Capítulo 1: El Claro

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Finalmente, salimos al oscurecer, podía ver como las estrellas empezaban a aparecer en el firmamento, parecían pequeñas luces tintineantes las cuales me recordaban a ella, mi madre siempre decía que esas pequeñas luces brillarían el tiempo que ella me amara.  Este era el mejor momento del día, ya que salíamos a entrenar al claro, tomamos una de las camionetas que utilizamos para patrullar el pequeño Condado de Monroe. 

Durante el camino hacia el claro veía los cambios en el paisaje; el claro no estaba lejos de nuestra casa, pero con el armamento que cargábamos era mejor llevarlo en las camionetas. El claro del bosque estaba cubierto de sombras y el viento soplaba levemente, trayendo consigo una brisa húmeda, la cual me recordó los viejos tiempos junto a mi madre.

Ella amaba el cambio de estaciones y me inculco ese amor al cambio; era maravilloso, sobre todo aquí en los Poconos, pareciera como si el tiempo pasara lentamente en este paraíso eterno. El aire tenía un olor a otoño, una mezcla de tierra húmeda, la frescura de las hojas, los árboles y musgo impregnaba el ambiente a un delicioso olor a sándalo, trayendo consigo el cambio de color en las hojas, haciendo la vista alrededor de un color naranja brillante como el amanecer como alguna vez lo llegue a conocer antes de mi transformación.

Cuando llegamos al claro salimos de nuestros autos, Oskar y Antón se adelantaron, yo me quedé parada sosteniendo la puerta del lado del copiloto, inhalando profundamente el olor a tierra mojada, mientras el sutil viento acariciaba mi cara, recordé aquellos viejos tiempos junto a mi madre cuando era yo apenas una niña y mi madre solía traerme a este claro a jugar; antes de su muerte. El claro no era utilizado como lo hacíamos ahora. Ahora el claro era un campo de práctica para los Acadios, una fuerza élite la cual protege a nuestra especie y a los humanos, habíamos jurado proteger a los humanos y no lastimarlos bajo ninguna circunstancia.

Yo era partidista de dejarnos ver ante la sociedad y ser parte de ella con los mismos derechos y obligaciones, claro está que con ciertas cláusulas como no alimentarse de los humanos solo hacerlo en ciertas ocasiones. Yo estoy en pláticas con la ONU, quiero pasar una ley donde nos reconozcan como parte de la sociedad tanto a nosotros como a los Lykans o Licanos ¿por qué vivir en anonimato? Somos reales, estamos en todas partes que no nos reconozcan, es otra cosa, pero entre nosotros sabemos dónde estamos y lo que somos.

Este proyecto lo llamo "Luna Creciente", no todos los clanes vampíricos están de acuerdo en salir a la luz, Ares; el jefe de los clanes tiene fe en mí, él ha dado su consentimiento de que yo trabaje en este proyecto, pero tengo que darle cuentas a él. Ares decidirá cuando esté listo para ser presentado ante el congreso vampírico, el cual es regido por las cinco cabezas de los cinco clanes.

Cerré los ojos sintiendo la fría brisa que movía los mechones de mi largo pelo negro trayendo consigo viejos recuerdos. Tenía seis años, corría entre la maleza del claro detrás de las mariposas mientras era seguida por Ileana, mi madre, la mujer más hermosa e inteligente que nunca había conocido. No era muy alta y no tenía un cuerpo perfecto como todas las mujeres de nuestra especie, pero irradiaba una calidez que atraía a cualquiera, incluso a uno de los líderes de nuestra especie. Pensándolo bien, ella no era de nuestra especie, ella podía salir al sol sin ser dañada.

Recuerdo que todas las tardes mi madre le decía a Ares que saldríamos a jugar al claro, Ares por obvias razones no podía salir con nosotras, eso no lo entendí sino hasta hace un par de décadas después de mi transformación.

Podía oler el dulce aroma de los jazmines blancos y la lavanda del claro. Podía oír su voz llamándome dulcemente...  "¡Megara, cuidado, no te vayas a caer!", me decía mientras sonreía. Veía la cara de mi madre, creo que puedo tocarla y cuando estoy a punto de hacerlo soy despertada de mi trance.

Oskar toco mi hombro, - ¿Megara? ¿Estás bien?,- su cara estaba llena de preocupación, con su mano me acomodo un mechón del cabello detrás de mi oreja y sonrió.

-Vamos. Tenemos que empezar. Una vez terminada la sesión iremos a patrullar, solo tú y yo- dijo Oskar suavemente, cerró la puerta del auto y me jalo para que lo siguiera hacia donde estaban los demás esperándonos.

Al estar frente a todos sentía que ellos estaban intimidados por mí y por qué no, era un híbrido neófito, que es peor que ser solamente un vampiro nuevo, era una mezcla de un vampiro y de una humana algo insólito en nuestra especie y más porque mi madre vivió entre ellos.

Mi padre me concibió con una humana y me transformo hace cincuenta años cuando mi madre murió, soy la primera en nacer de un humano y un vampiro, tengo fuerza extrema, mi piel no es pálida, puedo dormir y según la profecía de mí nacerá la nueva especie de vampiros, yo no sé si es verdad lo único que sé es que soy diferente a los demás.

Yo era la encargada de entrenar a los nuevos reclutas de los Acadios, empecé con el entrenamiento físico y enseñándoles tácticas básicas de combate, solo Oskar, Antón y yo éramos los primeros del equipo élite de los Acadios; gracias a Ares el líder supremo de los cinco clanes de nuestra especie y proveniente de la cultura Sumaria; este grupo se formó para proteger los intereses de los vampiros; Ares siempre quería que fuéramos los mejores y que tuviéramos las habilidades necesarias para defendernos de nuestros enemigos naturales, los Lykans, Licanos o Licántropos.

-Bien chicos, ahora practicarán entre ustedes. - dije mientras me dirigía hacia Oskar y Antón, quienes estaban tomando nota en quien mejoraba o necesitaba más entrenamiento. Mientras caminaba entre ellos observaba de reojo a Antón, quien me observaba intensamente de regreso. No sabía lo que estaba tramando.

-Y recuerden SIEMPRE usar la fuerza en estos entrenamientos, les salvará la vida después-, voltee desafiantemente a ellos y más tarde sentí una ráfaga la cual me tiro al suelo, Antón se había abalanzado hacia mí, me levante del suelo con un salto y desplegué mis colmillos ante la mirada sorprendida de los reclutas, le sonreí a

Antón y le hice una señal para que me atacara.

-Ahora chicos, verán la manera en la que ustedes deben de pelear- Oskar les decía mientras caminaba ante ellos, prendió un cigarrillo y se paró entre los reclutas a disfrutar del entretenimiento.

Antón aventó su chamarra al suelo antes de abalanzarse nuevamente hacia mí, lo esquive y corrí hacia un árbol con un doble salto, al revés me puse detrás de él, lo derribe al suelo, lo tenía inmovilizado con mis manos y piernas así que le mostré mis colmillos, lo iba a morder cuando se levantó y me aventó contra un árbol, corrió hacia mí para golpearme cuando lo tome del cuello con mis piernas y lo derribe al suelo nuevamente, casi lo desmayo cuando Oskar salió de entre los reclutas y nos separó.

Antón se levantó y me dio una reverencia, después tomo mi mano y la beso, regresé la reverencia y sonreí ante la admiración de los reclutas.

-Bien, ¿preguntas? Se pondrán en parejas ahora y utilizarán las tácticas de hoy, ¿Ok? - dijo Oskar imponentemente mientras se paseaba entre ellos, pero nadie pregunto nada, solo nos volteaban a ver con sorpresa.

Oskar, Antón y yo nos pusimos a caminar entre ellos para examinar que si sabían qué hacer. En ocasiones nos poníamos con ellos para darles la mejor opción de ataque. Oskar noto como Antón me miraba entre los reclutas, sé que no lo podía engañar, él sabía que había algo entre Antón y yo. Pero no era el momento para decirle que sus sospechas eran ciertas, estábamos en horas de trabajo, teníamos que concentrarnos en lo que estábamos haciendo, pero la atracción entre Antón y yo era eminente y no lo podíamos ocultar; nos deseábamos.

Seguimos hasta la medianoche cuando era el turno de irnos a patrullar con los reclutas, mientras caminábamos entre ellos, Antón me ponía más atención a mí que a ellos, cada vez que nuestros ojos se encontraban él me sonreía, con su hermosa sonrisa de medio lado que me electrificaba, no podía evitar responderle mi cuerpo me traicionaba y algo más que todavía no podía definir.

¿Sería que estaba enamorada de Antón?, ¿Es él del que habla la profecía? O será que hay alguien más quien podría cambiar el rumbo de mi vida. No lo sé, pero había algo más fuerte que yo que siempre me atraía hacia él, algo que no podía explicar.

Pero dentro de mí sabía que había algo más o más bien alguien más en mi destino y no iba a arrastrar a Antón a un agujero negro sin fondo.

Amor en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora