⇦✧𝓝𝓾𝓮𝓼𝓽𝓻𝓪 𝓔𝓽𝓮𝓻𝓷𝓲𝓭𝓪𝓭✧⇨

10. Beso de despedida

Narra Abril

Solo sentía dolor.
Éste me cansaba, me agotaba.
Era algo insoportable, era una sensación de agonía constante, que incluso durante un instante deseé morir, simplemente para no sentir más ese dolor, el cual sabía de que se trataba, no era la primera vez que lo experimentaba, pero nunca lo sentí con tanta magnitud y fuerza.

Al cabo de un indeterminado tiempo el cual podría haber consistido de minutos o incluso horas, todo rastro de ese dolor desapareció, pero el agotamiento por todo lo ocurrido segundos antes se hizo presente, por lo que me encontraba aturdida y desorientada.

Vi como mi cuerpo se movía sin yo querer hacerlo. No tenía control de mi cuerpo.
Yo solo podía controlar lo que veía,  pero esto daba igual, ya que donde fuera que mirara había lo mismo, nada, absolutamente nada, solo se podía observar entre la penumbra negra un suave luz azul, que era provocada por lo que parecía la luna, aunque lo dudaba por su toque azulado.
Simplemente no entendía nada de lo que ocurría y mi cuerpo seguía caminando hacia lo que parecía ser un destino infinito sin un lugar fijo, era como un simple títere manejado por una fuerza desconocida.

Después de un largo rato caminando entre la extensa penumbra negra, pude divisar un cuerpo de una persona caminar hacia mi, el o ella parecía estar en la misma situación que yo, siendo manejado cual títere, lo confirmaba su andar recto y perfecto, que incluso estaría fuera del alcance de la persona más refinada y seguramente sobrenatural que pudiese existir.

Una vez ya estaba cerca pude divisar mejor a la persona que se encontraba en mi misma situación, pero igualmente a duras penas pude verlo, ya que la casi inexistente y apagada luz que proporcionaba esa especie de luna no era lo suficientemente potente para ver a la persona que se encontraba cada vez más cerca de mí.

Nos acercábamos torturosamente lento, esto dolía y pude ver que aquella persona sentía lo mismo, al escuchar un gemido lastimero.

Cuando nos encontrábamos a unos veinte metros aproximadamente de distancia comenze a divisar algunos de sus rasgos, por ejemplo que era un hombre, se notaba por su tamaño de cuerpo además por su altura. También era un poco joven, no mucho, pero menos de treinta años asegurados.
Con cabello corto, éste parecía de un color oscuro pero brillante como la seda.
La ropa era elegante, le quedaba perfectamente amoldada a su cuerpo, lo que hacía que se le viera increíblemente bien.
Pero según iba acercándose lentamente pude notar cambios en su apariencia.
Derrepente su corto pelo cambio a ser largo y un tanto ondulado, en sí era un estilo de otra época.
La ropa también comenzó a cambiar a una vieja, se notaba que no era algo que alguien usuaria actualmente, si no lo contrario, era totalmente de otra época.
Lo que me preocupaba era que según se acercaba comenze a hacerme una idea de quien podría ser aquella persona.

Y cuando tan solo nos separaban unos cinco metros, nos quedamos quietos mirandonos a los ojos.
Esos ojos chocolate que tanto había amado durante casi tres siglos y tanto dolor me habían causado estos últimos días.

Ahí lo vi, enfrente de mí, a mi marido por tantos años; Elijah Mikaelson, el cual se encontraba mirándome con los ojos aguados a nada de caer en llanto.
Yo no se ni como lo hacía para aguantar el llanto, supongo que es porque me encontraba en shock después de verlo y que después de aquel día en el que huí no pare de sufrir y llorar, supongo que ya no me quedaban lágrimas, además que estaba muy cansada por lo que la situación de momentos antes.

Pero igualmente mi cabeza estaba hecha un completo lío, la última vez que lo ví fue mientras me engañaba.
Y aquí lo tenía, frente a mi, en estos momentos llorando.

Lo siento- estas fueron sus primeras palabras.

Estaba llorando frente a mi, suplicando con la mirada que le perdonara.