05. Marcas

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Título: Marcas

Género: Wincest

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Con cuidado de no despertar a su hermano, Sam se levantó de la cama y cojeó hasta el minúsculo baño del motel. Su cuerpo ansiaba una ducha después de la larga noche de sexo, sus músculos se encontraban contraídos. Por lo menos ese motel cubría su costo teniendo ducha de lluvia, con una excelente presión de agua caliente.

Tirando su cabeza hacia atrás desfrutó del agua corriendo sobre su rostro, o eso fue hasta que su labio partido se abrió por la presión del agua.

Cambiando de estrategia optó por quitarse todos los residuos pegajosos de su cuerpo. Frotó suave con la pastilla de jabón para no lastimar sus costillas magulladas, cuando llegó a sus piernas arrugó el rostro ante la imagen que le recibió. Sus muslos internos se encontraban magulladas, como todo su cuerpo, sus nalgas dolían, pero no tanto como su agujero. No fue ninguna sorpresa para Sam cuando al enjuagar su cuerpo algo de sangre se filtró en el agua, arremolinándose a sus pies.

Sintiéndose moderadamente limpio salió de la ducha y se plantó frente al espejo sobre el lavabo, solamente alcanzaba a ver su pecho y cara, pero sin duda era más que suficiente. Le gustaría decir que no recuerda como comenzó todo ese ciclo de violencia consentida, pero no era así, recuerda claramente cuando comenzó.

Sin quererlo su mirada se dirigió al pasado, donde el escenario pasó de oscuro a negro.

—¿Hiciste qué? —Sam trató de no enfadarse, pero ciertamente Dean nunca se la ponía fácil.

—Ya me escuchaste, necesitamos la primera espada para derrotar a la oscuridad y si alguien tiene que llevar la marca ¿quién mejor que yo?

—Sí, claro, porque tú eres Dean, el salvador de este mundo. Tus complejos de héroe un día te llevarán por un lugar el cual te arrepentirás —advirtió ante lo relajado que se mostraba su hermano.

—Deja de ser tan reina del drama Sammy, esto —extendió su brazo donde la marca se levantaba con un rojo furioso—. Es solo un medio para un fin, no es algo diferente a lo que siempre hacemos.

—No sé, Dean, a mí me parece que es algo demasiado grande el llevar en tu brazo la primera maldición sobre la tierra. Esto —dijo tomando el brazo de Dean—. Pinta ser más grande que nosotros.

—Nada es más grande que nosotros dos, recuerda que es nosotros contra el mundo. Te puedo asegurar que nada, ni está marca ni el mismo Lucifer hará que lo que tenemos cambie —dejando de lado el asunto de la marca, atrajo a Sam y le mostró lo bien que funcionaban juntos.

El ruido de pies arrastrándose hacia el baño puso a Sam en modo alerta, hoy en día era difícil saber si recibiría un beso de buenos días o un golpe en la mandíbula.

Unos fuertes brazos cerrándose entorno a su cintura y no a su cuello le dijo quién era esa mañana.

Dean casi pierde el equilibrio al ver el cuerpo de su chico.

—Sammy —Dean sollozó el nombre de su amado.

—Shh, fui yo el que decidió quedarse —le recordó a Dean, sintiendo como sus propias lágrimas buscaban salir.

—No podemos seguir así, no puedo seguir así. No sabes lo que me hace verte así y saber que soy el responsable de poner cada marca en tu cuerpo.

Dean siempre había amado marcar el cuerpo de su hermano, saber que si alguien se fijaba en ese hermoso cuello, verían esas mordidas de amor, de pertenecía porque Sam era suyo y él era de Sam. Nunca llegó a imaginar lo turbias que se pondrían las cosas, que de amar, proteger y adorar, terminaría forzando y golpeando. El cuerpo de su hermano menor contaba una historia y no era una de amor, ya no.

Semana WincestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora