26. Un Tiger Frappe

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—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Suea, que acababa de llegar a la tienda después de estar ocupado toda la mañana. No pudo llegar hasta después de las dos de la tarde.

—Vine a trabajar —contestó Mao brevemente a su jefe, mientras tres pares de ojos observaban en secreto a Chonlathorn, que estaba sentado leyendo un gran montón de documentos.

—Pee, ¿deberíamos cobrarle alquiler por la mesa? El dinero del café no cubre el costo del aire acondicionado.

¡Paf!

—¿En serio piensas eso? —Suea le dio un golpe a su subordinado. Chonlathorn era el dueño del edificio donde ellos alquilaban el local. O mejor dicho, era el dueño del proyecto Daylight Place, un conjunto de dos edificios de oficinas urbanas uno al lado del otro. Uno de los edificios albergaba la compañía de Chonlathorn, mientras que el otro era un espacio de oficinas en alquiler. Delante de ellos había una plaza de dos pisos que Chonlathorn había arrendado por completo a un cliente importante, quien gestionaba ese espacio.

Gracias a la amabilidad de Chonlathorn y Thanwa, el único café en todo el proyecto era el de Suea y Oun, lo que les permitía manejar las finanzas del negocio sin dificultades. La mayoría de los clientes eran empleados de oficina, por lo que el lugar estaba ocupado solo por las mañanas y al mediodía. El resto del tiempo, los clientes ocasionales eran los que visitaban las empresas o los que pasaban por la plaza después de hacer sus compras.

—¿Fah dijo algo? —preguntó Suea, al no ver a Yada en la tienda, imaginando que probablemente estaba en su oficina con Talay.

—No, esta mañana pasó medio día organizando su trabajo, y no había pasado ni dos horas desde que bajó cuando el señor Thorn también bajó, como puedes ver —respondió Mao, mientras todos intentaban disimular que observaban a Chonlathorn con tres pares de ojos atentos.

—Mao ya cree que esto raro, ¿no? ¿Vino a disculparse con su secretaria o con su esposa? Es demasiado serio.

¡Paf

Por segunda vez, Suea eligió una revista grande del mostrador y le dio otro golpe a Mao.

—Mao, no vuelvas a mencionar esto, ¿entendido? —Oun rápidamente advirtió a su subordinado. Quería que Mao y Mok entendieran para que pudieran ayudar a cuidar de las cosas y, además, estaba tratando de convencer a los dos hermanos de que se mudaran de su departamento y se quedaran en la casa de Yada, ya que no quería que ella viviera sola. Yada también estaba de acuerdo con esto, y tener a los dos hermanos allí le daba más tranquilidad.

—Sí, sí, ¿qué clase de persona crees que soy, P'Oun? No diré ni una palabra, lo prometo —dijo Mao, simulando cerrar con una cremallera su boca frente a ambos jefes.

—Más te vale. Si te descuidas, te despido.

—Y si me despiden, me postularé para ser el secretario del Sr. Thorn. Vaya jefe tan considerado, viniendo a disculparse con su secretaria en persona. Nada que ver con...

¡Paf!

—¡Ay! ¡No se puede bromear ni un poco aquí! Si no me despiden, me quedaré en esta tienda por siempre, entregando mi vida, mi cuerpo, mi corazón, y... ¡Oh! ¿A dónde van, jefes? ¡Vuelvan para escucharme! —Pero parecía que sus palabras no funcionaron, ya que tanto el jefe grande como el jefe pequeño salieron del mostrador sin voltear a verlo.

Mao, convencido de que sus jefes lo adoraban, se quedó riendo solo.

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Suea se llevó la revista con la que había golpeado a Mao. No sabía quién la había comprado, pero la había agarrado porque en la portada aparecían Rome y una modelo, muy juntos y abrazados.

Alguien te ama [Someone Loves You]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora