CAP 5

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Justo cuando el rey iba a tocar a su víctima algo le hizo detener.

—¿Por qué duda majestad? —dijo Soobin.

—Es solo que... Es una lástima arruinar un rostro tan atractivo.

—Señor... Eso no debería ser un problema, por favor continúe.

—¿Es cierto lo que le dijiste a mi soldado hace un momento? ¿Sobre tu capacidad de curación? —dijo el monarca de pronto revisando de cerca el lugar en que le había hecho el corte hace un momento el cual ya solo quedaba una leve cicatriz.

—Sí, aunque sano rápidamente, tras mucho dolor aún puedo morir, pero descuide, estaré bien.

El monarca lo contempló unos minutos más con ojos llenos de expectación y ésta vez no dudó, alargó su mano para tocar su rostro y sus fríos dedos penetraron en la cálida y suave piel del preso, enterrando sus filosas uñas en su mejilla haciendo sangrar de nuevo su herida anterior. El chico gimió de dolor y cerró los ojos escurriendo algunas gotas de sangre por su piel.

El rey sonrió un poco, mirándolo con una mezcla de soberbia y compasión ¿compasión? ¿era lo que sentía?

Había pasado demasiado tiempo haciendo eso a mucha gente que olvidaba lo que era eso, pero ese chico... le hacía sentir mal, sí, mal por lastimarlo, y más por el hecho de que él mismo se había ofrecido para pasar por sus crueles manos.

Ignoró ese sentimiento fugaz y tomó un látigo de la mesa de al lado golpeando su abdomen unas cuatro o cinco veces hasta perder la cuenta, luego en la espalda y después en la piernas. Con cada golpe el chico emitía sonidos casi imperceptibles como si estuviera reprimiendo las ganas de gritar, las heridas en su piel comenzaron a sangrar en cuestión de segundos, respiraba entrecortadamente tratando de soportar todos los latigazos hasta escupir sangre por la boca.

Se tambaleó pero en ningún momento se quejó ni dejó escapar una sola lágrima.

—¿Por qué no me reclamas? ¿¡Por qué no me pides misericordia!? —el rey arrojó el látigo hacia el otro extremo del calabozo gritando todo esto irritado.

—P-Porque he venido a servirle majestad —el chico estaba sudando mucho, temblaba y se había vuelto pálido como la cera.

El rey se estaba desesperando, nunca había visto a alguien tan dócil y eso lo sacaba de quicio.

—¡¿A servirme?! No lo entiendo ¿quién eres? ¿qué quieres de mí?

—Nada señor, absolutamente nada, solo servirle —Soobin jadeaba y su rostro estaba perlado de sudor.

—Hace un momento le dijiste a mi soldado también que alguien te había enviado, así que dime ¿quién es ese alguien?

—Señor... por favor, no puedo decir más, tan solo he venido a servirle y eso estoy haciendo.

Dicho esto agachó la cabeza y dejó de moverse, como si hubiera perdido la conciencia. Las cadenas que lo sujetaban de pronto se soltaron y el chico se desplomó junto con ellas haciendo gran estruendo.

Sin pensarlo el rey se interpuso entre ellas y el chico dejando que éstas cayeran en su espalda y no lastimaran a Soobin.

¿Por qué había hecho eso? ¿Acaso no era lo que quería, lastimar al chico? Entonces ¿Por qué? ¿Se sentía culpable?

Al tenerlo debajo de él contempló de cerca todas sus heridas que le había hecho, su hermosa piel desgarrada por todos lados.

—Lo siento... —dijo de pronto el rey. —Por favor... No mueras.

 No mueras

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~Eʟ Rᴇʏ Sᴀ́ᴅɪᴄᴏ (ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora