CAPÍTULO 4

2.4K 227 36
                                    

KINN

Embarazado

Porsche está embarazado. Mi hijo...

Él que Porsche cargara a mi hijo en su vientre era lo más maravilloso que podía suceder en este mundo, sin embargo, el momento que se suponía sería el más feliz para ambos, se veía ensombrecido por la muerte de Porchay.

Por más que insistía, no había fuerza en este mundo que lograra que Porsche comiera adecuadamente o descansara. Su rostro lucía pálido, como si el alma se le hubiera salido del pecho y solo quedara del hombre que amo una cáscara vacía.

Khun venía cada noche a consolarlo, pero tras llorar por varias horas, se quedaba despierto mirando por la ventana de la habitación. No importaba cuanto le rogara que se acostara, permanecía callado en el sillón y solamente se dormía unas pocas horas al llegar la madrugada.

No podíamos darle nada para que se tranquilizara. El embarazo de un Omega es muy delicado y por ende debíamos ser cuidadosos. Pero si las cosas continuaban así, no solo perderíamos a Porschay, perderíamos al niño.

Llegamos temprano al templo el primer día. Nunca había visto tantas personas asistir a un funeral, era como si alguien famoso hubiera muerto.

Porschay era un niño muy bueno. Todos lo queríamos. Sus amigos de la universidad y sus compañeros de colegio, tenían su rostro lleno de tristeza. 

Los amigos de Porsche también se encontraban ahí y no pude evitar notar que soltaron algunas lágrimas al ver a su amigo tan destrozado.

Khun por su parte se encargó de todo. Quería solo lo mejor para su pequeño secuaz, como solía llamarlo. Supervisó personalmente que todo el templo estuviera decorado con flores y que no faltara nada para los asistentes. 

Podía ver que mi hermano estaba profundamente afligido, pero intentaba ser fuerte para todos. Según él, tenía que ser el pilar que mantiene esta familia unida.

Por su parte, Pete se mantenía firme al lado de Porsche, como si tratara de protegerlo en su estado de todo lo que lo rodeaba. No permitía que nadie se acercara a darle el pésame para así evitar que su salud se vea afectada. Me sentí profundamente agradecido con él. Realmente era un fiel amigo y no se apartaba de su lado.

Mientras tanto, en el fondo de mi corazón, yo sabía que Porsche me culpaba de lo que había ocurrido. A pesar de que no decía nada, podía verlo en sus ojos. 

Jamás debí comprarle ese maldito auto.

¿Cómo era posible que un niño de 18 años terminara así?

Se qué Kim también me culpa por lo sucedido. Apenas se enteró del accidente, tomó un vuelo de inmediato, pero cuando llegó al hospital esa noche y supo lo que había pasado, se desplomó en el piso de la sala de emergencia.

Jamás había visto a mi hermano así, tan destrozado. Fue necesario que Kun y mi padre vinieran al hospital para levantarlo del suelo.

Realmente no sé quién sufre más con todo esto, Porsche o Kim.

Pero todo esto es necesario.

Así pasaron los días, como una niebla intensa. Los asistentes seguían llegando a diario. Algunos dejaban ofrendas, otros quemaban incienso en el altar. Los pocos que se animaban a ver el cuerpo, rompían en llanto.

A la mañana del séptimo día, durante la oración colectiva en el templo, miré a Porsche de reojo por un instante y mi cuerpo se congeló. Parecía que se tambaleaba. 

Inmediatamente corrí a su lado y al momento en que lo tomé del brazo, se desmayó. Con la ayuda de Jom, lo subimos al auto y manejé a toda prisa al Hospital General. 

KINNPORSCHE - LO EFÍMERA QUE ES LA FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora