31. Un poco

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—¿Me extrañabas? —Rome inmediatamente abrazó a Suea tan pronto como la puerta se cerró. Acababa de llegar a casa después de una sesión de fotos que duró más de lo previsto.

—¡Extrañar a los fantasmas, sí! —Suea se apartó, esquivándolo mientras caminaba hacia el gran sofá.

—No me extrañabas, pero igual viniste. Eso tiene sentido, tío —dijo Rome, encantado con el mal humor y la terquedad de Suea. Le parecía adorable. No le importaba lo que los demás pensaran, a él le gustaba tal como era, porque parecía más auténtico.

—Yo... yo... —Suea comenzó a tartamudear. Esa noche había cerrado su tienda y regresado a casa como de costumbre, pero no se sentía igual. Estaba inquieto, no podía concentrarse en nada, y antes de darse cuenta, había conducido apresuradamente hasta la casa de Rome.

¡Ay, no! ¿Qué excusa debería inventar? ¡Maldita sea, esto es ridículo!

—Vine por algo de Oun... Recordé que la última vez perdí una pluma. Tal vez se me cayó aquí, así que pasé a ver si la encontraba.

—¿Una pluma? ¿Una pluma, en serio, tío?

—¡Era cara! —Ahora que lo había dicho, Suea no tenía más remedio que seguir adelante.

—¿La has visto por aquí? —Para este punto, no había vuelta atrás. Si no seguía con la mentira, ese chico demoníaco se burlaría de él hasta morir.

—Encontré algo, pero no fue una pluma —dijo Rome, con una mirada traviesa. Si algo se había caído, debía de haber sido el envoltorio de algo que él usó.

—¡No es gracioso! Entonces, ¿no la encontraste? —Suea intentó sonar severo y serio, pero no pudo evitar la incomodidad.

—No, no la encontré.

—Entonces... —Suea comenzó a moverse, pensando que lo mejor sería regresar y lo más rápido posible. Venir aquí había sido una locura total.

—Ya que estás aquí, no te vayas. Quédate esta noche.

—¡Oye! —Suea se sobresaltó cuando Rome le arrebató las llaves del coche y el teléfono de las manos, colocándolos sobre la mesa frente a ellos.

—Quédate, tío. Al menos quédate hasta que te deje de extrañar. Déjame abrazarte esta noche, ¿sí? —La voz suplicante casi hizo que Suea cediera, pero un pensamiento repentino lo detuvo.

—No, gracias. Guarda la cama para tus mujeres.

—¿Mujeres? ¿Qué mujeres? —Rome frunció el ceño, habiendo trabajado día y noche, tratando de organizar su agenda para poder ver a alguien importante. Y ahora su gruñón abuelo estaba evadiéndolo.

—No es que me importe, pero parece que eres noticia. Tanto que incluso alguien como yo, que nunca lee noticias de celebridades, lo ha visto.

—¿Noticia? —Rome trató de recordar. Salían noticias suyas casi todos los días, grandes o pequeñas. Pero, ¿a cuál se refería Suea?

—¿No puedes ni recordar de qué noticia hablo? —Suea estaba aún más molesto cuando Rome actuaba como si no recordara. Estaba tan enfadado que casi enloquecía, ¡y el maldito chico no tenía ni idea!

—¡Mira! —Suea no pudo soportarlo más, agarró el teléfono de la mesa y abrió la noticia para mostrársela a Rome.

—¿Luksorn? —Rome encogió ligeramente los hombros. Pensó que se refería a eso. Ya lo había visto, pero ni siquiera se molestó en leerlo.

—¿Tienes algo que decir? —Suea lo miraba fijamente. No solo no había mirado la noticia que le mostró, sino que también se había atrevido a curiosear sus fotos en el teléfono.

Alguien te ama [Someone Loves You]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora