Era el momento en que el príncipe Min Yoongi debería tomar el reinado pero necesitaba primero contraer matrimonio. La princesa Hyesis era la mejor candidata para el joven, así que fue invitada al castillo junto a su fiel sirviente Jung Hoseok, donde...
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Todo se parecía aún cuento de hadas, un cuento donde era escrito por aquel muchacho que vivía sobre las nubes. Por primera vez él era el protagonista haciendo esto aún más emocionante. Él jamás lo había sido, así que eso lo mantenía aún más feliz, los miedos y el remordimiento iba disminuyendo con el paso de los días, manteniéndose guardados en lo más profundo de su ser, no habían muerto por completo. Aunque rozaran sus manos un poco sentía mil cosquillas en su cuerpo, era una sensación tan mágica que no se podía creer todo lo que estaba viviendo. Era un poco complicado estar juntos, porque tenían en cuenta que un príncipe no podía pasearse como sin nada -casi tomados de la mano- con el sirviente de su prometida, así que se planeaban como encontrarse para platicar y conocerse del uno al otro. Lo estaban haciendo ver tan fácil.
Hoseok tuvo la libertad de contarle cada momento de su vida, tanto difícil como especial, de cómo fue que llegó al palacio de los Kang, de cómo le brindaron un trabajo para que dejara de vivir en las calles, porque sí, la vida de Hoseok no era tan buena o tan fácil como parecía, su madre lo había abandonado en un orfanato cuando tenía aproximadamente tres años de edad, sufrió demasiado en ese lugar que cuando cumplió los catorce años de edad decidió escapar para no seguir en ese infierno, cuando logró irse tuvo que sobrevivir en las calles del pueblo, aunque ahí también era humillado y rechazado. Prefería mil veces estar ahí que estar en aquel orfanato, y como si fuera un milagro, el Rey Kang lo encontró en un mal momento, le dio un hogar, comida y un trabajo. Su función era ser sirviente de la princesa que eso era solo el momento en lo que cumplía la mayoría de edad, pero la situación no cambió ya que la princesa no quería a otra persona que no fuese Hoseok, ella le tomó cariño y confianza y tener a alguien que no fuese él no la hacía sentir nada cómoda.
Conmovido por la historia del muchacho, Yoongi sentía cada vez más aquella atracción, fácilmente podría sentir esa sensación de calma cuando se encontraban juntos en algún lugar del jardín. Su corazón latía con mucha frecuencia al mirar sus ojos brillantes como el sol, aquel color avellana lo hacían admirarlo como si fuese un diamante recién hecho. Al toca sus manos le recorría una especie de cosquilleo hasta el estómago que jamás imaginó creer sentir, era mentira si dijese que no se estaba enamorando, su corazón era robado por Hoseok.
El sol había perdido el conteo de los días, ya que su mayor atención era en aquellos muchachos dándose ese amor inocente a escondidas. Sus rayos los abrazaba con tanta delicadeza con el fin de protegerlos. Tanto como la luna y el sol sabían el pequeño secreto de ambos y ellos también sabían lo que se sentía tener un amor prohibido. Ellos de igual forma habían amado con mucha intensidad que por cosas del destino sus vidas nunca fueron unidas, era imposible mantenerse juntos, pero gracias a los dioses y su gran bondad les concedió un deseo, poder abrazarse aunque sea una noche o un día, es por eso que existen los eclipses. El sol sabía la intensidad que Hoseok amaba al príncipe y la luna sabía la intensidad que Yoongi amaba al sirviente y es por eso que lograban protegerlos de alguna manera.
