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"Perderse es también un camino" -Clarice Lispector


TAEHYUNG

—¿Estás bien?

Lisa había empezado a respirar cada vez más deprisa y parecía a punto de sufrir un colapso o algo por el estilo. Se había sentado en el borde del asiento de la camioneta, pero estaba ligeramente inclinada hacia el exterior. A pesar de lo rápido que subía y bajaba su pecho, me daba la sensación de que el aire no llegaba a sus pulmones.

—¿Lisa? —insistí, y me hizo un gesto con la mano para que me callara.

Empecé a preocuparme. ¿Qué demonios le pasaba? Los siguientes minutos se me hicieron una eternidad, pero poco a poco fue inhalando más despacio y se relajó. Se apoyó contra el respaldo y, con los ojos cerrados, alzó la barbilla hacia el techo.

—¿Liss? —me atreví a llamarla.

Ella abrió un ojo y me miró de soslayo.

—¿Ahora soy Liss? —me reprochó con el rostro aún apagado.

Aquello era un error y yo lo sabía. Me había prometido mantenerme alejado de ella más que de nadie en ese maldito pueblo. Ya había pasado por esto... No respondí. Giré el rostro hacia la puerta del garaje y mis dedos se aferraron en el volante. Lo apreté con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos.

—Cierra la puerta. Vamos a llegar tarde.

—Sigo sin entender desde cuando te has vuelto tan puntual Taehyung — reprocho ella.

Tuve que esforzarme mucho para no volver a mirarla. Quería preguntarle qué acababa de suceder... No solo eso, quería saber qué había hecho cada segundo de cada día que habíamos pasado separados, quería tirar de ella y abrazarla hasta que el dolor de mi pecho desapareciera. ¡Maldición! Ni de broma había pensado que iba a ser tan difícil. Los primeros meses después de que me internaran, la había extrañado a todas horas, incluso la llamaba en sueños —o eso me habían dicho —Hasta que me había obligado a sacármela de la cabeza, a olvidar y dejarlo todo atrás.

—Cierra la puerta, Lisa. Por favor —añadí, porque sabía que me estaba comportando como un idiota.

Desvié la vista de la calle para observarla. Sus mejillas habían enrojecido y tenía los labios secos, y aun así continuaba siendo la chica más bonita que yo hubiera visto jamás. Mi determinación se tambaleó. Lo único con valor que yo había poseído en toda mi vida era su amistad, y estaba arruinándola a sabiendas, si es que no la había destrozado ya.

Tardó un instante en tirar de la manija y cerrar la puerta. Cuando eso sucedió, de forma inconsciente, me estiré sobre ella para alcanzar el cinturón de seguridad del copiloto, un gesto que había hecho mil veces en el pasado. Apenas empecé a moverme en su dirección, el pánico se apoderó de su expresión con tanta claridad que mi cuerpo retrocedió sin que tuviera siquiera que pensarlo.

Acabé pegado al interior de mi puerta mientras ella hacía lo mismo con la de su lado. ¿Era miedo lo que veía en sus ojos? ¿Liss me tenía miedo? Maldije en silencio. Debería de haber sabido que esto iba a pasar, pues los rumores habían corrido por todo el pueblo desde el mismo día que me fui. Mi hermano había ido a parar al hospital, pero ¿de verdad creía Lisa que sería capaz de hacerle daño a ella?

—No tienes que venir conmigo —masculle. Al colocar la mano sobre la palanca de cambios, pareció encogerse aún más. El gesto fue como un puñetazo en la boca del estómago — Deberías bajarte —agregué, y apreté los dientes con tanta fuerza que la mandíbula empezó a dolerme.

Bajo el mismo cielo| TaeliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora