Capítulo 8

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Me desperté desubicada y sudando, sin saber que había pasado ni dónde estaba. Me dolía bastante la cabeza, por eso me la sostuve con la mano. Entonces me acordé de todo lo que había pasado. Me miré el pie, estaba vendado y me habían puesto un zapato de deporte, supongo que para que no se me cayera la venda. Veía un poco borroso pero aún así intenté encontrar a mis amigos para decirles que ya estaba bien.

Conseguí enfocar la vista y me encontré con la mirada cálida de Aidan. Quise levantarme para correr y darle un abrazo pero no podía levantarme, así que le hice un gesto para que viniese. Él sonrió y vino rápidamente. En cuanto lo tuve delante me levanté con cuidado de no apoyar mucho el pie y le di un abrazo.

-Gracias, Aidan. Eres el mejor del mundo. - Le dije dándole un beso en la mejilla y volviendo a abrazarle.

-Solo hago lo que puedo.

-No te quites el mérito que tienes.

-Anda ya, Diana. No ha sido nada de verdad.

Me separé un poco de él y le di una mirada recelosa seguida de una sonrisa. Él miró hacia un lado y levantó los hombros intentando fingir inocencia. Ayla se acercó y me preguntó que tal estaba, a lo que respondí que muy bien. También vinieron Elvia y Axel. Elvia en seguida me dió un abrazo y Axel me preguntó que sí quería quedarme o prefería irme. Llevaba desde que que lo supe deseando quedarme en la playa por la noche y ver el cielo estrellado tumbada en la arena. No iba a dejar que un simple corte lo estropeara.

A las nueve más o menos se empezó a hacer de noche. Eso es algo que me encanta del verano, que anochezca tarde.

Mientras Axel y yo nos quedamos en la playa, los demás se fueron a ver que podíamos comer. En el paseo marítimo había numerosos restaurantes, pizzerías y locales de comida rápida. Elvia conocía los bares e iba a guiar a los demás. Como a Axel y a mí nos daba igual que comer les dijimos que nos sorprendieran y nos quedamos en la playa.

-Me encanta el atardecer, es tan bonito. -Dije cerrando los ojos para sentir mejor la brisa y el olor a playa.

-Tienes una pequeña obsesión con el cielo, ¿Lo sabías?

-Es que me atrae por alguna razón.

-A mí me gusta pero no tanto como a tí.

Nos quedamos un rato en silencio observando como el cielo oscurecía, el mar se calmaba y la gente se iba. Hasta que Axel rompió el silencio con algo que realmente no esperaba que dijese.

-Me has asustado mucho. -Dijo él con la mirada perdida en el horizonte.

-Tu nunca te asustas. -Dije bromeando y riéndome.

-Diana, lo digo en serio.

-Anda, la roca impenetrable está mostrando sus sentimientos por primera vez.

-Te tengo más aprecio del que creía, no es broma. Siempre he hecho el papel de protector del grupo y de persona que no siente pero obviamente eso no es así. Cuando hoy te he visto tumbada e inconsciente he sentido que había hecho algo mal. Que no te había protegido como debía. Sin tí no estaríamos hoy aquí porque tú nos juntaste. Eres tan maravillosa como la luna que hoy nos está sonriendo.

De verdad que al principio creía que no iba en serio. Me había quedado sin palabras. Axel no podía haber dicho eso. Me había comparado con la luna y para mí eso era inigualable. Ahora no quería responder, cualquier cosa que dijera iba a ser poco comparado a lo que él me había dicho. No quería estropearlo. Pero tenía que decirle algo.

-De veras que nunca pensé que pudieses decir algo así. Creo que no te conozco lo suficiente.

-De hecho creo que nadie me conoce totalmente, la que más es Ayla.

-Me gusta ese lado tuyo en el que cambias y dices lo que realmente sientes. Eso es porque te sientes totalmente bien conmigo. -Le dije dándole un golpe en el brazo.

-Eso es porque me siento totalmente bien contigo. Siento que puedo ser yo pero todavía me cuesta serlo totalmente.

-Tómate tu tiempo al final si realmente te sientes bien conmigo lo lograrás, y si quieres claro.

-Eres muy buena psicóloga Diana. -Nos reímos, Axel hizo una pausa y continuó. -¿Sabes qué?

-Dime.

-A partir de ahora te voy a llamar luna como apodo y me da igual lo que digas. Sé que te gusta la luna y me recuerdas a ella.

-Me parece bien. De hecho es el primer apodo que me han puesto y me ha gustado.

-¡Axel! -Gritó Aidan.

-Ah, imbécil casi me partes la espalda.

Aidan había venido corriendo y se había tirado encima de Axel. En cambio Ayla y Elvia venían hacia nosotros riéndose.

-No me digáis que la idea ha sido vuestra. -Reprochó Axel dirigiéndose a las dos chicas que venían más lejos. Ellas se miraron en silencio para luego estallar en risas.

Elvia y Ayla me dieron las bolsas del Burger King y salieron corriendo perseguidas por Axel. Todos sabíamos que las iba a coger a las dos. Aidan y yo nos estábamos riendo tanto que acabamos tirados en la arena.

Perdimos de vista a los tres pero veíamos su silueta gracias a las luces del paseo marítimo. Vimos que Axel se tiraba en cima de una de las dos chicas y escuchamos gritar a Elvia, entonces supimos que la había cogido. No pasó mucho cuando le hizo lo mismo a Ayla.

-Ni en educación física he corrido tanto. -Dijo Ayla acercandose.

-Porfavor que alguien me dé una botella de agua. -Añadió Elvia jadeando.

-Que poca vergüenza. Me habéis hecho correr a estas horas y encima os cansáis vosotras. -Musitó Axel.

Miré al pelinegro, luego a las chicas, luego a Aidan y nadie pudo aguantar la risa. Acabamos otra vez tirados en la arena riendo.

En ese momento de felicidad me planteé que todo estaba siendo tan perfecto que no quería que terminase nunca. Que se congeláse ese momento en el tiempo. Nuestro grupo al completo tirados en la arena de la playa por la noche y escuchando nuestras risas. Simplemente divirtiéndonos, antes de volvernos a separar otra vez.

Mi Primer ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora