Capítulo 3

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Después de casi una hora me encontraba esperando ante una puerta blanca junto a los demás. Elvia estaba allí dentro, no sabíamos nada de ella ¡Ni siquiera si estaba bien! Que era lo que principalmente nos preocupaba a todos.

Ya en dos ocasiones Axel había ido a pedir información, pero se la negaban. Decían que como sus tutores legales no estaban allí no iban a proporcionarle información a nadie. Probablemente dijeran eso porque no se creían lo que dijeron Ayla, Axel y Elvia al llegar.

Según ellos, sus padres estaban en una convención para el trabajo y los habían dejado a cargo de sus hermanas pequeñas. Las cuales esa noche se iban a dormir con una amiga suya por su cumpleaños. Ellas les habían dejado a cargo de su hamster para que lo cuidaran mientras estaban con su amiga. Cuando estaban cenando escucharon un ruido y fueron a ver que era. La jaula estaba en el suelo de su habitación y el animal correteaba por todo el suelo hasta que se salió de la habitación. Los tres se pusieron a buscarlo desesperados. Finalmente, Elvia lo encontró debajo de la mesa y en un intento de cogerlo se golpeó en la cabeza.

Cuando me contaron eso pensé que era la peor excusa que se podían haber inventado. Pero de esta manera, no se molestarían en llamar a sus padres por si era verdad que estaban en una convención, y "sus hermanas" no estarían solas por si les preguntaban donde estaban las niñas. Por no hablar que solucionaba el golpe en la cabeza de Elvia que era el problema principal.

A pesar de eso los miré con una cara de decepción y una pequeña sonrisa. Era imposible no reírse solo de imaginarse la cara que debió poner la señora de recepción al contarle esa historia.

Axel se volvió a levantar una tercera vez de su asiento. Parecía bastante enfadado, pero yo creo que realmente se sentía culpable y estaba más desesperado que los demás. Se acercó al médico encargado de esta planta, y de mala gana le exigió que le dijera algo sobre Elvia, por lo menos si estaba bien. El señor está vez ni siquiera se dignó a mirarlo.

-Oiga, sé que me está escuchando vale. Si no quiere problemas con nadie, le sugiero que me diga el estado de la paciente de la habitación 103, le queda claro.

El médico solo le dió una mirada de pocos amigos y continuó ignorando al chico. Giró la cabeza y parecía que le iba a decir algo pero solo fue para indicarle una habitación a una compañera suya.

Lo que le dijo Axel al doctor me recordó demasiado al instituto. El primer año de la secundaria, unos niños de mi clase empezaron a insultarme y darme empujones contra la pared, porque no les había dicho las respuestas de un examen. Por suerte, Axel pasó cerca de la clase. A pesar de que las puertas estaban cerradas, debió escuchar como les pedía que se detuvieran y entró. Me miró y seguidamente a los chicos. Se dirigió a ellos diciendo que me dejaran o tendrían problemas. Él los encaró, me sacó de la clase y se aseguró de que no me pusieran ni una mano encima. Desde aquel día nadie me volvió a hacer nada.

Axel suele parecer grosero y una mala persona si no lo conoces, pero si tienes confianza es muy caballeroso y cariñoso. Aunque lo de hacer bromas pesadas no cambia.

Pude ver cómo el pelinegro empezaba a encenderse de ira, era obvio que se le estaba agotando la paciencia y eso no es bueno cuando se trata de Axel. Lo vimos dar vueltas y susurrar cosas que no pudimos escuchar ante el médico. 

-Vale, no sé vosotros pero creo que se le va a ir la pinza en menos de un minuto. -Declaró Aidan.

-Sí, pero no voy a ir a detenerlo. Para empezar tiene razón y a demás no voy a dejar que empiece a reprocharme todo a mí. -Dijo Ayla.

Rodé los ojos ante la reacción de mis amigos y me levanté apresuradamente. Me dirigí hasta Axel, le sonreí al médico intentando parecer amable y me llevé al chico del brazo hasta un pasillo donde no había mucha gente. Me sorprendió que me dejara guiarlo hasta donde quise pero no dije nada para no estropearlo y que se pusiera a "regañarme".

Cuando nos paramos, miré a Axel. Su mirada estaba un tanto perdida pero no lo suficiente como para prestarme atención.

-Axel -Comencé a decirle muy calmada. -Todos estamos asustados, pero no tienes que perder los nervios, no pasará nada ya verás.

-Puede que no pase nada. Pero si pasa, será culpa mía. -Dijo dando un suspiro de decepción por lo que había causado.

-Pues si llega a pasar algo, ten por seguro que ninguno de nosotros te vamos a culpar. Ha sido un accidente, no te preocupes.

-Diana, eres tan mona intentando ayudar a todos. -Me sonrojé un poco ante su comentario e intenté hablar pero el chico me cortó. -Sé que no me vais a culpar, pero me culparé yo, eso es inevitable. Además tú no viste la sangre que tenía Elvia, la herida era bastante grande. Aidan no dejó que lo vieras o de lo contrario te hubieras desmayado y tendríamos otro problema.

Al escuchar eso me quedé helada, ni siquiera sabía lo que le había pasado a mí mejor amiga hasta ahora. Solo le pregunté a Aidan mientras veníamos y no me quiso responder. Sinceramente no creí que fuera tan grave, pero la cara del chico al recordar la escena lo decía todo.

Volvimos con Aidan y Ayla, los cuales empezaban a quedarse dormidos por la hora que era. Ninguno sabíamos cuándo podríamos ver o por lo menos saber algo de Elvia y no podíamos dejarla sola en el hospital.

-Ayla -Pronunció Axel. -Vete con Aidan y Diana a la casa, yo me quedo esperando.

-No somos niños, podemos ir solos sabes. -Replicó Aidan.

-Sí, lo sé pero no podemos negar que ella es la más responsable de aquí, que vosotros estáis cansados y quiero que a ser posible lleguéis vivos. -Respondió  el pelinegro enfadado e irónico.

-Tu tampoco te puedes quedar solo. -Añadió Ayla.

-Yo me quedó. -Respondí rápidamente. -He sabido manejarlo antes. -Le susurré a Ayla para que no se pusiera en contra de mi propuesta. Realmente deseaba ver a Elvia.

Axel me miró incrédulo pero no se opuso a que me quedara. Ayla y Aidan accedieron a irse, con la condición de que si en una hora y media no habíamos vuelto ellos vendrían y nosotros nos iríamos. A todos nos pareció bien así que Axel y yo nos quedamos esperando nuevamente delante de la puerta blanca 103.

-Bueno, nos queda una hora y media admirando la maravillosa puerta. -Habló Axel rompiendo el silencio que había.

-La verdad, espero que sea menos de una hora y media porque si no, pienso poner una reclamación a este sitio.

-Yo voy a demandar al médico ese de los papeles que está encargado de este piso. -Añadió bromeando.

-Oye, ¿Soy yo o ese tenía una cara de amargado peor que la antigua profesora de francés del instituto? -Dije intentando seguirle la broma.

-Pues sí. -Respondió él riéndose.

Seguimos haciendo bromas de ese tipo  durante un rato pero cada vez nos iba venciendo más y más  el sueño. Más bien dicho, el sueño me vencía a mí, porque al pelinegro no parecía afectarle lo más mínimo. Lo último que recuerdo es que tenía frío, porque me daba la corriente y no me había traído sudadera. También recuerdo ver el número 103 revolotear en mi cabeza antes de perderme en mis pensamientos.

Mi Primer ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora