Hechos sin religión.

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- ¿Qué se siente ser la única cosa viva capaz de haber sobrevivido a Jesús?

- ¿Qué? Yo no... No entiendo que es lo que pasa.

- Y no es necesario que lo entienda realmente, solo debe saber que usted es el ser vivo mas afortunado en el universo.

-Y eso ¿por qué?

- Porque usted es la clave para acabar con esa putrefacción de la naturaleza.

- No puede ser cierto, ¡esta es otra ilusión, y se tiene que terminar! – Rápidamente estrelle mi puño contra el espejo hasta hacerlo añicos, pero eso no evito que Zephret me tomara por sorpresa la espalda y me arrojara a la cama.

- ¡Imbécil!, ¿Usted cree que esto es un juego?, cierre el hocico y escuche. – Me quede pálido a la orden de esa cosa. – Nazareno se encuentra cada vez mas cerca de encontrar la puerta al cielo, si lo hace, mi raza estará condenada a la extinción y a una tortura eterna. Por nuestro bien y el de su especie le sugiero se mantenga al margen de lo que haga Nazareno a partir de ahora en su mundo.

- ¿Y cómo quiere que lo detenga, con agua bendita?

- Usted es un genio, ¿No?, en esa iglesia se debe encontrar la clave del rompecabezas, yo de usted me consigo una pala y empiezo a excavar. – En una irritada risa, Zephret desapareció de mi vista, y tumbado en el suelo solté un llanto de desesperación y angustia.

El miedo que me producía el solo pensar lo que esa monstruosidad era capaz de hacer me traía recuerdos, fases de vidas pasadas. En época de cacería de brujas en los siglos pasados, los hombres solían cargar estacas hechas de cruces y bendecidas por la supuesta sangre de cristo; una ocasión como la que estoy rememorando es difícil de olvidar por su crudeza. Luego de capturar a una joven, los guardias que nos acompañaban decidieron entregarla al cura de la santísima iglesia del pueblo.

-Déjenos solos- Exclamo el cura. – He de bendecir esta alma perdida, dijo. En mi curiosidad, asome las narices en la habitación donde se encontraban, y como si de un desfile se tratase, la joven empezó a modelar su cuerpo cuya piel se había caído, solo era un cuerpo muerto al rojo vivo que aun podía respirar, caminar, sentir y por supuesto, coger... No hace falta explicar que paso después.

Al día siguiente me desperté con un sabor pastoso en la boca, como si hubiera vomitado mis entrañas en un abrir y cerrar de ojos, cuando me levante no pude evitar fijarme en que los vidrios rotos de mi velada nocturna no estaban, no había ni siquiera un espejo en el baño. Fui al pueblo para comprar las cosas necesarias para mi satánica expedición en la iglesia, aunque en el fondo realmente no quería hacerlo, sabía que no tenía opción.

Mis acompañantes serian únicamente una soga, una linterna y un martillo, ¿Qué se supone que llevaría a una iglesia abandonada, un crucifijo? No me juzguen, pero si estuvieran a punto de entrar en la casa de un bastardo que literalmente es Dios, estarían igual de cagados que yo.

Resulto ser cierto, toda la vida viví en un pueblo con una iglesia vacía, o bueno, lo único que hay en su interior es desolación, terror, y ratas muertas. El olor a un muerto desgraciado acompañaba al lugar y el piso de madera no ayudaba, era fácil confundir el sonido al caminar con el llanto de un recién nacido, llegue a pensar que era el sonido que el produjo cuando nació... y era peor que el dolor que su madre debió sentir. Los cuadros polvorientos de Jesús rodeaban las esquinas, sus ojos llorosos se volteaban a mi cuando daba un paso en falso, y parecían mas cagados de miedo ellos que yo; al acercarme a lo que parecía una vieja y rota oficina me encontré con el agujero al infierno, el piso estaba tan podrido que era posible romperlo solo con tocarlo, sabia que era lo que buscaba, pero no lo que quería encontrar.

Decidí quedarme con lo había encontrado e irme, y cuando Salí de la oficina... Jesús se había escapado de su cuadro. Me quede viendo perplejo, esperando a que apareciera y... mi deseo se cumplió, sin darme cuenta el bastardo salto del piso como si de un charco se tratara, me agarro de los genitales y con sus 12 apóstoles me arrastraron hasta el agujero, no era ese hueco gigante lo que me daba más miedo, ni siquiera el hecho de que una pintura me agarrara de las pelotas, lo que me dejo en pánico fue que me dijeran:

-Lo sentimos. - Solo imaginen las sobras de la basura cayendo, viendo como la poca luz del cielo se desvanece cada segundo que se encuentra mas cerca del final del abismo, ese pedazo de basura, soy yo.

En otros tiempos los creyentes eran cazados y no cazadores, pero como yo lo veo, todos esos imbéciles tenían mucho que ladrar, pero poco que masticar. Las cruzadas fueron el punto limite de esos bastardos, se dice que el Nazareno en persona lidero varias ejecuciones y sobre todo torturas. Se habla de un pagano cuyo pecado fue orinar en tumbas santas, 2 días después, un pene fue encontrado como decoración en una cruz de sangre, a las orillas de cierto rio.

Creo que ahí es donde caí.

Realmente no tenia ganas de nada, estaba envuelto en un problema que ni yo mismo entendía, lo único que podía hacer era seguir y buscar una salida... o mejor aún, la salida de Nazareno. Seguí en línea recta por el túnel, parecía un viejo carril de tren abandonado, revisando las paredes me encontraba con algunos dibujos, parecían de niños, ¿Sera un niño capaz de dibujar una escena porno de un cura cogiéndoselo? Al parecer sí. Sin embargo me encontré con algo valioso, uno de los dibujos de la pared representaba a Nazareno convertido en una especie de bestia que se retorcía en dolor frente a un montón de niños a su alrededor, y un cura.

Bajo la oscuridad que había intente tomar una foto y tratar de descifrar lo que significaba, pero en ese momento... el suelo empezó a temblar, no se trataba de un terremoto, porque sentía a un tren aproximándose. Hora de correr.

Detrás de mi una locomotora cuyo frente era una cruz con boca se aproximaba, y como si de un loro se tratase me gritaba a toda voz:

-¡Estoy hambriento, aliméntame o llorare! – Corrí lo más rápido que pude hasta el final del túnel, haciéndome a un rincón logre esquivar al tren, que desgraciadamente se estrello contra la pared, generándome una salida. Cuando atravesé ese agujero gigante, me di cuenta que había salido por la puerta trasera de la iglesia.

Cuando le di la vuelta avisté como esta había sido despedazada por el tren de adentro hacia afuera, como si hubiera recorrido todo el pueblo solo para acabar ahí. Finalmente, la construcción no resistió y fue tragada por la boca del diablo.

NAZARENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora