El aire del bosque era fresco, pero no lograba calmar la inquietud que rondaba a Lana. Con cada paso que daba, los sonidos del bosque parecían acercarse más, como si la naturaleza misma estuviera observándola. No era paranoia, sino una intuición afilada tras años de aprendizaje. Estaba acostumbrada a lidiar con el peligro, incluso a enfrentarlo de frente, pero este mundo nuevo seguía siendo un misterio, lleno de reglas que aún no comprendía del todo.
Siguió caminando hasta llegar a un pequeño claro. El suelo estaba cubierto de hojas secas, y en el centro había una roca plana. Lana decidió detenerse, sentarse sobre la piedra y tomar un respiro. Había cazado un conejo temprano, pero la carne sin sal o condimentos no había sido satisfactoria. Extrañaba los sabores de su mundo, pero sabía que quejarse no le serviría de nada.
“No quiero vivir ligada a una tribu. Quiero tranquilidad. Pero parece que este mundo no piensa lo mismo”, pensó mientras apretaba los puños.
El crujir de una rama la sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza hacia el sonido, tensándose al instante.
—Sal de ahí —dijo con voz firme, sin siquiera levantarse de la roca.
De entre los árboles apareció Baksh. Su caminar era relajado, pero la forma en que sus ojos la miraban dejaba claro que no estaba ahí por casualidad.
—Tienes buen oído —comentó con una sonrisa ladeada, deteniéndose a unos metros de ella.
—¿Qué quieres? —preguntó Lana, sin molestarse en ocultar su desconfianza.
—Nada en especial. Decidí salir a caminar, y parece que nuestros caminos se cruzaron.
Lana lo miró con escepticismo. Era obvio que no estaba diciendo toda la verdad. Vacksh tenía un aire arrogante que no le molestaba del todo, aunque también sabía que los hombres como él solían ser impredecibles.
—Si no tienes nada que decirme, mejor sigue tu camino. Estoy ocupada.
Vacksh dejó escapar una risa suave. —¿Ocupada? Aquí, sola, en medio del bosque. Claro.
—Al menos no estoy molestando a nadie —replicó Lana, levantándose de la roca y comenzando a caminar hacia el otro lado del claro.
—Lana.
El tono de Vacksh cambió ligeramente, y Lana se detuvo. No porque lo quisiera, sino porque quería entender qué lo motivaba a seguirla.
—¿Qué? —preguntó sin voltear.
—Eres diferente. Lo sabes, ¿verdad?
Lana apretó los dientes, pero mantuvo su expresión neutra cuando giró para enfrentarlo. —Todos somos diferentes aquí. ¿Cuál es tu punto?
Vacksh dio un paso hacia ella, invadiendo ligeramente su espacio personal. —En este mundo, las mujeres no suelen ser tan... interesantes. Pero tú... No sé qué es, pero hay algo en ti que me atrae.
Lana dejó escapar una risa corta, sarcástica. —¿Eso es un intento de halago? Porque necesitas mejorar.
Vacksh sonrió, claramente disfrutando de su actitud. —Tal vez. O tal vez solo quería ver cómo reaccionabas.
—Bueno, ya viste. Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer.
Antes de que pudiera moverse, el rugido de una criatura rompió el silencio del bosque. Lana giró en dirección al sonido, su cuerpo tensándose automáticamente. Sacó un cuchillo que llevaba escondido en su cinturón, lista para cualquier cosa.
—Quédate detrás de mí —ordenó Vacksh, poniéndose en posición de ataque.
—No necesito que me protejas —respondió Lana, avanzando hacia el origen del ruido.
ESTÁS LEYENDO
siete es mejor que uno
FantasiLana, la chica más popular de su universidad,no sólo era hermosa ,era buena en todo,así como también conocida por ser la mejor chica en karate y taekondo. Lana que ama su vida tenía un secreto,que solo sus amantes sabían, y este secreto se lo llevó...