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Ross no vivía en una casa sencilla, vivía en una mansión.

Tan pronto como la chica entró, no pudo evitar abrir mucho los ojos y tratar de no parecer demasiado sorprendida, porque sería avergonzó, pensó.

A diferencia de lo que había esperado, la sala de estar era toda blanca y muy, muy espaciosa. También había muebles negros por todas partes. Vicky estaba algo emocionada, nunca antes había estado en un lugar tan lujoso. Todo parecía caro y propio de un hombre rico.

De repente se sintió avergonzada por su ropa. Llevaba una sudadera con capucha y un par de jeans con unos zapatos cómodos, y deseaba tener algo mejor.

Victoria estaba jugando con sus dedos, sin saber qué hacer, cuando entró una voz.

-Ross, tenemos un problema. La familia Vincenzo lo ha jodido todo....-

Se detuvo tan pronto como vio a la chica parada allí, completamente tímida. Una parte de él lo encontró lindo y suavizó un poco su expresión.

Ross dio un paso adelante, estando ahora frente a la chica, y frente a él.

-Ella es Victoria. Se quedará aquí por un tiempo-.

-¿Que? Que quieres decir?- El hombre dijo. No trato de ser grosero, pero estaba bastante confundido. Incluso se olvidó del 'problema' del que estaba hablando antes.

-Ese - Ross se aclaró la garganta -... el maldito Brown y sus amigos la estaban fastidiando, así que finalmente me deshice de ellos, y ella no quería irse a casa y la traje aquí. Marcus, ¿Queda algo de cena?-

El hombre se quedó mirándolo, y luego de nuevo a la chica. No podía creer eso, porque su hermano no era de los que hacían ese tipo de cosas. Lo más probable es que la dejara sola, a menos que fuera para divertirse, pero no parecía ser el caso.Así era su hermano.

Por supuesto, fueron llamados la mafia más poderosa del continente.

-¡uh! Lo siento si estoy molestando. Puedo irme y-

-Ross, no puedes traer a una chica aquí, lo sabes. Además, no puedes... ella no puede dejar su casa así-.

-¿Cuántos años tienes, Vicky?- Ross se volvió suavemente hacia ella.

-Tengo 18 años...-

-Listo, ella puede quedarse aquí. Mira, voy a tener que encargarme de ese problema ahora- dijo Ross, más a Vicky que a su hermano. -Dale algo de cenar, ¿quieres?-

No esperó a que respondiera y ya había salido de la sala, acariciando la cabeza de la chica.

Marcus tampoco dijo nada al respecto, solo la miró de nuevo y dijo 

-ven por aquí.-

Victoria siguió a Marcus a una gran cocina a unos metros de distancia. Al igual que la sala de estar, era blanca y negra, y grande.

Ella no pudo evitar jadear de asombro. Todo en ese lugar era demasiado para ella. Marcus no entendía por qué estaba tan divertida, porque era algo normal para él.

Además, estaba un poco frustrado porque de alguna manera terminó preparándole un sándwich y se sintió como una niñera.

Después de todo, era Marcus Caruso, parte de una mafia muy importante. Y ahora, bueno, él le dio la comida a ella.

-¡Gracias Señor!-

-No me llames así, me hace sentir viejo-, dijo.

-Oh, a Ross tampoco le gustó. Aunque me gusta tu nombre-, se rió entre dientes.

De alguna manera, parecía una niña pequeña. Marcus era tan alto como su hermano e igualmente intimidante. Tenía tatuajes por todo el brazo derecho e izquierdo y, aunque Vicky no podía verlo, incluso tenía un arma en el cinturón. Pero encontró lindo que ella apenas le llegaba al pecho. También sabía que podía matarla solo con su mano.

Marcus se calmó un poco. Por supuesto, todavía estaba enojado con los errores de la otra mafia, y ahora su hermano de repente lo obligó a cuidar a la niña, pero ella no tenía la culpa.

Sin embargo, todavía era un poco tímida y él solo quería que no se asustara.

-Gracias, se- uh, Marcus- dijo Vicky una vez que terminó.

Justo cuando estaba a punto de responder, se escuchó un fuerte golpe no muy lejos de ellos. Vicky sintió que su corazón latía demasiado rápido por la sorpresa y, por supuesto, el ruido. Siempre había tenido miedo a los ruidos fuertes.

Sin embargo, Marcus no parecía estar molesto. Él simplemente chasqueó la lengua y se volvió hacia ella.

-No te preocupes, no fue nada-.

-Juro por Dios que estos hijos de puta nunca aprenden- dijo un hombre, cuando otro vino por detrás.

-Jeff, ya te lo dije... oh, ¿eh?-

La princesa de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora