III. Diferencias

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Desde hace siglos que no se veían, y ahora resulta que tuvieron que hacerlo obligatoriamente a fuerzas

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Desde hace siglos que no se veían, y ahora resulta que tuvieron que hacerlo obligatoriamente a fuerzas. No es que fuera capricho de uno y desacuerdo del otro, sólo que a veces... tenían sus diferencias.

Dazai no se tomó mucho tiempo en explicarle la situación puesto que él tampoco sabía prácticamente nada de su misión, así eran los encargos de Los Superiores, poca información y mucho por hacer o cumplir.

No tenía quejas, casi siempre terminaba en lo que ellos esperaban y las cosas volvían a la normalidad, tampoco podía poner resistencia ya que no era alguien de discutir cuando se trataba de sus palabras en juramento. Para eso existía, para eso existían todos. Mantener la paz y el orden en el planeta era el único propósito de su inmortalidad.

Nunca causaba problemas si llegaba a trabajar en equipo con deidades de diferente rango, tipo, especialidad, jamás tuvo conflictos con nadie. Excepto uno.

Akutagawa Ryunosuke era increíblemente fuerte a pesar del defecto en sus pulmones, porque al momento de su creación algo causó un desajuste en su energía como Dios del Dragón. Aunque eso no impedía que fuera de los mejores en todo El Jardín, justo por eso estaba yendo a buscarlo en estos momentos.

El chico tenía casi la misma antigüedad que él, por lo que se criaron y entrenaron juntos durante muchísimo tiempo. Cada uno conocía los ataques del otro, las regiones que podían vigilar y cuidar, el territorio que le correspondía a cada deidad y las maneras de agradecerles por sus buenos actos o castigarlos por sus malas acciones.

Eran literalmente el ying y el yang, eso lo decidió Natsume-sensei el día de su nacimiento.

Luego de subir los mil doscientos veinte escalones que simbolizaban su edad, acabó por tocar el portón gigante de madera obscura varias veces. Era un templo solitario, Akutagawa no salía mucho de su hogar a excepción de cuando era muy necesario, ya sea por invocaciones u ocasiones como estas.

Esos ojos grisáceos que imponían poder y frialdad le seguían congelando el corazón a pesar de tantos años. Seguía con esa expresión casi sin vida que tanto le caracterizaba, sus cabellos ligeramente opacos en contraste con las puntas blancas que daban final a los mechones de enfrente, esa línea fina que tenía por labios.

- Nop- Fue lo único que pronunció al ver quién llamaba a su puerta, luego la cerró de un portazo dándole en toda la cara

- ¡Akutagawa!- Reclamó con una mano en su nariz, el golpe le dolió - ¡Mira, no subí mil doscientos veinte escalones para que no quieras abrirme la puerta!

- ¡Me da igual!- Respondió divertido desde adentro - ¡Si los pudiste subir los puedes bajar, así que lárgate!

- ¡Créeme que no quería ni acercarme a tus terrenos, pero no tuve opción esta vez!

- ¡Si no se trata de la segunda Guerra Santa te puedes ir por donde viniste!

- ¿¡Pusiste un sello en tu casa específicamente para que yo no pueda pasar!?

Suspiro de Vida // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora