2. Cuanto más cerca, más incierto

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—De mal humor tan temprano —comentó Oun cuando Yada se dejó caer en la silla frente a él.

—Pídeme un capuchino frío —Yada no respondió a la pregunta y en su lugar pidió café al único empleado de la cafetería.

—¿Qué te pasa? —Oun le sonrió a su amiga, ya acostumbrado a ese tipo de actitud de Yada.

—Estoy aburrida.

—¿Por qué?

—Uf, Oun, sabes que a Fah le encanta la etapa del coqueteo, cuando la tratan como la persona más importante y la consienten —dijo Yada con una pizca de frustración.

—Sí —Oun conocía bien esa faceta de su amiga. Desde la escuela, Yada siempre había tenido que ser la número uno, la mejor en todo. Era obstinada y no se dejaba vencer fácilmente, algo que contrastaba con la personalidad de Oun. Pero, a pesar de sus diferencias, su amistad había perdurado porque Yada era honesta, abierta, generosa y una amiga auténtica.

—¿Qué hizo que nuestra princesa Yada se pusiera de mal humor? ¿Te vas a dignar a contarme?

—Es por el Sr. Tin... siempre antepone a su hijo. Hoy teníamos una cita planeada y la canceló, otra vez.

—¿Lo ha hecho a menudo? —Cuando se trataba de Tinphat, Oun siempre era cuidadoso. Había decidido no decirle a su amiga que Tinphat y el "P'Tin" del que estaba enamorado eran la misma persona. No tenía sentido complicar las cosas.

Oun había tomado esa decisión porque no quería causar problemas. Conocía bien a Yada; si ella supiera, probablemente le cedería el chico sin dudarlo, aunque quizá ya estuviera empezando a interesarse por él. No quería que dos de las personas que amaba estuvieran infelices. Uno era su mejor amiga, que renunciaría a Tinphat por él sin dudarlo, y el otro era el hombre del que estaba enamorado, que quedaría con el corazón roto si se enterara. Si a Tinphat no le gustara Yada, ¿por qué la estaría cortejando? Para bailar tango hacen falta dos. Decir la verdad no aseguraría que él tuviera éxito en el amor. Era mejor que uno sufriera, en lugar de dos. Las matemáticas nunca mienten. Oun creía que estaba tomando la decisión correcta. Al menos, uno de ellos podría ser feliz.

—Dos o tres veces —respondió Yada.

—¿Qué? —Oun la miró confundido. Había estado tan absorto en sus pensamientos que olvidó la conversación.

—Me preguntaste si cancelaba a menudo.

—Ah, sí... bueno, han sido solo unas pocas veces, no te enojes tanto. El Sr. Tin parece preocuparse mucho por ti.

—No sé, me estoy cansando. Si en algún momento decidimos estar juntos de forma seria, ¿tendré que convertirme en madre de inmediato? Tener un novio con un hijo... no estoy segura.

—Pero te gusta el Sr. Tin, ¿no?

—Sí, de todos con los que he salido, es el que más me ha gustado, pero este problema es peor que los que he tenido con otros.

—¡Fah! Elige mejor tus palabras. Si alguien te escucha, no sonará bien —le advirtió Oun. Yada se encogió de hombros; nunca le importaba lo que la gente pudiera decir de ella, ya que siempre sentía que lo que decía era la verdad.

—Olvídalo, solo me estaba desahogando. Me voy a trabajar, nos vemos para almorzar.

—Sí, ven, te prepararé algo delicioso para que nuestra princesa Fah esté de buen humor.

—Eres el mejor, Oun. Pensándolo bien, ¿y si nos casamos? Seguro sería feliz contigo.

—Estás loca, Fah. Vete ya, antes de que el Sr. Thorn se queje.

Alguien te ama [Someone Loves You]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora