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Ross se acercó inmediatamente a ella, al darse cuenta de que estaba temblando. Frunció el ceño y trató de tocar a la chica, pero ella se estremeció.

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí sola?- Preguntó.

Ella no respondió al principio, así que Ross la ayudó a levantarse.

-Yo... yo iba a la tienda, eh-y... trataron de... eh...- Victoria comenzó a llorar de nuevo, no solo por la situación y su vergüenza, sino también porque ella recordaba todos los problemas que tenía con su madre y lo enfadada que estaba con ella.

Sin embargo, Ross entendió la situación y se quitó la chaqueta para ponérsela a la chica en los hombros. Lo habría encontrado divertido, porque se veía grande en ella, pero se mantuvo serio.

-Vete a casa, todo está bien ahora. Si te hace sentir mejor, ya no te molestarán a ti ni a nadie más-.

Victoria abrió un poco los ojos, aunque en realidad no captaba la idea.

Observó las facciones del hombre por un momento. Sus ojos marrones, fijos en los de ella, de alguna manera le dieron un sentimiento protector, y comenzó a calmarse lentamente, aunque todavía alerta y asustada, por supuesto. 

Era alto, demasiado alto para ella. 

Victoria medía 1,57 cm de altura y Ross parecía tener al menos 1,90 cm de altura. Realmente no se sintió demasiado intimidada en ese momento, porque ese hombre la había salvado de esos tipos. Estaba aliviada, en todo caso. 

De repente, la chica se dio cuenta de que estaba usando su chaqueta y de inmediato se la quitó, lo que hizo que Ross frunciera el ceño.

-¡Lo siento, señor! Debe tener frío-

Victoria trató de ponérselo sobre los hombros como él lo había hecho, pero él era demasiado alto para que ella lo hiciera.

El rostro de Ross se suavizó de repente y soltó una risita. Y maldita sea, era inusual en él, a lo que sus hombres se miraron entre sí desde unos pocos metros.

-Te lo doy. Ahora, vete a casa. Me deshice de esos pendejos, pero eso no significa que todavía esté oscuro y frío-

Le devolvió la chaqueta y empezó a caminar dirigiéndose a su auto junto con sus hombres. Victoria reaccionó de inmediato y rápidamente agarró su muñeca, a lo que se volvió atrás, confundido.

Ella no sabía por qué se atrevía a hacer eso a un hombre tan alto e intimidante que había miradas de chico malo, pero aun así lo hizo.

Los hombres instantáneamente intentaron acercarse a ella, pero Ross los detuvo levantando su mano.

-¿Qué-qué pasa si no quiero ir a casa?- Ella preguntó. 

-¿Qué?- Ross dijo, totalmente perdido.

-Yo... yo no quiero ir a casa. Mi mamá realmente no se preocupa por mí y yo ya no quiero estar aquí- murmuró, avergonzada de decir eso a un completo extraño.

-Yo... lo siento, no debería... no sé por qué dije eso. Lo siento señor-

Victoria soltó su muñeca y él solo la miró, hubo un par de segundos de silencio,antes de que suspirara.

-Está bien, puedes venir conmigo-.

Esta vez, ella levantó la cabeza hacia él, sorprendida de escuchar eso. Cómo podríaella ir con un completo extraño?

Ella no podía simplemente ir, incluso si no hubiera realmente alguien a quien le importaría lo suficiente. Tenía amigos, pero no "verdaderos". Su familia apenas hablaba con ella una vez en cuanto, mientras que, a excepción de su madre, que sólo sabía discutir con ella.

Ross vio su expresión y continuó antes de que ella pudiera decir algo.

-No te dejaré aquí sola. Si odias tanto tu casa, entonces te irás y volverás a sentirte mal, o te quedaras aquí en el frío-. En medio de su declaración, ya se había dado la vuelta y se dirigía hacia se auto, sabiendo que ella lo seguiría.

Victoria estaba desesperada tratando de pensar qué hacer, ella no quería que se fuera porque él parecía agradable, pero ella también estaba pensando en todo lo demás.

-¡Está bien! Me iré-

Ella casi corrió hacia él ya que tenía unos pocos metros de distancia, y ambos entraron al coche. Realmente parecía lujoso.

Ambos estaban en el asiento del pasajero cuando vio a un cuarto hombre que conduciría. Los otros hombres parecían estar en otro auto, a lo que Victoria se sintió aliviada.

~~~

-Gracias por salvarme en ese entonces...- comenzó. No habían hablado desde que subieron al coche, unos quince minutos.

Él no respondió. En cambio, cruzó los brazos sobre su pecho.

-A-y gracias por la chaqueta... No sabía que hacía tanto frío afuera-

-...-

-¡Oh! Y gracias por... ¿A dónde vamos?- De repente se dio cuenta de que no tenía idea. Ross suspiró, molesto.

-Hablas demasiado, ¿lo sabías?- Dijo suavemente.

-Eh, ¿perdón?-

-No sé tu nombre. Y hablas demasiado. En primer lugar, no es nada. Y vamos a mi casa y la de mi hermano-.

Victoria jadeó un poco, no se presentó en el callejón, y mentalmente se palmeó la cara.

-¡Ah, tiene razón, señor! Soy Victoria. ¿Cómo se llama?-

-Entonces, Vicky. Soy Ross, como probablemente hayas escuchado, así que ya no hay necesidad de llamarme 'señor'-.

-¡Oh, me encanta tu nombre!- De repente sonrió y Ross sonrió por segunda vez esa noche. Ella lo encontró lindo.

Después de eso, el camino estuvo en silencio por unos diez minutos más, hasta que el conductor finalmente dijo:

-Hemos llegado, jefe-.

La princesa de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora