004; El sonido de las gotas sobre el papel

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Yeonjun's pov

Llevaba dos meses viviendo con mi abuela, como supuse, mis padres cortaron mis tarjetas. Más allá de eso, no recibí señales de vida por su parte, ni siquiera se molestaron en buscarme. De todos modos, no me importaba, yo estaba feliz en donde estaba, no los necesitaba ni a ellos ni a sus problemas.
Como todas las mañanas, mi abuela me despertó para el desayuno y salimos al patio a comer juntos mientras charlábamos un poco.
-¿Y?¿Cómo está tu desayuno?
-Delicioso, como siempre.
-Me alegro, mi niño.
-De todos modos, mañana no me despiertes con el desayuno, abuela. Quiero cocinarte yo a ti. Dime, ¿qué prefieres?¿lemon pie o bizcochos?
-Lemon pie, definitivamente.
-Genial, eso te prepararé.
-Mi niño...eres un dulce. ¿Y dormiste bien?
-Como un bebé, ¿y tú?
-Igual. Sobretodo ahora que estás aquí, me siento mejor que nunca. Realmente te extrañé.

Cada día que pasaba, me dejaba más en claro que ese era mi hogar. Me sentía feliz, me sentía tranquilo y amado. Alejarme de mi casa fue difícil, y dudo que en algún momento deje de dolerme tener esta relación con mis padres, pero sin duda alguna estaba mucho mejor ahora.
Hacía bastante tiempo que no tenía atracones, sentimientos de culpa, ni vómitos. Sin embargo, pronto reaparecieron, y mi abuela no tardó en notarlo. Decidió que lo mejor sería empezar a asistir a sesiones de terapia. Me sugirió ir a un par y ver si me servían o no, si no notaba cambios en mi conciencia y no sentía que me ayudara, era libre de dejar de ir, pero pensó que sería bueno intentarlo, ya que ella creía que realmente podía ayudarme con mi salud mental y con todas las cosas que tenía por resolver. Accedí, me parecía buena idea, además, ¿Qué podría tener de malo ir a un psicólogo?. Bueno, resultó que no fue tan fácil como creí. Al principio no decía ni una palabra, realmente lo intentaba, pero simplemente no podía, no me salían. Quería hablar, quería hablar de cómo desde una temprana edad sentía total falta de aprecio y presencia por parte de mis padres, quería abrirme sentimentalmente para así poder ser ayudado, pero era muchísimo más difícil de lo que parecía. Toda mi vida reprimí todo tipo de sentimiento o pensamiento que me hiciera sentir vulnerable, pero sabía que si quería ser ayudado, debía hacer un esfuerzo en abrirme para así permitir que me ayuden. También sabía que me llevaría tiempo, pero aún así lo intentaría, quería hacerlo. Con el tiempo, pude hablar más, y tal como mi abuela dijo, realmente me servía hablar con un profesional. Después de todo, nadie puede brindarte la ayuda que un profesional puede.
-¿Cómo amaneciste, Yeonjun?
-Bien, realmente bien.
-Es bueno oírlo. Cómo estuvo tu semana?
-Bien...bueno...quizás no tanto. En las noches no puedo evitar pensar, y eso me angustia.
-¿Pensar?¿En qué?
-En todo...en mamá, en papá...a veces veo padres jugando con sus hijos en los parques o dándoles abrazos o diciéndoles que los aman y...no pensé que realmente me importaran mis padres teniendo en cuenta lo mal que me hicieron sentir toda mi vida...pero duele. Realmente duele. Además, volví a tener, ya sabe, esos problemas...
-¿Cuáles?
-Um...bueno, yo...volví a vomitar. Y pues...me frustra el hecho de haber vuelto a tener problemas con la comida...pero también me frustra preocupar a mi abuela. Desearía poder cambiar todo esto, desearía que todo fuera más fácil.

A veces me costaba expresarme y comenzaba a llorar, otras veces me reprimía tanto inconscientemente que no podía derramar ni una lágrima, a pesar de necesitarlo.
Comencé a hacerme estudios clínicos y continué con las sesiones de terapia. Cada vez que comenzábamos a ver mejoras, recaía de nuevo. Era un bucle sin fin, jamás lograba estar bien del todo. Con el tiempo me diagnosticaron varias cosas, entre ellas, trastorno compulsivo alimenticio, bulimia y depresión.
Fueron meses muy difíciles, a ambos nos chocaron los diagnósticos, si bien era de esperarse, fue difícil digerirlo y aceptar que verdaderamente estaba mal. También fue muy difícil el proceso de recuperación, ya que, como dije, jamás lograba estar bien del todo.
Comencé a ingerir antidepresivos, los doctores estuvieron ayudándome tanto mental como físicamente, me ayudaban con las comidas y con mis ganas de vomitarlo todo.
Pero aún así no mejoraba. Fue entonces cuando, entre mi abuela y yo, decidimos que necesitaba una ayuda mayor. Mi abuela se había encontrado repetidas veces con escenas desesperantes, ya no quería que me viera angustiado, ya no quería que tuviera que hacerse cargo de mis ataques de pánico o mis llantos en las madrugadas. Ella siempre me ayudaba y jamás se quejaba, pero sabía que estaba asustada. Tampoco quería ser una carga para ella, así que decidí junto a ella entrar en un hospital psiquiátrico, para así no tener que cargarle todo el peso a ella, y para así también recibir ayuda más intensa. Yo tenía intenciones de recuperarme, pero me estaba quedando sin esperanzas, éste sería mi último intento para poder seguir adelante.

[...]

Me encontraba leyendo en mi habitación cuando de repente un toque en la puerta logró distraerme de mi lectura. Se trataba de una enfermera, extrañado la miré ya que aún no me tocaba mi medicación. Entonces, miré las agujas del reloj, las cuales marcaban el mediodía, por lo tanto, era hora del almuerzo, y eso significaba que había llegado una de las peores partes del día.
Con los ánimos por el suelo, me levanté perezosamente de la cama para dirigirme hacia la puerta, no sin antes tomar mis audífonos, me habían interrumpido mientras leía Alicia en el país de las maravillas, no era de mis favoritos, pero tampoco me desagradaba, era una de las pocas opciones que tenían en la biblioteca del hospital que era de mi agrado. Era curioso como funcionaba el mundo de las maravillas. El conejo, el sombrerero loco, la tortuga falsa, todo era muy raro, pero de igual manera me gustaba. Uno de mis grandes secretos era que deseaba algún día poder gritar dramáticamente ¡¡Córtenle la cabeza!!, definitivamente sería genial, al igual que asistir a la hora del té junto al sombrerero.
Me encontraba caminando en dirección al comedor, juraba que esta vez lo haría bien, enfrentaría esto y tendría mi almuerzo; mis pasos eran firmes y seguros, pero entonces algo me frenó, algo en mí me decía que realmente no era necesario comer, no lo necesitaba, solamente me haría engordar. E incluso aunque lo intentara, vomitaría, ya sea voluntaria o involuntariamente. Los pensamientos carcomiéndome la cabeza, el sentimiento inmenso de culpa y la sensación rara de haber hecho algo mal son más difíciles de manejar de lo que parecen.
Entonces me quedé pensando en qué podría hacer para escapar, no quería estar ahí y tener el plato de comida frente a mí en ese momento. Me prometí a mi mismo que comería más tarde.
Me dirigí en dirección contraria al comedor donde todos se encontraban comiendo, fui hacia la primer puerta que encontré, la que daba la salida al parque. Tenía que pedir permiso para salir, pero no había nadie en ese momento, así que sin pensarlo dos veces tomé el paraguas azul que se encontraba junto a la puerta y salí de ahí de inmediato.
El viento frío chocó contra mi rostro, estaba lloviendo. No traía ningún abrigo conmigo, tenía una polera que no me protegía del frío en absoluto, pero no me importó, necesitaba salir de ahí para, otra vez, intentar evitar esa pelea de todos los días.
Sin ningún plan en mente empecé a caminar lentamente alrededor del parque siguiendo los caminos que estaban hechos de cemento. Este clima era agradable, me hacía sentir bien, el frío chocando contra mi cuerpo y escuchar todos los sonidos provocados por la lluvia, activaba mis sentidos haciéndome sentir vivo.
Luego de caminar por unos minutos, pude ver a un chico que se encontraba sentado en una banca bajo un árbol, ¿otra vez él?, solía verlo casi todos los días en aquél banco, siempre estaba sentado haciendo algo en su cuaderno, ¿pero incluso en los días lluviosos salía para sentarse ahí?. Su cabello estaba mojado al igual que su ropa, pero se veía muy concentrado haciendo algo que parecía ser un dibujo, o tal vez estaba escribiendo, pero, ¿por qué bajo la lluvia?, ¡su cuaderno de seguro se estaba mojando todo!, ¿Cómo podía parecer no importarle?, yo jamás dejaría que mis libros estén bajo la lluvia, ¡ni en mis sueños!.
Mientras tenía esa conversación conmigo mismo, noté que me miró por un segundo, y luego bajó su mirada al cuaderno nuevamente; ¿acaso me estaba dibujando? no, eso no tendría sentido, ¿por qué lo haría?. Pero algo en el fondo de mí me decía que sí, tal vez me estaba dibujando. Así que decidí seguir caminando "casualmente" para que siguiera con su obra. Caminaba con una de mis manos en los bolsillos y me acomodaba el pelo mientras sonreía como si me hubieran contado un chiste, a pesar de que me encontraba caminando sólo. Quizás era eso lo que me causaba tanta gracia, el imaginar lo ridículo que probablemente me veía fingiendo ser modelo. Pero si me van a usar de musa al menos debería verme bien, ¿cierto?.
Sin embargo, dos minutos después, mi curiosidad me ganó. Además, la lluvia era cada vez más fuerte, por lo que decidí ir a cubrir a aquél chico, de lo contrario se enfermaría muy mal, y, claramente, también aprovecharía para ir a ver qué era lo que estaba haciendo en su cuaderno.
Rápidamente me dirigí hacia él, a medida que me acercaba, lo iba rodeando de a poco, logrando así posicionarme detrás de su espalda y que así no pudiera verme. Una vez que estuve exactamente detrás de él, eché una ojeada al cuaderno, pero desgraciadamente no pude ver con exactitud, ya que su abrigo lo protegía un poco del agua. Entonces me acerque aún más y ahí pude ver lo que estaba haciendo, era un bonito dibujo, y en efecto, era un dibujo mío. Su obra estaba quedando excelente, y por alguna extraña razón, en aquél dibujo yo me veía bien, lo cual era raro porque no me consideraba una persona atractiva en lo más mínimo. Pero esos pensamientos se esfumaron al instante, de pronto el chico se había levantado y eso causó que me asustara un poco, ¿por qué se había levantado tan rápido de repente?, noté que estaba mirando para todos lados, ¿acaso me estaba buscando?, sin pensar mucho hablé para llamar su atención, aunque no sabía qué decir.
-Lindo dibujo- Solté. No pude evitar decirlo, ese chico tenía talento en lo que hacía.

holaa, queríamos desearles un buen comienzo de año y también agradecerles por leer la historia y votar <3

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