La carta

624 51 17
                                    

-¿No tienes ganas de saber lo que pone? ¿Sus últimas palabras escritas para ti? -Dijo James al verme totalmente paralizado, llevándose gratuitamente otro golpe de parte de la rubia situada a mi izquierda. Yo tardé en contestar, hasta creo que ni llegué a hacerlo. ¿Realmente quería saberlo? ¿Quería ver otro objeto que me haría recordar que no estaban a mi lado? ¿Enserio quería eso? Dudas, dudas y más dudas golpeaban mi mente sin cesar, haciendo que el miedo de mi interior fuese incrementándose por momentos. Me puse muy nervioso, ¿y si en la carta decía lo que esperaban que fuese, y era todo lo contrario? ¿Y si al abrirla descubría que los había decepcionado por completo? ¿Y si no era lo que ellos hubiesen esperado de mi? Inseguridades, dudas, miedo. Aquello era lo que en ese momento predominaba en mi. Vic debió darse cuenta, porque, tan cariñosa como siempre, me dio un pequeño beso en la mejilla quedando sus labios algo humedecidos por mis lágrimas y se levantó para ir a buscar a mi abuela.
Unos pocos instantes después ya tenía a la mayor sentada a mi lado, y mis dos mejores amigos ya se habían ido para dejarnos un poco de intimidad. Ruido, ruido, y más ruido. Los gritos de los niños se hacían ensordecedores al compartir espacio en mi cabeza junto a las incesantes dudas. Ya de por sí tenía un oído algo más desenvolupado que los demás (por el gen de la licantropia de mi padre, recesivamente presente en mi ADN) pero en ese momento tenía hasta ganas de gritar. Empecé a negar con la cabeza, dejando escapar pequeños monosílabos de mi boca, mientras notaba las caricias de mi abuela en mi espalda intentando tranquilizarme. No, no podía correr el riesgo de abrir la carta y ver que había decepcionado por completo al recuerdo de mis padres. No, no podía.
Era bastante posible que me estuvieran dando un ataque de ansiedad. Me costaba respirar y cada vez sentía un dolor más fuerte en el pecho. Sentí el calor de la mano de mi abuela posarse en mi mejilla, la cual ya estaba seca, intentando que girara la cara para dejar de posar mi mirada fija en la carta y la mirara a ella.
-Eh... Cariño, mírame. Tranquilo.
-No... No puedo, abuela... ¿Y si no soy lo que esperaban? -Dije mirándola, intentando respirar más rápido debido a la falta de aire que sentía en aquellos momentos. No podía, y la varita de mi padre situada en mi regazo no ayudaba demasiado. ¿Y si no era digno de tenerla? ¿Y si no era un digno hijo de aquellos héroes de guerra, de mis héroes? Por fuera podía parecer que era el chico más seguro de si mismo del mundo, popular en Hogwarts, extrovertido y gastando bromas a todo el que se cruzaba, pero en realidad estaba lleno de inseguridades.
-Cariño -Dijo mirándome directamente a los ojos, con esa mirada directa y penetrante pero a la vez tierna y cariñosa.- eres un chico fantástico, y estarían orgullosos de ti. ¿O me estas diciendo que he hecho algo mal? ¿Qué todos los aquí presentes no lo han hecho bien al criarte y educarte?
Negué con la cabeza después de todas aquellas preguntas. Por supuesto que no, me habían criado estupendamente y habían sido como padres, tíos, familiares de verdad para mi. Y se lo agradecería toda mi vida. Sobretodo a mi abuela, ella era mi verdadera heroína, ya que después de sufrir todo lo que sufrió para conseguir una familia su marido se muere, su hija y su suegro se mueren, y la dejan al cargo de un niño peliazul que le recuerda en todo momento lo sufrido. Y así se puede ver en mi nombre: Edward, nombre de mi abuelo, del que me siento orgulloso por haber luchado siempre por lo que quería y amaba aunque fuera imposible; Remus y Lupin, mi padre; Tonks, mi madre, a la cual no le gustaba que le llamaran Nymphadora y le llamaban por el apellido. ¿Orgulloso de mis nombres? Como el que más.
-Pues no pienses esas cosas. -Mientras yo pensaba en todo aquello mi abuela seguía hablando, buscando razones por las que debía abrir la carta.- Ábrela cuando te veas preparado, pero que no sea con miedo a lo que te vas a encontrar. En lo único que nos hemos equivocado es en darte tanto chocolate de pequeño. -Dijo riendo levemente para poner algo de humor al asunto, y dándome un leve toquecito en la nariz. Se levanto y me dio un lento y suave beso en la frente antes de alejarse para dejarme de nuevo solo con el legado escrito de mis padres.
Volví a mirar el sobre, bastante convencido de que iba a abrirlo. Empecé a hacerlo lentamente, mientras notaba como algunas miradas se posaban en mi, obviamente la mayoría ya se había dado cuenta de que yo no estaba en perfectas condiciones aquella navidad. La abrí y empecé a leer el papel de su interior:

[Recomendación: leer con con "God in this moment" de Gavin Mikhail]

Querido hijo, Teddy Remus Lupin:
Estás en una edad en la que te cuestionas todo, y todo el mundo. Todo lo que no comprendes, todo lo que quizás creas que te ha faltado. Debes creer que el mundo es cruelmente injusto contigo. Algún día... Algún día lo entenderás. Teddy, tú estás leyendo esto, lo que significa que nosotros ya no estamos ahí contigo. Por favor, comprende que nosotros no pretendíamos dejarte, pero la guerra nos obligó. Te queremos muchísimo, más de lo que nunca puedas llegar a imaginar. Y las palabras no pueden expresar la pena que sentimos por no poder estar ahí contigo. Pero es importante que sepas por qué tu padre y tu madre murieron. Había un gran mal en el mundo, y teníamos que detenerlo. Queríamos forjar un mejor futuro, para ti, por ti. Nosotros morimos por ti, nuestro precioso hijo. Pero nuestros actos no fueron en vano, y nunca lo serán.
No suponemos que nos recuerdes muy bien, eras tan solo un adorable e inocente bebé cuando tuvimos que dejarte. Nosotros nunca buscamos decirte adiós.
Estoy muy seguro de que tienes mi paciencia. La paciencia y el conocimiento es lo mejor que tenemos en este mundo, y estoy seguro de que podrás enseñárselo a los demás.
Tú madre es una mujer preciosa (Tú padre está loco) -Esa pequeña línea hizo que una sonrisa se hiciera visible entre mis lágrimas, se notaba que lo que estaba entre paréntesis lo había escrito mi madre, por el cambio de letra y de color.- Y es metamorfomaga, una habilidad muy extraña que al parecer tú también has heredado. No dejes que nunca nadie te diga que no eres especial, o que eres ordinario. Eres nuestro hijo, y eres fantástico siendo como seas si eso te hace feliz.
Te echamos muchísimo de menos.
Por favor, perdónanos por dejarte.
Algún día volveremos a vernos, y a lo mejor ese día nuestro corazón volverá a estar en paz. Ese día llegará, pero no mientras tú estés vivo. Porque tu tienes que vivir, por nosotros, por ti. Disfruta cada segundo, cada momento. Nosotros estamos orgullosos de ti hagas lo que hagas.
Nunca dejaremos de pensar en ti. Tú sonrisa, tú risa...
Por favor, no estés enfadado con nosotros, hijo.
Nuestro querido hijo.
Te queremos.
Tus padres,
Remus Lupin y N. Tonks.

Al acabar de leer aquella carta las lágrimas se hicieron incontenibles en mis ojos. Bajaban por mis mejillas con rapidez mientras yo releía cada palabra escrita intentando no mancharla con las saladas lágrimas. Eran una acumulación de sentimientos. De enfado con el mundo por todo lo que pasó, de una amarga felicidad por haber leído aquellas últimas palabras dirigidas hacia mi, y de tristeza por no tenerlos a mi lado. La imagen del cementerio también estaba presente en mi mente, no paraban de repetirse en mi cabeza las voces que me había parecido oír. Mi cabello cambiaba a colores crudos o alegres dependiendo en que pensaba en cada momento, sin yo poder controlarlo. Y ya me daba igual quien me viese, ese era mi momento con mis padres. Mi pequeño y querido momento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 10, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Soy Edward Remus Lupin TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora