24 - La inquisición

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Sentada en el pequeño sofá de dos plazas frente al sofá, la columna vertebral de Amelia era como una varilla de acero. Estaba bastante segura de que nunca había exhibido una mejor postura en toda su vida. Sus dedos hormigueaban, esa sensación de entumecimiento marginal, mientras bailaban nerviosamente sobre sus rodillas.


Su estómago se revolvía con cada respiración, y estaba segura de que su corazón no había dejado de latir desde el momento en que escuchó a Manolita regresar de la habitación de Teo.  Luisita, sentada a su lado, se inclinó y golpeó el hombro de Amelia con el suyo. 


"Respira", susurró.


Al darse cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta el punto del dolor, Amelia siguió el consejo de Luisita y aspiró una bocanada de aire. Sus hombros se hundieron una pulgada mientras él exhalaba y ella le sonrió a Luisita. 


"Gracias."


Manolita entró en la habitación con una mirada calculadora en sus ojos. Se dejó caer en el sofá frente a su hija y Amelia y las inspeccionó. 


"Dios mío, ustedes dos parecen haber visto un fantasma".


Luisita se recostó en el cojín del sofá de dos plazas, su hombro descansando cálidamente contra el de Amelia. 


"Deja de burlarte de nosotras, mamá, y terminemos con esto, ¿de acuerdo?"


"Oh, Luisita, hija, no tengo la menor idea de a qué te refieres". Sin embargo, el brillo en sus ojos, como el de Luisita, la delató. Una mirada molesta y puntiaguda fue todo lo que recibió de Luisita. 


Sin embargo, Amelia se rió torpemente y se rascó la nuca cuando dijo: "Eres una mala mentirosa".


Luisita se dio la vuelta, con los ojos muy abiertos, mientras miraba a Amelia con una mezcla de sorpresa, preocupación y algo parecido a la admiración.


"¿Cómo?", Preguntó Manolita, con la cara dura.


Con el pecho apretado, Amelia se gritó internamente a sí misma por abrir su gran boca en primer lugar. Ella tragó saliva antes de responder. 


"Dije que eres una mal mentirosa". Su voz tembló ligeramente.


Los labios de Manolita se separaron cuando la mujer hizo un gesto para responder, pero Amelia la interrumpió. 


"No quise faltarle al respeto", dijo.


Eso le ganó otra ceja, lo que hizo que el estómago de Amelia se revolviera. 


"No es que le llame mentirosa ni nada. Supuse que estabas bromeando o lo que sea. Yo también. Pero si somos reales aquí, creo que todas sabemos que no estaríamos sentadas aquí como si estuviéramos frente a un pelotón de fusilamiento si no pretendieras divertirte un poco a nuestras expensas, ¿verdad?"

Luimelia Amor y palomitas de maízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora