Deidara.

El rostro del Omega está ruborizado hasta la punta de sus orejas se puede ver el tono. Otro gemido se escucha, fue suficiente para tomarlo de los hombro, sus miradas de conectan. Sin apartar su vista, Deidara es acorralado. Su espalda choca con las sábanas.

— Apartarte—murmura.

— Lo siento.

Une sus labios antes de perder por completo la cordura. Sin romper el beso empieza a desabotonar su playera, ante la desesperación termina por destrozarla. Acomoda mejor su cuerpo. Con sus manos recorre el cuerpo del Omega, se detienen al llegar a las piernas. Sonríe entre el beso antes de buscar la orilla de la ropa interior.

Escuchar los suspiros y gemidos enorgullece su instinto. Separa sus labios, ante la mirada nublada retira la ropa interior. Baja de la cama, se arrodilla y jala ambas piernas hasta tener aquella parte húmeda.

Sonríe antes de separar las piernas, ante tal acción intenta volver a juntar. Acerca su rostro, una vez teniendo aquel majestuoso manjar empieza a lamer, con su mano toca el miembro haciendo gemir a su Omega.

— Mhg —sus manos aprieta las sábanas— Ah~ah

Deidara no tiene la suficiente fuerza para apartarlo. El afrodisíaco está asiendo efecto, más de lo que pensaba, su cuerpo entero quema al sentir cada tacto. Lleva su mano a la cabellera azabache e intenta apartarlo, sin éxito. Sin su fuerza y perdiendo ante su instinto, no puede hacer demasiado que digamos.

Sucesos que nos unieron (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora