Soobin fue encerrado en el calabozo principal, un lugar que ni en sueños valdría la pena conocer. Las paredes estaban saturadas de pinchos filosos que al más mínimo roce provocaban el dolor más agudo que se podía imaginar que recorría todo el cuerpo hasta llegar a la cabeza y creer que aquello era una ilusión, si los pinchos no mataban a la víctima, la locura que provocaba aquel lugar se encargaba de ello.
La estancia era fría y húmeda, con un olor a muerte evidente, había restos de sangre en todos lados. El lugar no conocía los rayos del sol, tan solo era alumbrado por unas cuantas velas y antorchas insertadas en las paredes, pero seguía siendo tan sombrío como un agujero negro en el espacio.
El chico fue atado con gruesas cadenas de manos y pies en posición vertical justo en medio del lugar. Colocaron al lado de él una silla y una mesa con decenas de instrumentos de tortura. Tres soldados vigilaban la entraba y otros dos se encargaban de atar al forastero.
—No lo ates demasiado fuerte —dijo uno de ellos.
—Pero señor... —Respondió el otro.
—Confía en mí.
—¿Por qué no? —intervino Soobin dirigiéndose al primero que habló.
—Es gracioso que lo preguntes —respondió el soldado —Una persona normal solo agradecería, así parece que quieres que te atemos con más fuerza.
—Si, quiero eso.
—Vaya, sí que eres una persona interesante, lo siento pero no lo haré.
—¿Cómo te llamas?
—Huening Kai, pero eso no importa, justo ahora el que debería preocuparse por él mismo eres tú, dentro de poco vendrá su majestad a terminar con tu vida de la manera más horrenda que puedas imaginar, sigo sin entender cómo llegaste aquí, y cómo es que quieres servirle a un rey que se dedica a torturar hasta la muerte ¿No tienes miedo?
—No, para esto he sido enviado.
—¿Cómo? ¿Quién te envío?
—No puedo decir más, lo siento.
—Espera ... —dijo el soldado llamado Huening Kai señalando una de las mejillas del preso. —Su alteza te había hecho un corte hace un momento... Ya no lo tienes.
—Mi capacidad de curación es más rápido que cualquier ser humano en este lugar, mis heridas desaparecen en algunos minutos, junto con el dolor.
—Es increíble, ¿Cómo lo haces? Mejor dicho ¿Qué cosa eres para hacer tal milagro?
—Simplemente... no soy de por aquí.
—¡¿Por qué están perdiendo el tiempo hablando con él?!
Se oyó la voz del monarca entrando al calabozo. Su voz resonó por todo el lugar haciendo eco.
—Lo siento Majestad —los soldados se inclinaron ante él— Nos retiramos.
Rápidamente salieron todos del lugar dejando solos al monarca y al encadenado.
—Choi Soobin, espero que sepas a lo que has venido hoy, porque ya no hay vuelta atrás —dijo el rey mirándolo seriamente.
—Lo sé alteza, y no pienso retractarme, estoy listo.
—Bien, porque esto es solo el comienzo.
Gracias por leer, hasta el siguiente capítulo 👋🏻
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~Eʟ Rᴇʏ Sᴀ́ᴅɪᴄᴏ (ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿ)
Fantasia~ Hasta los villanos tienen un lado amable y una debilidad. El punto es conocer a ese alguien que te haga cambiar de parecer y te haga creer en la bondad. No todos encuentran a esa persona especial pero los que si... Bueno, entienden que hasta en la...