Colgué mis abrigos en el perchero a un lado de la puerta, la nariz me dolía de tanto frio Y aun no podía creer que habíamos cruzado algunas palabras con aquel chico, aunque "aquel chico" ahora tenía una identidad, "Keellam"
Me sentía algo contenta de haber podido entablar una conversación bastante coherente con un completo desconocido, nunca me había hecho amiga de nadie ni había tenido iniciativa en alguna conversación, se sentía que era un buen avance para sanar de a poco mis problemas de ansiedad social incluso ese breve encuentro con Keellam lo había tomado como un avance en lo social y una clara señal de que me sentía lista para recibir ayuda profesional. Note que mi madre me estaba viendo desde el sofá, con su inconfundible cigarrillo en la mano.
- ¿Cómo estás? te divertiste con Yerai
- Bien y tú? ...algo así, fuimos por chocolate caliente.
-mmm que delicioso, esta noche pedimos de comer? estoy cansada como para cocinar o moverme del sofá.
-Suena bien!
Luego de comer mi madre se quedó dormida casi de inmediato, escuchaba sus ronquidos desde el comedor ella estaba totalmente agotada, fui a mi cuarto y me derrumbé en la cama con mi vieja notebook, con el buscador online preparado no sabía realmente que buscar. "Psicólogos locales" , "Terapias integrales" "Ayuda psicológica" "Terapeutas confiables" me sentía aturdida con tanta información de un vuelco, luego de rebuscar en tantos foros distintos ya no estaba segura de nada, ¿Podría ser bueno que alguien más escuchara mis problemas?, ¿Quería realmente destapar el detonante principal de todo aquello que me estaba pasando?, sería más fácil si continuaba como hasta ahora con la ansiedad consumiéndome hasta el color de la piel. ¿Podría hacerle frente?, es que fueron tantos meses de sentirme miserable conmigo misma, una persona detestable sin camino alguno en la vida que no era capaz siquiera de asistir a la universidad por el hecho de que lo desconocido la ponía nerviosa, esa era mi verdad me, había acostumbrado a ser el saco de boxeo de mi propia mente.
Casi sin querer un destello de luz ilumino mi conciencia, y volví a concentrarme en el presente y la leve mejoría que había experimentado más temprano en el pequeño encuentro con Keellam el cual no había estado nada mal. tenía que comenzar mi terapia para seguir mejorando este era el punto de partida. Anote algunos números de psicólogos rápidamente, si lo pensaba demasiado no lo haría, mañana antes de volver al trabajo me pondría en contacto con alguno de estos números para buscar la paz mental que tanto necesitaba.
Me estiré en la cama sintiéndome victoriosa por anotar esos números, aquello era una pelea ganada contra la vida triste que estaba llevando, con la notebook a mi lado y casi sin pensarlo caí en un dulce sueño tan profundo como hacia tanto no experimentaba.
La voz lejana de mi madre me llamaba, sentía su voz recorrer toda la habitación, pero no era capaz de despertarme por completo, ¡DRISS! casi salte de la cama asustada, ¿Qué eran esos gritos que me habían despertado? cuando logre abrir mis ojos, aun medios entrecerrados me percaté de que mi madre se encontraba con la espalda apoyada en el marco de la puerta.
-Driss! tienes que ir al trabajo, ya es tarde... ¿no oíste la alarma?
-Al parecer no.
-Te deje el café en la mesa, ya debo ir a trabajar... cuídate ¿sí?
Desapareció detrás de la puerta y me dispuse a cambiarme, aunque me parecía buena idea ir con el pijama puesto, es que no tenía el tiempo ni las ganas de cambiarme, los pantalones de peluche haciendo juego con la parte superior se encontraban tan calentitos que me fue imposible quitármelos. Por encima del conjunto me coloque un abrigo negro que me tapaba hasta las rodillas, ajuste mis zapatillas y salí rápidamente camino hacia la librería. La caminata se me hizo bastante breve y sentí que había llegado más pronto de lo usual, Yerai estaba mirándome desde el mostrador con un café que había comprado en la mano y que suerte la mía de tenerlo, no había tenido tiempo de tocar el desayuno.
-Gracias por esto! te debo una. -Dije- mientras sostenía el vaso con café entre mis manos, por un momento dejé que el vapor que salía de le bebida se impregnara en mi rostro para subir un poco mi temperatura.
- ...No puede ser cierto! -me decía mientras miraba mi outfit de lunes- mi pijama rosa bebe y el saco negro por encima, ah y el cabello sostenido en un moño mal hecho.
- Voy a marcar tendencia, ya verás.
-Déjame arreglar tu cabello...eres un ovillo de lana con piernas.
Me reí, me encontraba de un humor que, hacia mucho no tenia, no podría describirlo como bueno, pero si estaba menos irritada que otros días.
-Que sea rápido, ¿no te gusta mi melena?
Apoyo sus manos en mis hombros empujándome hacia abajo para sentarme en un banquito que estaba justo allí, desato mi cabellera enredada y logro peinarme, es verdad que cada tanto me dolían los tirones de cabello, pero luego los deje de sentirlo. Mientras bebía el café con la mirada perdida en la alfombra comencé a ver como mechones blancos de lo que parecían ser míos caían al piso, justo frente a mis ojos... necesitaba pensar que estaba alucinando y no que Yerai estaba cortando mi cabello yo creía que solo me peinaría. Me pare rápido
-QUE ESTAS HACIENDO!! buscas que te mate?
- Tranquila didi, tome un curso de peluquería el año pasado, no puede quedar peor de lo que estaba.
- ¿Podrías haberme preguntado no crees? ahora tienes que terminar porque quedara desparejo...ay cuanto te odio.
Volví a sentarme repleta de ira en mi interior, deseaba apuñalarlo con las tijeras, si "el intento de estar de buen humor" me había durado muy poco, estaba completamente enloquecida. Los ruidos metálicos de los tijeretazos sonaban detrás de mis orejas. Después de un rato él se colocó frente a mí, y me comenzó a acomodar el flequillo con las manos para luego cortarlo, es verdad que mis ojos se despejaron de tanto cabello que tenían por encima.
-Perfecto! termine. te traigo un espejo?
-No quiero ver, gracias.
Aparece de repente a mi lado la madre de Yerai, una mujer alta y de cabello corto, se quedó mirando con una leve sonrisa todo el desorden de cabello que había en la alfombra y alrededores.
-Si tanto querías trabajar en una peluquería, me hubieses dicho antes de contratarte aquí Yer.
- ¿No quedo preciosa?
-Buenos días Driss... se pueden poner a trabajar por favor?
Me encontraba muy enojada con aquella situación, ponerme a trabajar era lo único que iba a calmarme en aquel momento.
-Buenos días Miranda, lo siento por el desastre. -me disculpé-
Luego comencé con la limpieza de la alfombra, la cual estaba repleta de cabello, Yerai me ayudaba a limpiar en silencio y en todo ese tiempo no emitió un mínimo sonido, supongo que se había percatado de mi rabia pronto se me pasaría, pero aún era muy reciente. El lugar estaba empezando a quedar reluciente y luego de unas horas de limpieza profunda había quedado perfecto, ese día no había podido realizar ninguna de mis tareas favoritas, las cuales eran reacomodar libros y reponer los que estaban agotados. Realmente limpiar todo el lugar me había llevado bastante tiempo no era únicamente barrer el cabello, también estaban los muebles polvorientos pues parecía que los días que yo no había podido venir nadie había hecho una mínima limpieza, quizá se encontraban ocupados en otras cuestiones, pero la limpieza era muy necesaria a mi parecer.
-Ya me voy, adiós. -Me despedí- cerré la puerta de cristal detrás de mi espalda y emprendí el camino de vuelta a casa.
DU LIEST GERADE
SALVATIO
RomantikDriss es una joven que se encuentra de rodillas ante la vida tratando de superar a diario sus tormentos mentales. Su mejor amigo Yerai intentara ayudarla las veces que sean posibles para que salga adelante de una vez por todas. De repente Keellam a...