PRÓLOGO

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PORSCHE

Mis pies no podían moverse a mayor velocidad por los pasillos del Hospital General de Bangkok detrás de la camilla que llevaba el cuerpo malherido de mi hermano Porschay.

Los médicos continuaban gritando signos vitales mientras se apresuraban a instalarlo en la sala de emergencias y, aunque no entendía bien lo que decían, sabía que el que los números vayan cayendo no era buena señal.

A pesar de que las enfermeras querían apartarme de su lado, no había fuerza en este mundo que me alejara de él, ni siquiera el hombre al que más amo, Kinn, quien trataba de sostener mis brazos con fuerza para sacarme de la habitación.

-"¡Porchay por lo que más quieras quédate conmigo!"

Pero no importaba cuanto gritara. El hilo de sangre que se esparcía desde la ambulancia a la sala de emergencia era el crudo recordatorio de que mi hermano no resistiría a sus heridas.

¡No!

No podía pensar en eso. Eso era inimaginable. Porschay era lo único que yo realmente tenía en este mundo, mi única familia y alegría. ¿Cómo podría dar la cara ante mis padres si algo le pasara? Sin él no me quedaría nada y jamás me perdonaría el no haberlo protegido.

Los médicos continuaban conectando tubos a su cuerpo para ayudarlo a respirar, inyectándole toda clase de medicamentos mientras que las enfermeras corrían por la sala cargando las vendas empapadas de sangre que sacaban de su pecho mientras trataban de detener la hemorragia.

Nunca había sido una persona particularmente religiosa, pero en ese momento imploraba con todas mis fuerzas a los dioses de todo el planeta para que no se llevaran a mi hermano.

"BIIIIIIIIIIIIIIIIP"

La línea del monitor cardíaco se aplanó y la máquina produjo un sonido terrorífico que me estremeció. Aquel sonido que había escuchado tantas veces en películas dramáticas pero que no se podía comparar con vivirlo en la realidad. Aquel sonido que significaba que el corazón de mi hermano se había detenido.

- "¡POR LO QUE MÁS QUIERAS PORSCHAY NO ME DEJES! ¡POR FAVOR RESISTE! ¡QUÉDATE CONMIGO POR FAVOR!"

- "¡Sáquenlo de aquí!", gritó el médico de cabecera a las enfermeras, quienes inmediatamente me empujaron a través del umbral de la puerta del cuarto de emergencia.

Pero no era suficiente, yo seguía empujándolos a todos como un loco, tratando de alcanzar la mano de mi hermano quien yacía inconsciente en esa cama.

- ¡MALDITOS NO ME TOQUEN!, las lágrimas corrían por mis mejillas.

- ¡Porsche por favor detente!, gritaba Kinn mientras me sujetaba con fuerza. Pero yo no quería saber nada, solo veía con desesperación las manos del médico que intentaba reanimar el corazón de mi hermano.

- ¡POR FAVOR PORSCHAY! ¡PORSCHAY!

De repente sentí una aguja en el brazo y Kinn me sostuvo con fuerza mientras varios enfermeros me sujetaban para sacarme de la habitación. Quise pelear por mantenerme despierto pero las drogas hicieron efecto rápidamente y lo último que pude ver mientras perdía la conciencia era el cuerpo de mi hermano recibiendo un shock eléctrico en el pecho.

.....................

Al despertar vi una intensa luz blanca frente a mis ojos y sentí un fuerte dolor de cabeza que me aplastaba el cráneo, como si hubiera pasado una borrachera. Poco a poco me di cuenta de donde estaba y mis ojos se acostumbraron a la luz de la lámpara de la sala de emergencia.

¿Por qué no puedo despertar en la habitación de mi amado como todos los días? ¿Por qué no fue todo esto solo una pesadilla? 

Pero no, el olor característico del alcohol que invadió mi olfato de inmediato y me causó náuseas, me hizo percatar que no era un sueño.

Kinn sostuvo mi mano inmediatamente y apartó mi cabello para besarme en la frente.

- "¿Dónde está Porschay?" pregunté de inmediato y aunque Kinn no dijo nada, podía notar por la forma en que me miraba que lo que iba a decirme no era nada bueno.

- "Primero tienes que tranquilizarte, por favor no estás en condición de levantarte," dijo lleno de tristeza. 

-  "¿Dónde está mi hermano Kinn?", pregunté mientras me incorporaba de la cama rápidamente. De repente todo dio vueltas y creí que volvería a desmayarme, pero mi amado me sostuvo rápidamente entre sus brazos.

- "Por lo que más quieras Kinn, llévame con mi hermano," le dije mientras soltaba el suero que tenía conectado en el brazo.

- "Por favor detente. Tienes que descansar," dijo tratando de evitar que me pusiera de  pie, pero yo seguía insistiendo en ir a ver a Porschay.

- "¡Maldita sea Kinn! ¿Dónde está Porschay?!," le grité.

Él solo me miró fijamente y sostuvo mi rostro entre sus manos con delicadez. Sus ojos parecían ocultar algo pero no me atrevía a adivinar lo que era, no podía ni siquiera pensar en lo que esa mirada significaba.

- "Lo siento tanto mi amor...," dijo Kinn y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

- "No Kinn. Llévame donde está Porschay"

- "Tu hermano..."

- "Llévame con él"

- "Porsche él..."

- "No lo digas"

- "Porsche..." 

- "¡Por lo que más quieras no lo digas!"

- "Mi amor. Tu hermano ya no está con nosotros"

- "¡Te dije que no lo digas! ¡Llévame con él!"

- "¡Porsche! ¡Porschay está muerto!"

Escuchar esas palabras fue como ser golpeado por un balde de agua fría. No, fue como si mi cuerpo se rompiera. No, yo sentí que me moría.

El grito desgarrador que salió de mi garganta no solamente asustó a Kinn, quien me sujetó con fuerza hacia su pecho, sino a mi. Jamás en la vida pensé sentir un dolor tan intenso en el alma. No lo sentí cuando dispararon a Kinn en las montañas y no lo sentí cuando me enteré de la verdad sobre la muerte de mis padres.

Este dolor era inimaginable. Insoportable.

Sólo podía gritar. No importaba cuanto me sujetara Kinn, yo me sentía completamente roto.

Quién diría que solo unos días atrás estaba festejando junto a mi hermano su cumpleaños número 18.

Quién diría que hace solo unos pocos días, yo pensaba que era feliz. 

KINNPORSCHE - LO EFÍMERA QUE ES LA FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora