número equivocado

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Dimaria abrió la caja del producto y leyó las instrucciones que venían dentro de una pequeña bolsita transparente. Después, aburrida de tanta información, tomó el teléfono celular negro que tuvo que comprarse, lo examinó meticulosamente y suspiró, cansada. Hace dos días atrás había caído a la piscina de Randi con ropa y con el aparato en el bolsillo trasero del pantalón, ni siquiera pudo salvar el chip con los contactos cercanos, las fotos o los mensajes de texto, un verdadero problema.

Prendió la nueva adquisición (tuvo que gastar hasta el último maldito ahorro) y se introdujo en la nueva plataforma que le ofrecía el producto, sin teclado táctil, nueva pantalla y formas tecnológicas. Sus dedos torpes apretaron la pantalla para ir a los juegos, estuvo entretenida ahí un buen rato, hasta que recordó que debía cargarlo para maximizar la batería. Lo apagó fastidiada y lo conectó al cargador, dejándolo en el olvido sobre la cama.

Su madre la llamó a cenar y salió de la habitación.

Volvió a la hora después, Randi había interrumpido la tranquilidad de la cena, para brindarle una hoja con los números telefónicos de amigos, compañeros y simples conocidos, así que mientras esperaba que terminara la carga aprovechó de estudiar para el examen del lunes. Una vez pasada la hora necesaria, verificó la carga de la batería y se alegró que estuviese completa, así que lo encendió del botón y comenzó la tediosa tarea de traspasar los contactos y a mandar mensajes de texto para avisar que tenía nuevo número telefónico, algunos le contestaron de inmediato y otros no.

Randi era la última que le quedaba en la lista, no recordaba los dígitos con precisión. La agregó y llamó de vuelta (a pesar de haberla visto una hora atrás) para que le quedara el registro del número.

Esperó que contestara.

Esperó.

Aprovechó de seguir leyendo las instrucciones en el pequeño papel.

Y entonces, por fin, atendió después de tres insistentes pitidos.

???: ¿Diga? —contestó, claro que sí, pero una voz masculina. Dimaria apartó el librito y frunció el ceño, extrañada—. Alooo —insistió el hombre.

La chica apretó el celular.

Dimaria: ¿randi?

La voz de la línea calló por unos momentos.

???: No, ¿con quién hablo? - preguntó extrañado - . Si es una broma, no tengo tiempo, Cortaré en tres, dos...

Dimaria rodó los ojos por la estúpida advertencia.

Dimaria: No es una broma, genio, busco a mi amiga llamada Brandish. Seas quien seas, pásame con ella que es urgente - demandó, perdiendo ya la paciencia.

Al otro lado, el sujeto soltó una exclamación y cortó la comunicación, dejando a la fémina boquiabierta, ella apartó el aparato y lo miró múltiples veces sin creérselo.

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Gray esperó impaciente la jugada de Natsu, pero notó que éste estaba sorprendido aún con el palo de billar en la mano y sosteniendo el celular, incrédulo.

Gray: ¿Quién era, natsu? - preguntó, frunciendo el ceño.

El muchacho pelirosa observó una vez más el teléfono, bloqueó el teclado y se encogió de hombros, restándole importancia a la extraordinaria conversación.

Natsu: Equivocado - murmuró desinteresado y se preparó para dar la lanzada que lo llevaría a la gloria de la noche. Con el premio de llevarse el juego de vídeo que tenía el fullbuster en su colección.

One shots Natsu x DimariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora