Dieciocho

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Vengo con un capítulo bien largo flores!!! Aquí la cosa promete y mucho!!!

Vengo con un capítulo bien largo flores!!! Aquí la cosa promete y mucho!!!

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¿Tener sexo durante la jornada de trabajo sin salir de la casa de Mr. Le Noir podría considerarse romper alguna de sus cláusulas? Medité mentalmente sobre las que recordaba en cuestión y concluí que en realidad no sería ningún incumplimiento de ellas, puesto quien metía al sujeto en cuestión era él y no yo...

¿De verdad estaba fantaseando con un tío al que ni conocía y solo había hablado por teléfono durante dos minutos?

Al final me tendría que haber liado con el tío del metro para no estar tan desesperada.

En realidad ver al caballero negro con esa cara, esa mirada, ese cuerpo de infarto no ayudaba... no ayudaba en nada.

Y que fuera gay aún menos.

Me metí el tenedor en la boca y envié una foto del chef Durand al grupo de las chicas sin mencionar quién demonios era.

«Fiuuuu Fiuuuu, ¿Quién es ese pibón?» Ana era casi siempre la primera en contestar, vivía pegada al teléfono como si fuera un miembro más de su anatomía.

«—El chef que vendrá el próximo viernes a casa para cocinar algo suculento—»respondí con voz sensual y en cuanto pulsé enviar el audio comencé a reírme.

—¡Alexa! —oí y casi me caigo del taburete con tenedor en la mano incluido.

Me cagó en la leche. ¿Es que este tío no tiene otra cosa que hacer que amargarme la existencia? Ni comer tranquila me deja.

—¿Si? —respondí con aire inocente, como si no fuera ya consciente que era imposible que no hubiera escuchado mi audio al grupo en referencia al chef.

Adiós al sexo en horario de trabajo, no voy a tener un orgasmo como dios manda hasta que no salga de este mausoleo.

«Pim. Pim. Pim. Pim. Pim» los mensajes que entraban al grupo de las chicas no cesaban y en ese momento quise morirme por no haberlo silenciado.

¡Matadme por favor!

—No has servido el cuchillo de la carne —mencionó recalcando que aquello era un gravísimo error.

—Lo hice —contesté para su sorpresa—, está junto al del pescado en una servilleta.

«Pim»

No sabré de muchas cosas, pero por suerte o por desgracia de como funciona el servicio de una mesa estaba sobrada.

—Tendrías que haberlo mencionado para no hacerme perder el tiempo viniendo a la cocina —remarcó en un tono de voz tan altivo que me hizo morderme la lengua.

«Pim. Pim»

—Lo tendré en cuenta la próxima vez Mr. Le Noir, aunque en el caso de que vuelva a suceder una situación similar puede llamarme al teléfono, así no tendrá que venir usted mismo —contesté sin amilanarme un ápice.

PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora