Capítulo 8

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8 de diciembre 2017

El sonido de una puerta siendo golpeada estaba haciendo que despertara.

Me levanté de mi cama, para ir directo a ella y abrir. Y quien diría que al abrir me encontraría con nada más y nada menos que con James. Se veía realmente feliz, llevaba consigo dos cajas de tamaño mediana, chocolates y un sobre de color cafés.

—Buenos días, y feliz cumpleaños queridísima Idania.

Se ha acordado.

Mi cumpleaños... qué emoción. Obvio que lo había. Cumplía otro año más de vida, y quería que hubiera lo mismo de otros años.

Estar con mi familia.
Estar con mis amigos.
Sinceramente, solo estar con lo más importante en mi vida, y eso hacia especial mi día.

—Te he traído esto —mencionó levantando lo que tenía en las manos—. Espero que te guste, y perdón por despertarte.

No respondí, y solo me lancé sobre él para darle un abrazo.

—Muchas gracias, por todo. Y no te preocupes, ya casi sonaba mi alarma de todos modos —dije restándole importancia —. Buenos días, Pasa —dije haciéndome a un lado para que él entrara a mí departamento.

Él dejo las cosas en la mesita que había en la sala, y se sentó en el sofá.

—¿Emocionada por este día? —Preguntó con entusiasmo.

Y me parece que él estaba más emocionado que yo. Cosa que era imposible, porque amaba mi cumpleaños y me emocionaba demasiado.

—Obvio que lo estoy — respondí acercándome a él.

Miré la hora en el reloj que estaba colgado en la pared de la sala. Y eran exactamente las 4:00 am.

Espera... ¡¿QUÉ?!

Es super temprano, ¿qué hace él en mi departamento a esta hora?

—Dios, ¿no has visto la hora que es? —pregunté con cierto horror en mi tono de voz—. Es super temprano, ¿Por qué has venido a esta hora?

―Eh venido porque quiero enseñarte algo.

­­¿Enseñarme algo?

Si, ¿acaso no escuchas?

Si lo hago. Sólo... me ha tomado por sorpresa.

―¿Enseñarme algo? ―pregunté curiosa― Por eso tan temprano, ¿Es muy importante?

―Como es para ti. Obviamente es importante.

¿Me puedo emocionar ya?

AHHHH... quiero gritar como nunca.

No sé qué estoy esperando para lanzarme a sus brazos y llenarlo de besos toda la cara.

Entonces... ¿por qué no lo haces?

Me da pena.

No pues, que mal. porque se nota que él quiere lo mismo, solo mírale los ojos.

Pero sus ojos no me dicen nada. Solo veo ¿curiosidad por lo que diga?

―¿No me piensas contestar?

Cierto, lo siento... de tanto pensar en como llenarle de besos la cara, se me ha olvidado que le tengo que contestar.

―E-eh, si ―contesto titubeante― disculpa, ¿Qué te tenía que contestar?

¿Ah preguntado algo mientras yo viajaba en mis pensamientos, para que yo le contestara algo?

Un Hermoso AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora