Capítulo 1

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9 de Enero de 2019

Me encontraba en el cuarto de baño, mirándome al espejo con los ojos rojos de llorar preguntándome porque me pasaba esto a mí y no a otra persona. Nunca quise esto y menos a esta edad, acababa de entrar a la universidad y no quería estos líos. Además mi madre siempre me decía que no saliera con nadie que a ella no le gustaba que estuviera por ahí con un chico.

Tenía por decirlo de alguna manera "prohibido" enamorarme, pero cuando te prohíben algo inconscientemente es lo que más deseas. Al parecer esto fue lo que me pasó a mí y a pesar que yo no tenía intención de salir con nadie, todo fue inevitable. Desde las primeras miradas hasta los pequeños besos en el baño.

Creo que me estoy estresando mucho. Lo mejor es que me calme y descanse un poco al fin y al cabo las clases volverán a empezar pronto y no quiero tenerlo en la cabeza aunque compartiendo clase con él va a ser difícil.

Mi nombre es Diana, que curiosamente significa lo contrario a lo que soy. Comparada con las niñas de mi edad soy la rarita a la que todo el mundo ignora excepto sus mejores amigos.

Me paso la mayoría del tiempo leyendo o tocando el piano. Me encantaría entrar en un equipo de baloncesto pero si se entera mi madre le da algo. A pesar de estar en el siglo XXI me trata como en el maldito siglo XIX.

En mi familia se creen que por haber nacido chica tengo que ser una princesita (precisamente lo que significa mi nombre) y yo no estoy de acuerdo con esa idea para nada. Soy la única de mi familia con el pelo marrón oscuro y los ojos color miel y eso me hace sentir especial. Nahomi siempre se rie de ello y me dice que soy una niña a la que rescataron de la calle pero yo no la escucho porque al ser diferente me imagino un millón de historias como las de los libros que leo.

-¿Estas bien Diana? Dijiste hace quince minutos que ya salías. -Dijo un poco preocupado Aidan desde fuera.

-Si perdón, ya salgo. Me he distraído mirando el móvil. -Le respondí abriendo la puerta con una sonrisa.

Viernes 24 de Agosto de 2018

Salí corriendo de mi casa, si no me daba prisa llegaría tarde a casa de Elvia.

La ropa que llevaba en ese momento no era la más adecuada para ir corriendo pero me dió igual. Estaba aproximadamente a un minuto de llegar y el semáforo se puso en rojo. Estaba pensando en mis cosas, miré hacia abajo y me di cuenta de que llevaba puestas unas chanclas.

-Mierda, se me olvidó ponerme los zapatos.

El semáforo se puso en verde y decidí que me daba igual, al fin y al cabo había quedado con mis amigos por lo que no me importaba que me vieran así. A demás llevaba otros zapatos en mi mochila.

Llamé al timbre, me abrió Aidan, cosa que no me extrañó. Da igual en que casa quedásemos que siempre me abría él. Además yo era la última en llegar, por lo que sabía con seguridad que era yo quien llamaba. A pesar de ser mi mejor amigo fastidiarme era el hobby favorito del chico.

-Siento haber llegado tarde. -Dije disculpándome.

-No pasa nada, ya nos hemos acostumbrado. -Respondió Aidan burlándose un poco de mí.

-¿Te crees muy gracioso, no?

- Sí, es que lo soy, y más si se trata de ti. -Respondió irónicamente.

-Sí, ya lo veo. -Dije rodando los ojos.

Entré a la casa dejando a un lado a mi amigo y mientras que dejaba mi mochila en la habitación de invitados alguien saltó encima mía tirándome a la cama. Solo por su risa sabía de quién se trataba, me había tapado los ojos pero por lo poco que podía ver me aseguré de que era Elvia. Su irreconocible cabello pelirrojo estaba delante de mi, así que antes de que dijera nada hablé yo.

-Elvia sé que eres tú, estoy viendo tu pelo y ¿En serio crees que no reconozco la risa de mi mejor amiga?

-Oh vamos Diana, por lo menos alguna vez podrías darme la satisfacción de que te hable antes de que lo hagas tú.

-Perdoneme señorita, pero si no me hicieras lo mismo siempre, no sospecharía de ti. -Dije riéndome.

Elvia se limitó a poner una cara de decepción mientras Aidan y yo nos reíamos de ella.

Los padres y las dos hermanas de Elvia se despidieron de ella, ya que pasarían tres días fuera de casa. Por esto nos invitó a quedarnos esos tres días.

-Adiós cariño, ten cuidado, ya sabes cómo va la cocina, no os acosteis ni os levanteis muy tarde, cualquier cosa me llamás y...

-Mamá, estaremos bien no te preocupes de verdad parece que soy nueva y no conozco la casa. -Dijo Elvia interrumpiendo la típica charla de las madres siempre que nos dejan solos.

-Esta bien. Adiós a los tres y que no me entere yo que hacéis travesuras. -Terminó diciendo ella con un guiño.

Íbamos a entrar ya a la casa cuando la hermanita de Elvia le dió un abrazo en las piernas, porque no llegaba más arriba. Mi amiga la cogió en brazos y rozó la nariz con la de su hermana a modo de despedida. Clara es tan mona, tiene solo 4 años, ojalá tener a una hermana pequeña.

-Vamos Clara llegaremos tarde. -Avisó Ana, la segunda hermana de Elvia. Ella era más mayor que Clara pero aún así me encantaba.

Clara fue corriendo hacia el coche y mientras de alejaba nos decía adiós con la mano de su osito de peluche.

Finalmente nos quedamos solos en la casa, sabíamos que este iba a ser un gran fin de semana.

-Bueno ahora que estamos solos os voy a contar los planes que tenía para esta noche. -Comenzó a decir Elvia. -Como ya son las siete de la tarde, había pensado en preparar en el salón una noche de películas. Veríamos una película de miedo la primera y luego como sé que a Diana no le gustan una de comedia o fantasía para suavizar las cosas. A demás para comer pondríamos patatas, palomitas y otros aperitivos antes de cenar. ¿Os parece bien?

-Claro, me encanta la idea, vamos preparándolo. -Respondió Aidan.

-Bueno, lo de la película de miedo no me hace gracia pero la veré si me dejáis estar entre los dos. -Terminé la frase con una risa corta sabiendo que se iban a reír.

-Ay Diana, nunca cambiarás. -Me dijo Aidan mientras Elvia hacia el intento de aguantar la risa.

-Vale, pues entonces vamos a prepararlo. Para cenar qué preferís ¿Hamburguesas o pizza?

-¡Elvia eso no se pregunta! -Respondimos Aidan y yo fingiendo una mirada de desaprobación.

-Vale está bien, no me matéis solo os he preguntado. Mientras pido las pizzas id colocando un poco el salón.

Aidan y yo seguimos las instrucciones de Elvia. Colocamos la mesa más grande y las sillas a un lado del salón, después le pusimos una tela que había allí para taparlo y que no se viera mal. La mesa que era más pequeña la pusimos entre la tele y el sofá, que era bastante grande, al igual que su salón.

No pasaron ni diez minutos y Elvia ya estaba ayudándonos. Terminamos de poner todos los aperitivos en la mesa y tocaron el timbre.

-Ya voy yo. -Dije pensando que sería el repartidor de pizzas.

-No, voy a ir yo princesita. -Intentó molestarme Aidan.

Yo odió que me llamen así, aunque cuando lo dice él me gusta como suena. A pesar de eso me hago la enfadada por jugar un poco con él.

Nos miramos y salimos corriendo hacia la puerta para ver quién abría. Claramente llegó Aidan antes pero por alguna razón me esperó para abrir la puerta.

Cuando abrimos la puerta no esperábamos ver a los que estaban del otro lado.

-¡Sorpresa! Creo que no sabíais esto. -Dijo Elvia detrás de nosotros. Yo estaba realmente emocionada.

-Así que por esto te han dejado quedarte aquí sola y que vengamos nosotros. Esta vez me has pillado.

-Bueno, no siempre puedes ganarme tú. -Añadió con una mirada triunfal.

Mi Primer ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora