Tras terminar sus deberes, Kyra procedió a sacar los panfletos que no hace mucho había terminado de imprimir. Los observo para comprobar si están bien hechos y asintió con aprobación mientras observaba el rostro de su hermoso novio desaparecido.
Aun no se lo creía, le dolía y mucho no saber de él.
Sus ojos marrones le devolvieron la mirada, pero eran inexpresivos. Tomaron la misma foto que tiene en su carnet de conducir debido a que es en la que más claro su rostro se ve y también porque es reciente.
Apiló cada uno de los papeles para después cargarlos y llevarlos hasta otra mesa en donde se encuentra su mochila. No tarda en meter cada uno en dicho objeto mientras tarareaba una canción la cual desconoce el nombre, la escuchó cuando era pequeña, no obstante, nunca se animó a buscarla online.
Tras acomodar todo en la mochila, la cierra, se la pone y ajusta las correas para que no quede muy floja. Kyra sale de su casa no sin cerrar con seguro la puerta de su apartamento. Se da la vuelta y sonríe mínimamente a Matty que la espera junto con Nashla en el asiento de copiloto. El día anterior se habían puesto de acuerdo en entregar panfletos alrededor del pueblo y, de paso, indagar un poco entre los bosques en busca de cualquier pista que diera con su paradero o con el mismo Guillermo.
Ya han pasado cinco días y aún nada, no han hallado nada, ni pruebas, ni posible locación, ni sospechosos...
A este punto sus seres queridos estaban frustrados, pero, ¿Quién los culpa?
Nashla saludó a Kyra chocando su puño con el de ella, lo mismo hizo con Matty antes de sentarse en la parte de atrás de la camioneta y cerrar de un portazo. Desde la desaparición de su novio, Kyra era una fiel testigo del cambio repentino que dio la familia Russo, pasaron de ser una familia sumamente alegre y animada a ser la sombra de aquella familia, se veían inexpresivos e tristes la mayor parte de las veces; si sonreían, en cuestión de segundos desaparecía y volvían a su estado normal. Hasta el pequeño Erick de 12 años que era el más alegre de todos ellos parecía que le habían robado aquel sentimiento, sin embargo, la que se ve más triste de todos es Nashla, ella simplemente ya no sonríe, se ha vuelto más callada y casi no emplea tanto su sarcasmo como antes.
Kyra no podía hablar, ella era otra que pertenecía a ese club de los tristones, pensó.
—Empecemos por el centro del pueblo, allí suele haber más gente. —Matty sacó un mapa del pueblo de la guantera. — estamos aquí. — señaló dicho lugar. —Solo hay que movernos hasta en centro, incluso puedo dejar la camioneta parqueada aquí. — su dedo subió hasta el centro y señaló una cafetería para referirse que allí podría estacionar. —Es mejor separarnos para cubrir más terreno, Kyra puedes cubrir esta zona. — señaló la zona izquierda. —Nashla esta. — señaló la parte central que solo va hacia adelante. —Y yo aquí, a la derecha... Por último nos encontraremos en el bosque ¿Les parece bien o...?
—Está bien. — murmuró Nashla.
Kyra simplemente asintió a lo que Matty hizo lo mismo y avanzó la camioneta hasta llegar al destino deseado: la cafetería de Melinda. Su propietaria era la mismísima esposa del insoportable alcalde Rafael Tomeo el cual a nadie le agradaba o, si hay alguien al que le agrade, el número es muy reducido.
Todos se bajaron de la camioneta y tomaron cada uno su respectivo camino después de repartirse cantidades casi iguales de panfletos con el rostro de Guillermo.
Matty puso manos a la obra y a quien veía por la calle le entregaba un panfleto, pegó unos cuantos en los postes de luz con los que se cruzara, en las paredes de los locales, excepto en dos debido a que los dueños o trabajadores lo vieron, se molestaron y lo regañaron al respecto por lo que tuvo que deshacer la acción y hacerlo en otro lado. Dejando esa situación, a él no le fue tan mal, la gente parecía verdaderamente preocupada por Guillermo, él suponía que era porque su amigo es alguien conocido y querido por la comunidad por la de veces que ha ayudado a los demás con sus autos o incluso en otro tipo de aspectos como hacer recados y demás.
ESTÁS LEYENDO
El Cantante
ParanormalSu pasión era cantar, lo hacía mejor que nadie en la Ciudad de Constantine, al principio pocos eran los suertudos de poder llegar a escuchar su voz, transmitía perfectamente el dolor, la melancolía y la nostalgia mediante su voz y prefería hacer cov...