-Así que eras un ángel-. Dijo Yeonjun.
Se encontraba en un enorme jardín, bellísimo, con flores de todo tipo, tipos que jamás había visto en toda su vida, de colores vivos preciosos, árboles frondosos llenos de frutas deliciosas, fuentes diseñadas de tal forma que parecía que danzaban con el viento. El jardín parecía infinito, no se podía contemplar un punto en el que terminara o iniciara, el cielo se teñía de hermosos colores, Yeonjun no sabía si era la aurora o el ocaso, no sabía qué era aquel lugar ni porque se encontraba ahí ataviado con un manto blanco y sandalias doradas, lo único que sabía era que su amado estaba frente a él sonriendole tiernamente.
Era el mismo joven que había conocido aquel día en la playa, su presencia iluminaba de una manera extraordinaria todo el lugar como si fuese el mismo sol, todo en él era sublime, tan irreal, tan extraordinario como un choque de estrellas en medio del espacio. Portaba tan solo un manto blanco que cubría la parte baja de su cuerpo y llevaba sandalias doradas también, portaba una tiara de flores en su cabeza pero lo más increíble de todo eran su alas.
Grandes e imponentes, de un blanco tan puro como la nieve, parecían de algodón, ambas se mecían suavemente, subían y bajaban al ritmo de la respiración de su portador.
-Así es alteza-. Respondió él. Yeonjun se sintió avergonzado que aún lo llamara así. ¿Qué era él comparado con la magnificencia de aquel ser?
-Yo... no entiendo nada, no sé qué está pasando o dónde estamos y ahora tú... eres un ángel, un ángel de verdad-.
-Siempre lo he sido, pero mis alas fueron arrancadas para poder ir con usted a la Tierra y ahora que he cumplido mi misión me han sido devueltas-.
-¿Misión?-
-La de que usted conociera el amor-.
-Entonces todo lo que pasamos juntos... ¿había sido planeado?-.
-No exactamente-.
La mente de Yeonjun trabajaba a mil por hora, era mucho que asimilar, el mundo que creía conocer de pronto ya no existía y su vida era una más entre un telar gigantesco. Entonces preguntó una de las cosas que más rondaban por su mente.
-¿Quién te dio ésta misión?-.
-El ser supremo del Cosmos-.
-¿Dios?-.
-Puede llamarlo así, así lo hacen los humanos de la Tierra pero en realidad tiene muchos nombres que le han dado los miles de millones de seres en todos los mundos del Cosmos-.
-¿M-Miles de millones?-. Tartamudeó Yeonjun.
-Y me estoy quedando corto. los mundos son infinitos y los seres en ellos también-.
-Si tantos hay... ¿qué soy yo entonces? ¿por qué te envió a mí de entre todos ellos?-.
-Es simple, porque yo se lo pedí-.
-¿Tú? ¿P-por qué?-.
-Porque quería conocerlo en persona, usted es alguien tan maravilloso y puede que suene extraño, pero aún con todo lo que hizo a su pueblo, usted nunca representó una amenaza para mí, siempre lo catalogue cómo alguien que sufría internamente y necesitaba alguien a su lado, alguien en quien confiar, apoyar y amar, darse cuenta que la maldad existe en todos en menor o mayor cantidad y que todos tenemos siempre una oportunidad más para mejorar, quería demostrarle que usted no se encontraba solo en ese oscuro lugar, que había alguien desde muy lejos observandolo y amándolo-.
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~Eʟ Rᴇʏ Sᴀ́ᴅɪᴄᴏ (ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿ)
Fantasia~ Hasta los villanos tienen un lado amable y una debilidad. El punto es conocer a ese alguien que te haga cambiar de parecer y te haga creer en la bondad. No todos encuentran a esa persona especial pero los que si... Bueno, entienden que hasta en la...