001; Polvo de estrellas

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Todos me miraban, no podía saber con exactitud qué tipo de expresión era, pero estaba seguro que no tenía nada de bueno. Me encontraba caminando por el pasillo de la escuela con pasos inseguros, ¿por qué me miraban así?, ¿había hecho algo mal?, ¿estaba mal vestido?, ¿tenía algo en la cara o en el cabello?, ¿había cometido un error y no me había dado cuenta?, intenté ignorar esas miradas y enfocarme en la música que provenía de mis audífonos, pero no podía, me carcomía la idea de haber hecho algo mal y no notarlo, el que me juzgaran, el que creyeran que era una mala persona o un idiota. Lo que más me consumía era el hecho de imaginar en la infinita cantidad de pensamientos que podrían llegar a tener acerca de , no saber realmente qué era lo que pasaba por sus cabezas. Mi cabeza empezaba a crear infinitas incógnitas del por qué podrían estar viéndome de esa forma. Comencé a cuestionar todo sobre mí, hasta el más mínimo detalle, a analizar intensamente todo lo que había hecho en la semana, cada día, hora y segundo; comencé a cuestionar mi postura, mis gestos, incluso la forma en la que respiraba o la forma en la que daba cada paso.
Sin notarlo me había quedado parado en medio del pasillo, quieto, hundido en mis pensamientos; pero entonces alguien me empujó, era él, el chico culpable de todo el odio que recibía, me empujó nuevamente, y esta vez, me lanzó al piso. Todos miraban, nadie hacía nada, solo tenían esa expresión de burla en sus rostros. Aquél chico me tomó por el cuello del uniforme para luego decir a pocos centímetros de mi cara con una voz tan fría que helaría a cualquiera: "nadie va salvarte", y era verdad, nadie lo haría, lo sabía muy bien porque nadie nunca lo había hecho. Pero de igual manera, siempre lograba asustarme con esa frase, la decía cada vez que estaba a punto de hacerme daño. Pude verlo levantar su mano formando un puño, sabía lo que seguía, era inútil llorar o intentar defenderme, él siempre ganaba, así que solo me limité a cerrar mis ojos asustado. No podía hacer nada para evitar aquél golpe.

De repente abrí mis ojos, estaba exaltado, tenía sudor en mi frente y mi respiración era agitada. Miré rápidamente hacia todos lados, me encontraba en mi habitación, en mi cama junto a mis almohadas, estaba seguro, nadie estaba ahí para lastimarme. Sólo había sido un sueño, una pesadilla. Pero una pesadilla muy cercana a mi realidad.
Aún tenía un par de horas más antes de que suene la alarma, pero no me sentía muy tranquilo como para conciliar el sueño otra vez. Entonces decidí encender una pequeña luz que tenía en mi mesita de noche y tomé mi cuaderno, el cual se encontraba allí. Me dispuse a dibujar, eso siempre lograba calmar mi conciencia ya que me centraba en trazar cada línea a la perfección.

[Unas horas después]

Estaba sentado en mi cama, ya vestía el uniforme de la escuela perfectamente planchado junto a mi bolso, listo para irme. Pero algo me hacía no querer levantarme y salir de mi cuarto. Salir de ahí, para, seguido a eso, salir de mi casa e ir a la escuela, un lugar en el que mis pesadillas cobraban vida sin pizca alguna de piedad por mi alma.

–¡¡¡Soobin!!!- escuché a mi madre gritar desde abajo, ya era hora de salir de mi cuarto y afrontar mi día.
Me levanté y agarré mi bolso, bajé las escaleras para dirigirme hacia la cocina, en donde mi madre me esperaba para desayunar.
–Debes comer algo antes de irte, cariño.- decía mi madre mientras ponía un tazón frente a mí con yogurt y frutas.
–Gracias, mamá- dije sin muchos ánimos y sólo me limité a comer, no tenía ganas de hablar, tenía mucho sueño, además, siendo honesto, tampoco sabía si tenía ganas de estar respirando en ese preciso momento.
Mi madre me miró preocupada, ella estaba al tanto de lo que me sucedía, incontables veces había ido a mi escuela para hablar, ella siempre intentaba ayudarme, pero siempre que lo hacía, los tratos de mis compañeros hacia mí parecían ser aún peor y más constantes.
–Cariño, ¿te encuentras bien?, te ves cansado.
–Estoy bien, solo tengo algo de sueño- le sonreí para que no se preocupara demasiado, no quería ser una carga.
–¿Estas seguro?, ¿Te quedaste dibujando hasta tarde otra vez?
–Si...lo siento, no lo haré otra vez. Ahora me tengo que ir o llegaré tarde, nos vemos luego- estaba a punto de dejar la cocina pero mi madre habló.
–Hijo, ten cuidado, si algo sucede dime por favor.- dijo con una mirada preocupada.
–Sí, lo haré- mentí.

Glimpse of us | Yeonbin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora