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Era invierno y el paisaje que antes era naranja y tomos carmesí ahora tenía tonos de blanco y gris, lo cual era muy agradable de apreciar y también significaba que Sanzu tenía que envolverse en una chaqueta gruesa para evitar congelarse, pero el chocolate caliente había comprado en un local lo ayudó a mantenerse caliente.
Las calles empedradas creaban un sonido de traqueteo que resonaba en los edificios de ladrillo de los alrededores mientras caminaba. El suave fluir y el goteo del río a su lado lo arrullaron en un estado de paz, mientras tarareaba una vieja melodía cuyas palabras habían sido olvidadas hacía mucho tiempo. La brisa helada se abrió paso a través de su ropa y envió un escalofrío por su espalda, advirtiéndole que entrara al auto, pero aun así luchó por permanecer fuera.
El viaje fue suave y fácil. El viento susurraba entre las ramas desnudas, y el sonido de sus botas crujiendo en la nieve era una delicia para sus oídos. De vez en cuando escuchaba el canto de los pájaros o el rose de los arbustos, pero la mayoría de las veces, él era el único que perturbaba la calma del bosque mientras se adentraba más allá y salía de la cuidad.
Si bien sanzu se veía calmado, en su mente había una lucha constante entré sus pensamientos, solo podía pensar en lo que le diría a takemichi, solo quería ser honesto y no ocultar su vida, lo que hacía y de lo que vivía, pero era difícil, tenía miedo de decirle toda la verdad y perderlo una vez más.
La sangre roja manchó el suelo blanco sobre el que caminaba y luego escuchó el sonido de unas palas contra la tierra, se adentró más en el bosque para ver a los hermanos Haitani hacer un agujero en el suelo para poner el cadáver que estaba a su lado.
—Saben que dejaron un rastro de sangre por todo el camino, ¿verdad?— dijo con fastidio en sus palabras, el menor de los hermanos se detuvo para secarse el sudor de la frente, lo miro y su frente se arrugó en un instante —¿crees que hacer esto es fácil? No nos corresponde a nosotros hacer el trabajo sucio, si no a ti, pero no solamente estás ahí sin hacer nada— afirmó, haciendo gruñir al pelirrosa.
—¿Disculpa? Gracias a tu hermano bastardo, ahora tengo un hombro dislocado. Así que métete las palabras en el culo y sigue haciendo tu maldito trabajo, ¿de acuerdo?— Sanzu giró sobre sus talones y fue al auto, mientras se alejaba de ellos podía escuchar los insultos y quejas de Rindou.
Dos días antes, los tres junto con Kakusho habían sido enviados en una misión comercial con un pez gordo, las cosas no salieron del todo bien, y toda la culpa recayó en Sanzu aunque el no tuvo nada que ver con lo sucedido y recibió una paliza de parte de Mikey, que terminó con un hombro dislocado y un ojo morado.
Sanzu entro al auto con furia, se desquitó con la puerta trasera del auto en cuanto la azotó con fuerza, tomó su teléfono y llamó a su hermano mayor, para avisarle que ya iban a regresar —carajo, hijos de puta, se quejan de todo cuando culpa la tienen ambos— resopló, tratando de calmarse un poco, porque tenía que ir a la casa de takemichi y no quería que lo viera de aquella manera.
Y para ser honesto, Sanzu estaba empezando a ponerse nervioso solo de pensar en ver a Takemichi esta noche.
♡︎
Las horas habían pasado muy rápido ese día. Sanzu estaba caminando por la ciudad, no tenía otra opción, tenía mal el hombro y no podía conducir, no quería pedirle a alguien que lo llevara a la casa de Takemichi, no podía arriesgarse a que alguno de los que trabajaban con el supieran donde vivía.
Mientras caminaba, se detuvo abruptamente frente a una tienda (para ser más específicos, una floristería). Miró a través del vidrio, observando los diferentes tipos de flores que había allí, pensó en comprarle unas a takemichi, pero se dio la vuelta para seguir caminando, la sola idea de comprar unas flores y dárselas le daba vergüenza.
Pero luego de unos cuantos minutos se devolvió a paso velos y entró al lugar avergonzado y compró un ramo de cinco camelias. Cuatro rosas y una blanca que estaba en el centro de todas ellas.
Era divertido, muy divertido, pensar que este hombre era amargado con todos, alguien cruel con sus víctimas, que no le importaba nada más que él mismo y su "Rey". Él mismo ahora estaba caminando por la fría ciudad, con un ramo de flores y una sonrisa real y llena de alegría. y todo porque vería a la persona que logró flechas su corazón una vez más.
Ya estaba frente a la puerta del departamento de Takemichi, respiró hondo y procedió a llamar a la puerta. Lo hizo tres veces y nadie salió, lo hizo una vez más, pero nada. Sanzu supuso que no estaba allí y esa sonrisa en su rostro se desvanece en un instante. —¿Harushiyo?— dijo una voz áspera detrás de él, a lo que este se volteó rápidamente y se acercó al pelinegro — ¿que haces aquí? No esperaba que vinieras hoy— dijo takemichi algo cansado y eso rápidamente fue notado por el pelirrosa que comenzó a ponerse algo nervioso ¿Había echo mal en no llamar antes? ¿Takemichi estaba molestó con él, por eso? No lo sabía.
Hasta que vio a través de la puerta la pila de papeleo que estaba sobre la mesa, luego volvió a ver la cara de Takemichi y se veía muy exhausto, sus ojeras eran muy visibles, su cabello estaba desordenado y le costaba mantenerse despierto.
—E-eh yo vine a visitarte, pero veo que estás muy ocupado por el momento. Disculpa si te he molestado, te traje esto— respondió para luego entregarle al ramo de flores. Al verlo takemichi se sorprendió y haciéndolo sonreír —Gracias es muy lindo de tu parte — cuando levantó la vista, sanzu se había ido.
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Nota: Lamentó mucho si los he echo esperado mucho esté capítulo, mis más sinceras disculpas. He tenido unos meses difíciles y me ha costado mucho concentrarme en escribir los capítulos de los fic que tengo en proceso.
