XII. Promesa

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Un pequeño niño se encontraba de rodillas frente a un bulto en la tierra, lleno de barro y lágrimas heladas que resbalaban por su rostro y se perdían entre las gotas de lluvia

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Un pequeño niño se encontraba de rodillas frente a un bulto en la tierra, lleno de barro y lágrimas heladas que resbalaban por su rostro y se perdían entre las gotas de lluvia.

Frente a él estaba una tumba recién terminada y algo improvisada, con una flor de loto blanca por encima del letrero que tenía escrito el nombre de la difunta. Hasta hace poco el cielo compartía su tristeza, su soledad al ser la única deidad capaz de sufrir por una humana.

Aunque no estuviera completamente solo en aquel entonces, su compañero no podía llorar, no podía sentir lo que él sentía en ese instante, no compartía sus mismas emociones. Sin embargo, hacía un esfuerzo, observando a lo lejos su derrumbe emocional por culpa de un accidente.

Akutagawa nunca entendió eso, llorarle a una humana que ya había concluido con su ciclo de vida le parecía un poco tonto, pero le era de mucha ayuda al ocultar su secreto y guardarlo bajo llave. El diluvio también lo empapaba, él también sentía en parte lo mismo que el albino.

- Ya es hora de irnos- Susurró el pequeño azabache a su lado - Jinko, Dazai-san se dará cuenta de que no estamos en nuestra habitación

- Pero fue mi culpa- Sollozó una vez más, lamentándose de su propia debilidad - Yo la maté... Ryū, yo la maté

- No, no es verdad- Discutió con seriedad en su voz y en su expresión - Sabes que no es así y nunca lo será, fue un gran peligro para ti y sólo te protegiste

- ¿¡Y fue a costa de su vida!?

Cuando creía que su llanto iba a cesar, la imagen de esa mujer muriendo regresaba a su cabeza. Había asesinado con su propio poder a alguien inocente, alguien que simplemente no estaba en el lugar ni en el momento correcto, una persona que quizás tenía una familia esperando por ella, y que ya no podría regresar a su hogar nunca más.

Atsushi lloró por otro rato más en los brazos de su compañero, calmando sus emociones al mismo tiempo que el cielo se despejaba, indicando que ahora se sentía un poco mejor. Limpió sus ojos con la manga de su kimono en un intento de que volvieran a su tono normal, que de igual manera, ya estaban un poco hinchados.

La noche cayó tan pronto como regresaron a su habitación, Dazai estaba ocupado en una reunión que había durado más tiempo de lo pensado, por lo que no tenían mucho de qué preocuparse. El pequeño tigre lavó su cara con agua tibia, los dos cambiaron sus ropas por unas nuevas y secas, regresando a los tufones para encontrar calor en las mantas.

- Ryū...- Le llamó despacio dándose la vuelta - ¿Crees que soy un monstruo por causar la muerte de esa señorita?

- No, no lo eres y cualquiera que te llame así se las verá conmigo

- Ryū

- ¿Qué pasa?

- ¿Puedo dormir contigo?

Akutagawa suspiró aún en su tufón y con los ojos cerrados, levantando la orilla de la colcha como indirecta para el contrario y que pudiera entrar a su cama.

Suspiro de Vida // SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora