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En los rincones más oscuros de la mansión yacía un triste y tajante semental, perdido entre sus pensamientos y sin tener siquiera una respuesta. Sin ella sus días se habían vuelto grises, solitarios y tristes.
En el instante en que sus ojos la vieron olvido por un segundo sin vida sin razón. El dolor comenzó a amenguar, las heridas sanaron y su alma encontró una luz que le volvía a dar brillo y sentido al momento de vivir. Este brillo desapareció en el mismo instante en que Eva desapareció. Había conseguido los mejores investigadores y no había dado con ella.

Se encontraba en medio de sus aposentos rodeado de las penumbras que siempre lo habían acompañado con un sólo pensamiento y un asola persona rondando en su cabeza.

La había perdido y no sabía donde más buscar en la mañana iría al mismo monasterio al que Eva pertenecía con la excusa de ver a Nircia. Necesitaba respuestas y las necesitaba ya.



(****)

Las calles se encontraban cubiertas de neblina, a lo lejos se veía una silueta de una mujer caminando mientras lloraba como un alma en pena. Sus ojos se dejaban ver hinchados y al igual que tornados de un color rojizo, su cabello estaba mojado al igual que su ropa, no conocía a nadie que la pudiese ayudar y no sabía donde ir y mucho menos que hacer.

Los rincones se apreciaban solitarios y llenos de oscuridad.

Cansada de caminar se dispuso a sentarse en una banqueta mientras se acurrucaba para que su cuerpo no se dejará sentir helado. Mientras lloraba de manera agitada se recostó en el banco y allí pasó toda la noche, en medio del ermitaño parque debajo de la luna en el mismo planeta que yacía su amado semental.

(***)

El nuevo día había llegado y con él se dejaban observar los rayos de sol que se postraban iluminando su vista, la monja se movió en la banqueta como si estuviese en un suave colchón hasta que abrió los ojos de espacio y casi se cae del banco, a su cabeza llegaban constantes momentos de lo que había vivido con su madre y su padrastro la noche anterior, no quería mostrar el dolor pero le causaba el comportamiento de su mamá. La quería aunque Celeste siempre la aborrecia, ahora que sería madre sentiría lo que su mamá jamás sintió por ella AMOR de madre, el amor más hermoso y verdadero que ha existido.

---Eva!!! Una dulce voz llamó su atención - la novicia visualizó a dos monjas que la veían sorprendidas y a la vez con cierto grado de cariño

La novicia de paró y se dirigió ante las chicas que llevaban unas lindas frutas en cestas.

---¡Evaling!, ¡Wendoling!- exclamó dejando sus pertenencias mientras corría a abrazarlas.

Las compañeras respondieron a su muestra de afecto. Eva se sentía protegida entre sus brazos, sentía que nadie la lastimaría, después de todo no estaba tan sola, sus compañeras estaban con ella y estaba segura que la apoyaría y jamás la jusgarían.

---Qué haces aquí? Hace meses hablamos con Celeste tu madre y ella nos comentó que estabas en el convento Santa Ana --- la novicia alejó la visto y las tomó entre su manos, se dispusieron a sentarse en el banco donde había pasado la noche.

Wendoling abrió los ojos al momento de Eva confesar lo que había sucedido ambas no sabían que decir, ya no era una monja, estaba embarazada y su madre la había humillado y echáis de su casa, tenían que procesar mucha información. Evaling tomó su mano y dedicó una tierna sonrisa después de todo Eva había sido valiente y ella había sido una cobarde.

---No puedes pasar las noches a la interpedie? --dijo Wendoling ojiplastica.. Wendo era la más sería, la correcta y que casi nunca sonreía era la hermana mayor la que siempre ponía el ejemplo y les peleaba peor que sus madres. No se tomó para nada bien lo que le comentó Eva asi que trato de degerir la información lo más lento que pudo no quería colapsar y hacer que su hermana se sintiera desganada..

Mi Pecado es Poseerte© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora